Europa en tiempos de coronavirus y aislamiento

Países europeos toman medidas de aislamiento y cierre de fronteras para evitar el contagio del virus, mientras los ciudadanos cambian sus rutinas al interior de su hogar
Ruben Zermeño y Mara Echeverría Ruben Zermeño y Mara Echeverría Publicado el
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Amanda Beltrán se levanta muy temprano por las mañanas a alistarse para sus actividades; sin embargo, desde inicios de marzo debe permanecer en casa con su familia ante el brote de Coronavirus Covid-19 en Italia, en donde vive desde hace cerca de cinco años.

Los últimos días de febrero, relata, la vida fluía con normalidad. Personas yendo a trabajar, niños en el colegio, aún con los primeros brotes de la pandemia se convertiría en una crisis de salud para el país europeo.

Entonces, las medidas que la ciudadanía tomaba eran las mismas que se recomiendan en México: lavarse las manos de forma constante, usar gel antibacterial, toser en el antebrazo, no saludarse de beso o mano y evitar asistir a eventos masivos.

Una semana más tarde, las localidades ubicadas al norte de Italia, en donde se registraron los primeros casos de coronavirus, los eventos públicos fueron suspendidos por los gobiernos locales. Sin embargo, las acciones parecían insuficientes, situación que llevó al presidente Guiseppe Conte a declarar estado de emergencia el 9 de marzo. Italia es el país que más decesos registra en el viejo continente a causa del virus que se esparció desde Wuhan, China.

“La gente aquí, como en México, no creía que fuera real. Asistían a cafés, bares y antros hasta que se dio el decreto nacional y se declaró al país como zona roja, desde entonces estamos en aislamiento y solo permanecen abiertos negocios de venta de alimentos, hospitales, farmacias y servicios básicos”, relata Amanda.

Para evitar multas, solo debe salir una persona por familia a comprar alimentos, medicamentos o asistir a adultos mayores, de lo contrario, deben pagar una sanción económica.

En tanto, los hospitales están dedicados a atender a personas infectadas por el Covid-19 y enfermedades prioritarias, como cáncer. A las afueras de las salas de urgencias instalaron carpas para detectar la enfermedad a quienes presentan síntomas.

“Vivimos con el temor de podernos enfermar. Es una situación difícil, tratamos de ser positivos, tenemos la esperanza de que esto termine pronto y que la gente tenga conciencia de que no debe estar en espacios públicos”, declara.

Todo cambia en un día

De un día para otro cambió su rutina. Laura Yubero, una joven de Zaragoza, España, pasó de llevar una vida normal a tener contacto humano a través de pantallas, ventanas y balcones, y peor, vivir con el miedo de que sus seres queridos mueran.

“En España lo tomábamos como lo hacen en México. Yo hablaba con amigos y les decía ‘no es para tanto, no es tan grave el virus’, hasta que ves que las cosas se comienzan a salir de las manos y que en un día pasas de 300 casos a mil”, relata.

Para el 13 de marzo, el gobierno español ordenó el confinamiento de la población. Laura cuenta que ese día le tomaron la temperatura antes de entrar al trabajo, mientras le informaban que entraría al programa de Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), una especie de paro mientras dura el aislamiento, en el que el gobierno paga el 70 por ciento de la base de cotización del empleado, con un monto máximo de mil 411 euros al mes.

A partir de esa fecha, pasa los días en casa con su madre. Ambas se adaptan a su nueva rutina, que se basa en limpiar, comer, descansar y a las 8 de la noche salir a los balcones. Al día siguiente es lo mismo.

“Todo el mundo sale a las ventanas, balcones y aplaude para dar las gracias a los servicios médicos, a los enfermeros, a los comunitarios, a los transportistas, a toda la gente que sigue trabajando para que dentro de este confinamiento el mundo funcione de la mejor manera posible”, declara Laura.

Vemos a los vecinos en los balcones, hablamos de balcón a balcón, así pasamos los días, con muchas videollamadas entre amigos. Aquí ya no se puede salir para nada, la policía incluso te puede poner hasta multas
Laura YuberoCiudadana española

Por el aislamiento, es el miembro de menor riesgo de una familia quien sale a hacer compras. En los establecimientos, las filas se mantienen con un metro de distancia entre las personas y solo se aceptan pagos con tarjeta para evitar contacto con el dinero.

Autoridades también solicitaron a la población quedarse en casa para evitar accidentes y dejar los insumos médicos para atención de los contagiados con Covid-19 y, si ciudadanos en la calle no comprueban a qué salen, pueden recibir una multa que va entre 600 y 1,200 euros. Pese a todas las medidas, el virus no se detiene.

En Málaga, otra ciudad española, vive Melina Quezada, quien está en aislamiento al lado de su pequeño hijo y su esposo, quien tuvo que permanecer en cuarentena, lejos de su familia, porque uno de sus compañeros de trabajo dio positivo al coronavirus.

La comunicóloga cuenta que la primera semana de confinamiento hubo compras de pánico de perecederos y otros alimentos, y ahora enfrentan escasez de productos, dado que en la ciudad hay más tiendas pequeñas que cadenas de autoservicio.

“Los días han sido muy duros, la velocidad a la que corre la enfermedad me impresiona y no podemos cantar victoria aún por el tiempo que tarda el virus en incubarse y, además, es fácil ser portador”, dice Quezada.

Melina –como Laura y Amanda considera que, al igual que en México, no se toma enserio la enfermedad. En Málaga restaron importancia aun viendo de cerca la situación que se vive en Italia, y ahora la ciudanía está preocupada por las implicaciones económicas y con recuerdos de la crisis, de la cual algunos españoles aún no se recuperan.

A esto se suma que la falta de acción inmediata por parte del gobierno causó molestia entre algunos sectores de la población -cuenta Quezada-, como el retraso en el cierre de aeropuertos, aunque ahora toman acciones sanitarias para evitar la propagación del virus.

Italia sumó 2 mil 229 muertos y más de 35 mil contagios por coronavirus, una crisis de salud que no esperaban

“Veo todo desde mi balcón y se nota la presencia de la policía nacional, la guardia civil y el ejército, que realiza labores de desinfección de espacios públicos y el mobiliario urbano, como banquetas o parques”, dice Melina Quezada.

La vida en el primer Clúster de Francia con coronavirus

Anne-Gaelle Kroll trabaja en el hospital de Compiègne, muy cerca del primer grupo de brotes de contagio de Covid-19, en Francia, y ha visto de cerca propagarse la enfermedad.

En nuestro hospital, el 25 de febrero se registró el primer caso y en una semana estábamos en el número 30, después aumentaron de manera exponencial. Al principio eran dos o tres contagios al día y ahora se identifican 10 diarios en solo un hospital, por lo que las medidas tuvieron que cambiar
Anne-Gaelle Kroll Hospital de Compiègne

Al inicio del brote, en cada hospital en Francia se tomaron medidas muy drásticas para impedir que se extendiera la pandemia. Hacían un análisis para saber quién monitoreó al paciente infectado y en qué fecha. También aplicaban pruebas a familiares, a médicos y enfermeras para conocer toda la cadena de contaminación y formar una barrera. Después las medidas tuvieron que cambiar porque el personal médico y los insumos eran insuficientes.

“Las acciones tuvieron que cambiar. Lo que podíamos hacer para uno o dos casos no se puede hacer cuando tienes 10. No puedes tomar las medidas para las enfermeras y todo, porque si no te quedas sin enfermeros y sin nadie en el hospital. Otro de los problemas es que las pruebas que hacemos no son tan seguras, muchas dan falso negativo”, agrega.

Conforme han pasado los días, el país aumentó la capacidad de los laboratorios para realizar pruebas y, por ende, el número de contagios confirmados también se elevó.

“Obviamente, mientras más pruebas haces más casos vas a encontrar. En el norte de Francia sólo había dos ciudades que podían hacer 30 pruebas. Cuando haces pocas pruebas aumentaban los números de casos de manera muy baja, pero ahora que se pueden hacer 100 pruebas al día, van incrementando los casos”, revela Anne-Gaelle Kroll.

La vida en el hospital de Compiègne cambió con el desabasto internacional de respiradores y material, muchos de los pacientes cancelaron sus citas y dejaron de tratar otras enfermedades. Ahora es un centro casi dedicado a atender la pandemia del coronavirus.

“Es muy difícil comprar de un día para otro ese tipo de equipamiento porque después de un momento ya no existen en el mercado. Nosotros lo que hicimos, y todos los hospitales hicieron, fue cancelar todas las cirugías que no eran urgentes y tomar los materiales del quirófano”, añade.

De acuerdo con Anne, la priorización de la atención es una medida para aumentar la capacidad en los servicios de reanimación o de cuidados intensivos. En la unidad médica, añade, instalaron 70 camas para atender a enfermos de coronavirus, algunas de ellas vacías porque las personas prefieren mantenerse en sus hogares.

Para evitar multas, solo debe salir una persona por familia a comprar alimentos, medicamentos o asistir a adultos mayores

Alemania, en otra posición

Alemania también adopta medidas para cerrar el paso al coronavirus, aun cuando la tasa de mortalidad es baja, ya que de más de 19,000 contagios, registra solo 68 decesos.

Las acciones de contención se implementaron conforme crecía el número de contagios, comparte Karelia Llanos, una mexicana que estudia en ese país. Por ahora, escuelas de todos los niveles y aeropuertos cerraron, mientras se mantienen abiertos comercios de primera necesidad, como ocurre en Francia e Italia.

“En Berlín se ha vivido un cambio paulatinamente, la gente comenzó a estar en sus casas desde el fin de semana y es posible salir, pero el gobierno llama a quedarse en casa para tratar de controlar la extensión de la pandemia”, declara.

Karelia cuenta que la población tiene pánico, por ello, la mayoría adopta las medidas y permanece en casa, y únicamente salen a hacer compras de productos necesarios y son pocos los visitantes en parques u otros lugares públicos.

“Aún no estamos como España, en donde si la policía te ve afuera te multa, pero podría ser que más adelante pase”, dice Llanos.

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