Referéndum a la italiana

La zona euro apenas tuvo tiempo de celebrar el fracaso de la extrema derecha en las elecciones presidenciales de Austria, el domingo 4 de diciembre, cuando ya se estaba sumergiendo en la agonía de una nueva crisis: el fracaso del referéndum italiano y la renuncia del Primer Ministro, Matteo Renzi.

 

Andrea Montes Renaud Andrea Montes Renaud Publicado el
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La zona euro apenas tuvo tiempo de celebrar el fracaso de la extrema derecha en las elecciones presidenciales de Austria, el domingo 4 de diciembre, cuando ya se estaba sumergiendo en la agonía de una nueva crisis: el fracaso del referéndum italiano y la renuncia del Primer Ministro, Matteo Renzi.

 

El No a la reforma constitucional sumó casi el 60 por ciento de los votos y tuvo además un alto índice de participación del 68.3 por ciento, lo que supone una derrota absoluta para el joven ministro. 

 

La aplastante victoria del No y su dimisión, abren el peor de los escenarios post-referéndum para una Italia de por sí inestable. Y la zona euro ya se inquieta.

 

Y es que, tras el trauma del Brexit en junio, con la victoria de Donald Trump en las elecciones de noviembre y el ascenso del populismo en toda Europa, los líderes de la Unión Europea tienen miedo de entrar en una nueva zona de turbulencia política y económica con esta dimisión, pues la península itálica es para la UE el eslabón más débil de la zona euro, después de Grecia.

 

El resultado abre el camino a lo oposición populista constituida por Beppe Grillo, del Movimiento 5 Estrellas y Matteo Salvini, de la Liga Norte. 

 

De la misma manera que David Cameron se lanzó de manera arriesgada con su referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea, Matteo Renzi se aventuró sobre un terreno muy peligroso.

 

El resultado del referéndum celebrado en Italia tendrá un impacto importante económica y financieramente, así como un efecto sobre la Unión Europea; los expertos aseguran que este ejercicio fue, en muchos aspectos, completamente irresponsable.

 

Y es que Renzi decidió apostar fuerte transformando el referéndum constitucional en un plebiscito sobre su gobierno.

 

El proyecto de Renzi incluía un tema central: la sustitución del actual Senado de 315 miembros, por una asamblea de 100 personas que, dicen los analistas, reducían la importancia de la Cámara de Senadores a un órgano decorativo.

 

De esta manera la Cámara de Diputados sería la única en otorgar o denegar la confianza al gobierno. Esto resulta especialmente relevante teniendo en cuenta que el partido de Renzi constituye la mayoría parlamentaria. 

 

En ese sentido, los diputados hubieran seguido siendo 630 y se elegirían por sufragio universal, mientras que los senadores serían elegidos por las regiones y los alcaldes, y no cobrarían un sueldo del Senado, sino lo que les correspondiera por región. 

 

Los nuevos senadores no permanecerían en el cargo toda una legislatura, sino el tiempo que durasen en sus respectivas administraciones regionales o locales. Esto provocaría una continua entrada y salida de senadores para hacer que la mayoría en la Cámara fuera más dinámica durante la misma legislatura, y no vitalicias como hasta ahora.

 

La reacción al resultado fue inmediata. Renzi ni siquiera esperó a que terminara el conteo y por la madrugada compareció en el Palazzo Chigi, la sede del Gobierno, para anunciar su dimisión. 

 

“Asumo toda la responsabilidad de la derrota. Yo he perdido, no ustedes”, dijo en referencia a los votantes del Sí.  “La experiencia de mi gobierno acaba aquí. Quería reducir los sillones. El sillón que salta es el mío”. 

 

Así se va Matteo Renzi, el joven Primer Ministro que estuvo en el poder poco más de mil días y que 

apostó su destino político al resultado de un referéndum.

 

¿Qué pasará ahora?

 

Con este revés, el futuro de Italia y la estabilidad de la zona euro pasa a manos del presidente de la República, Sergio Mattarella, abriendo la posibilidad de elecciones anticipadas o del nombramiento de un gobierno técnico. 

 

Tras el Consejo de Ministros, y la reunión de Renzi con el presidente Mattarella, el jefe del Estado debe hacer una ronda de consultas con los principales partidos. Y deberá nombrar a un jefe de gobierno que anteriormente haya recibido el apoyo de la mayoría actual o de una nueva mayoría reforzada. 

 

De momento lo más probable es que solicite la formación de un nuevo Gobierno, encabezado por un político del Partido Demócrata, con el objetivo de definir una nueva ley electoral. 

 

Varios nombres circulan, especialmente el del ministro de Finanzas, Pier Carlo Padoan, o el presidente del Senado, Pietro Grasso.

 

El populismo, beneficiado

 

Para la Liga del Norte, la derrota de Renzi es un beneficio inmediato. Para el Movimiento 5 Estrellas, es un paso más en la conquista del poder. 

 

Italia, cuya situación económica está lejos de ser ideal y con elecciones presidenciales en Europa en los próximos meses, hacen de la derrota de Renzi un verdadero dolor de cabeza para la Unión Europea. 

 

Para la UE sería el colmo que ahora en Italia soplen los vientos del euroescepticismo y la ultraderecha. Pues, si bien la campaña sobre el plebiscito se centró en Italia, y las razones de la caída de Matteo Renzi son principalmente internas, los populistas repiten que el referéndum indica que la población rechaza a Europa, ya que Renzi estaba al frente del único partido político abiertamente pro europeo, que era el Partido Demócrata.

 

Esas no son para nada una buena noticia para Bruselas. Pues la consulta está siendo utilizada en el discurso de extrema derecha como un doble voto de castigo, tanto para el partido del ex primer ministro, como para los mandatos de la Unión Europea. 

 

Y si el partido de Renzi perdió el poder, lo hizo en favor de un partido que durante años ha hecho campaña en contra de los dictados de Bruselas: el Movimiento 5 Estrellas, fundado por el comediante Beppe Grillo.

 

Si bien Renzi seguirá siendo líder del Partido Demócrata, que tiene la mayoría parlamentaria del país, así como la gestión de la mayoría de las regiones, las disputas políticas dentro del partido y los riesgos de una escisión interna se encuentran entre las incógnitas de los próximos días.

 

Y en todo caso, el voto de este domingo deja sobre todo a una Italia sumamente dividida y socialmente desgastada.

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