El conflicto entre Gran Bretaña y Rusia por el caso de el envenenamiento que sufrió un ex espía ruso y su hija, ya alcanzó a otros países que ha decidido unirse para presionar al gobierno de Vladimir Putin.
Este jueves, los líderes de Estados Unidos, Francia y Alemania, manifestaron su respaldo a Gran Bretaña y culparon a Rusia por envenenar al exespía con un poderoso gas neurotóxico.
Los países que comparten la postu calificando el ataque como “el primer uso ofensivo de una neurotoxina en Europa desde la Segunda Guerra Mundial”.
En una inusual declaración conjunta, el presidente estadounidense Donald Trump, el mandatario francés Emmanuel Macron, la canciller alemana Angela Merkel y la primera ministra británica Theresa May, dijeron que “no hay una explicación alternativa plausible” para la responsabilidad rusa.
Por su parte, Rusia declaró que “sin duda” expulsará a diplomáticos británicos en represalia por la expulsión de 23 rusos de Gran Bretaña, dijo el canciller ruso el jueves.
En declaraciones reproducidas por la agencia Novosti, Serguei Lavrov dijo que se tomará la medida “próximamente”, pero que Moscú informará a Londres a través de los canales oficiales antes de hacer el anuncio público.
El pasado miércoles 14 de marzo, la primera ministra británica expulsó a 23 diplomáticos rusos, interrumpió los contactos de alto nivel y prometió tomar medidas tanto abiertas como clandestinas.
Theresa May visitó este jueves la ciudad de Salisbury para inspeccionar el lugar donde se halló a Serguei Skripal y su hija en coma, envenenados por una neurotoxina. Se reunió con efectivos de los servicios de emergencia y salud que respondieron al ataque.
Cerca de 200 efectivos especializados en armas químicas y descontaminación ayudan a la policía con la investigación.
En tanto, funcionarios británicos y rusos intercambiaron acusaciones y las relaciones diplomáticas cayeron a niveles propios de la Guerra Fría. Gran Bretaña acusa a Rusia del ataque del 4 de marzo, que dejó a los dos en estado crítico y un agente policial en estado grave.
El secretario británico de Defensa, Gavin Williamson, calificó las relaciones bilaterales de “excepcionalmente frías” y dijo que Rusia debería “irse y cerrar el pico”.
Serguéi Lavrov, diplomático ruso, dijo que las acusaciones de Londres son una distracción para desviar la atención pública de la salida británica de la Unión Europea.
Sostuvo que las acusaciones “groseras e infundadas” contra Rusia “reflejan la situación irremediable en la que se encuentra el gobierno británico al no poder cumplir las obligaciones contraídas con el público en relación con la salida de la UE”.
El vocero del Kremlin, Dmitry Peskov no reveló cuáles serán las medidas de represalia, pero dijo que la decisión será del presidente Vladimir Putin “y no cabe duda que escogerá la opción que mejor refleja los intereses rusos”.
“Nos preocupa esta situación” y trabajaremos con paciencia para expresar la posición rusa en el escenario internacional, añadió.
El canciller británico, Boris Johnson, dijo que Rusia atacó al ex espía Skripal para dejar en claro que quienes desafían al estado ruso se “ahogarán con sus 30 monedas de plata”, haciendo referencia al relato bíblico de Judas Iscariote.
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