Trump, el pacificador

El presidente Donald Trump aterriza en Israel con el propósito de reanudar las negociaciones por la paz en el Medio Oriente y reafirmar su guerra contra el terrorismo.

“Nos encontramos ante una excepcional oportunidad para la paz y la estabilidad para esta región y este pueblo”, dijo Trump tan pronto pisó el suelo israelí.

La principal misión del mandatario de Estados Unidos en su visita tanto a Israel como a Cisjordania será el sentar las bases de lo que ha denominado un “acuerdo definitivo” entre Israel y Palestina, un conflicto que ha permanecido por décadas.

Carlos Salazar Carlos Salazar Publicado el
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“La lucha contra el extremismo no es una batalla entre diferentes credos, diferentes sectas o diferentes civilizaciones, sino entre el bien y el mal”
Donald TrumpPresidente de Estados Unidos

El presidente Donald Trump aterriza en Israel con el propósito de reanudar las negociaciones por la paz en el Medio Oriente y reafirmar su guerra contra el terrorismo.

“Nos encontramos ante una excepcional oportunidad para la paz y la estabilidad para esta región y este pueblo”, dijo Trump tan pronto pisó el suelo israelí.

La principal misión del mandatario de Estados Unidos en su visita tanto a Israel como a Cisjordania será el sentar las bases de lo que ha denominado un “acuerdo definitivo” entre Israel y Palestina, un conflicto que ha permanecido por décadas.

Trump se entrevistó ayer con el primer ministro Benjamín Netanyahu, y hoy tendrá reunión con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, buscando la reanudación de unas negociaciones por la paz que quedaron suspendidas ya hace tres años.

A pesar del escepticismo que persiste sobre el éxito de las conversaciones, debido a que tanto los israelíes como los palestinos mantienen una constante tensión y posiciones totalmente encontradas, Trump confía en su capacidad negociadora para poder sentar a ambas partes a la mesa y empezar a dar los primeros pasos por la estabilidad.

Contrario a su carácter intempestivo, en su primer gira internacional, Trump ha procurado mantenerse con pies de plomo, intentando no tomar una postura abierta en vías del pragmatismo político.

Temas álgidos, con pinzas

Durante su campaña presidencial, el republicano había prometido trasladar la embajada norteamericana a Jerusalén, lo que habría significado reconocer, de facto, la potestad de Israel sobre la Ciudad Santa, mientras que los palestinos tienen la intención de crear un Estado cuya capital pretenden que sea la parte oriental de Jerusalén.

Aunque no se sabe si el traslado de la embajada simplemente se ha pospuesto o se ha dejado de lado, por el momento Trump ha optado por la diplomacia para ganarse la confianza de los palestinos como mediador en el conflicto.

De forma paralela, Trump mantiene cierta ambigüedad en algunos de los temas más delicados que dificultan los acuerdos de paz, sobre todo para no enemistarse con el gobierno israelí, su principal aliado en la región.

La coexistencia de los dos Estados y el freno de la colonización israelí en los territorios palestinos son quizá los temas más polémicos entre ambas facciones, pues aunque la comunidad internacional apoya esta vía, el gobierno israelí es reacio a avanzar en ese sentido.

La postura de Trump en estos temas será determinante para el restablecimiento del diálogo, por el momento ha evitado pronunciarse al respecto para no enturbiar las negociaciones, esperando el desarrollo de las mismas y hasta qué punto se acercan las posturas.

En febrero, tras la reunión con Netanyahu en la Casa Blanca, Trump declaró que apoyaría el establecimiento del Estado único de Israel si ello traería la paz, una propuesta que se contrapone a los esfuerzos internacionales por la convivencia de los dos Estados.

Su visita al Muro de las Lamentaciones, siendo la primera de un presidente estadounidense en funciones, también está cargada de simbolismo.

Las autoridades del gobierno israelí intentaron convertirlo en un acto oficial, con el acompañamiento de Netanyahu, sin embargo, esto habría sido prácticamente reconocer los derechos que exige Israel sobre la Ciudad Santa.

La Casa Blanca, sin embargo, ha tirado de diplomacia para mantener la visita fuera de la agenda oficial, ya que hasta el momento, la comunidad internacional no reconoce que el recinto como territorio israelí.

En los dos días que Trump estará de visita en la “zona de conflicto”, no se espera que haya grandes avances en las pláticas de paz, sin embargo, sí puede esperarse que el mandatario ayude a abrir el canal de diálogo.

Será en el desarrollo de las negociaciones cuando se vislumbre el verdadero papel de Trump, si será un factor decisivo en las decisiones por tomar, si tomará partido, o se limitará al papel de mediador y facilitador del diálogo.

Alianza contra el terrorismo

No es casual que el presidente estadounidense haya elegido Arabia Saudita, la cuna del islamismo, como el destino de su primer gira internacional.

En la lucha que pretende encabezar Trump en contra del terrorismo yihadista y ante la supuesta amenaza de Irán en la región de Medio Oriente, los sauditas son la puerta que le permite entrar en contacto con el resto del mundo islámico.

Este acercamiento también se contrapone a las acciones de Trump en sus primeros días de gobierno, y supone un replanteamiento de su política exterior con los países de mayoría musulmana.

Durante su campaña presidencial, Trump señaló de manera reiterada que el Islam era uno de los enemigos de Estados Unidos, e incluso durante su mandato ya intentó prohibir la entrada a habitantes de siete países de mayoría musulmana.

Ahora, con esta visita y el acuerdo por la venta de armamento a los sauditas, Trump estaría ganando un aliado clave que podría contribuir a las operaciones antiterroristas en Medio Oriente.

En su reunión del pasado domingo con líderes de países musulmanes, el mandatario hizo un llamado de unidad contra el terrorismo.

“La lucha contra el extremismo no es una batalla entre diferentes credos, diferentes sectas o diferentes civilizaciones, sino entre el bien y el mal”, señaló.

Este acercamiento con el mundo musulmán busca un doble efecto, primero, comprometer a estos países en la lucha contra el extremismo, lo que quizá pueda traer una disminución de las fuerzas militares estadounidenses en la región.

Además, busca en cierta forma legitimar la ofensiva contra el yihadismo con el respaldo del islamismo más moderado, y formar un frente para presionar a Irán, al que ha acusado de estar financiando actividades terroristas, esta puede ser la causa en común.

Cambio de rumbo

Arabia Saudita, cuna del Islam, fue el primer destino de Donald Trump al arrancar su primera gira internacional:

>Durante su campaña presidencial, Donald Trump señaló de manera reiterada que el Islam era uno de los enemigos de Estados Unidos.

>Al arrancar su mandato intentó prohibir la entrada a habitantes de siete países de mayoría musulmana.

> Ahora, con esta gira y el acuerdo por la venta de armamento a Arabia Saudita,Trump estaría ganando un aliado clave en operaciones antiterroristas en Medio Oriente.

> Prometió en campaña trasladar la embajada de EU a Jerusalén, lo que habría significado reconocer la potestad de Israel sobre la Ciudad Santa, mientras que los palestinos intentan crear un Estado cuya capital sea la parte oriente de Jerusalén.

> La Casa Blanca no ha aclarado si el traslado de la embajada se pospuso o se cancela, quizá como un intento para ganarse la confianza de Palestina como mediador en el conflicto con Israel.

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