Branislav Milinkovic, embajador de Serbia ante la OTAN, se suicidó el miércoles pasado en un estacionamiento belga.
Antes del deceso, el funcionario serbio estaba conversando y bromeando con un colega en el complejo dentro del aeropuerto de Bruselas.
Repentinamente caminó hacia una barrera de protección, se subió a ella y sin decir nada más, saltó de una altura entre ocho y 10 metros, declaró ayer un diplomático.
Las razones de su suicidio son un misterio. Horas antes, parecía comportarse con normalidad y estaba en el aeropuerto para recibir a una delegación de seis funcionarios de su país que iban a participar en conversaciones con representantes de la OTAN.
“Efectivamente se trató de un suicidio”, dijo Ine Van Wymersch, de la fiscalía de Bruselas. Agregó que no preveían más investigaciones.
Milinkovic, escritor y activista opuesto al régimen del expresidente serbio Slobodan Milosevic, era descrito por sus conocidos como extrovertido y tenía un cálido sentido del humor.
Se esforzaba por mantener buenas relaciones con los embajadores de otros países de la antigua Yugoslavia, dijeron diplomáticos y allegados.
El embajador serbio de 52 años había mencionado a sus colegas que no estaba contento de vivir separado de su esposa, una diplomática serbia que vive en Viena, y de su hijo de 17 años, lo que pudiera ser el móvil de su muerte.
Funcionarios del servicio exterior, que hablaron en condición de anonimato porque no estaban autorizados a dar detalles, dijeron que no sabían de ninguna circunstancia, privada o profesional, que lo hubiera llevado a quitarse la vida.
No obstante, diferentes medios publicaron ayer que Milinkovic sufría de depresión, contrastando con las declaraciones de sus compañeros.
El fallecido activista exyugoslavo era un hombre muy popular y querido dentro de su círculo de trabajo, reportó The Associated Press.
El trágico suceso ensombreció el segundo día de una reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN.
(Con información de AP)