Dentro de la Casa Blanca se está gestando una verdadera trama de thriller político digno de ‘House of Cards’.
Los fichajes para conformar el West Wing del Presidente electo Donald Trump prometen generar tanta tensión y competencia entre los miembros, como la que se vivió a lo largo de la campaña y de la transición.
Con Reince Priebus como Jefe de personal, Steve Bannon como principal estratega y Kellyanne Conway como consejera principal, Trump ha establecido tres centros de poder en su administración, anunciando una guerra de egos para lograr los favores del presidente.
Reince Priebus
El guardián
El jefe de personal es el empleado más importante de la Casa Blanca. Gestionará su programación cotidiana y será al primero que consulte el presidente a primera hora en la mañana y el último que vea antes de irse a dormir.
Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano (RNC), fue el favorito para este cargo. Y será un actor clave para limar asperezas entre el establishment republicano y Trump, además de suavizar el discurso racista y xenófobo que se manifestó durante toda la campaña.
Stephen Miller
El profeta
Miller calentaba los motores de la multitud en todas las manifestaciones de Donald Trump, desde marzo del año pasado. Demagogo excepcional, daba discursos atractivos llenos de populismo conspirador, gesticulados con una cara casi inmóvil. Sin emociones.
Miller, de 30 años, es el cerebro detrás de la brutal retórica de Trump. Su ángulo: una vasta conspiración que desdibuja todas las posibilidades políticas de los aspirantes ‘comunes’ al poder –como Trump–, para mantener a las masas norteamericanas entorpecidas y sometidas.
El hombre es responsable de engendrar ideas tan vulgarmente ‘trumpeanas’ como: “todos los que se oponen son las personas responsables de nuestras fronteras abiertas, de nuestra clase media cada vez más empobrecida, de nuestros terribles acuerdos comerciales”.
O: “Vamos a construir ese muro alto. Y lo vamos a construir por amor. Lo vamos a construir por amor a todas las familias que quieran criar a sus hijos en paz y seguridad… por amor a América y a los estadounidenses”.
Un personaje oscuro súbitamente elevado a un papel nacional, eso sí, a fuerza de trabajo duro, lealtad y de ganarse el favor del jefe.
No es casualidad que un perfil como el de Miller haya llegado a las cúpulas del poder –y a los oídos del próximo hombre más poderoso del mundo–. En primer lugar, fue contratado por Corey Lewandowski: el famoso ventrílocuo mil usos que convirtió al irrisible y grotesco personaje que tachaba a los mexicanos de violadores y delincuentes, en un candidato serio a la presidencia de los Estados Unidos.
Según informan las fuentes de Político, Lewandowski descubrió a Miller cuando éste trabajaba en la oficina de Jeff Sessions, uno de los miembros más conservadores, nativistas y antiinmigrantes del Senado de los Estados Unidos.
Sessions, que entusiasmado se puso el saco de “Make America Great Again” y retomó –muy comprometido con la misión–, la promesa de construir un muro en la frontera, es ahora el Fiscal General de la administración entrante.
Cercano al presidente electo, Miller ocupará el puesto de principal asesor en políticas nacionales de los Estados Unidos.
El cerebro detrás de la retórica populista de Trump y el escriba de sus discursos incendiarios, fue el autor del discurso de la Convención Nacional Republicana y, será también, la pluma que escriba el histórico discurso que dará Donald Trump el día de su investidura.
Jared Kushner
El hijo pródigo
Asesor principal. Hombre de confianza. Quizá el hijo que siempre quiso. Es su consejero mayor, y fue asignado por encima de todas las normas que prohíben el nepotismo.
Kushner, un empresario inmobiliario, heredero de una extensa fortuna y dueño de uno de los periódicos más conocidos de Nueva York, está casado con Ivanka Trump.
Fue un asesor clave de su suegro durante la campaña y mantuvo su influyente omnipresencia antes, durante y después de las elecciones.
Kushner vino a sustituir las redes de influencia de Lewandowski, quien por los conflictos y el comportamiento agresivo, combinado con las polémicas fricciones que tuvo con la familia de Trump y sus confidentes más cercanos, entorpecieron sus aspiraciones.
Personas cercanas al entorno de Trump aseguraron que el problema de Lewandowski fue haberse hecho de tantos enemigos en tan poco tiempo, y especialmente del futuro jefe de Gabinete, Reince Priebus y de su influyente yerno Jared Kushner.
Tanto Priebus y Kushner fueron decisivos a la hora de forzar el despido de Lewandowski como jefe de campaña. Pero en el exilio, Corey es cercano a Trump.
Su leal colaborador anunció que comenzará una firma de Lobby en Washington DC, en lugar de aceptar un trabajo dentro de la Casa Blanca. A Trump le sirve más afuera que adentro, en donde tendrá más espacio de maniobra.
Kellyanne Conway
La mensajera
Kellyanne Conway, de 49 años, estratega republicana que ayudó a dirigir a Donald Trump hacia la victoria de noviembre y dio un toque femenino a la campaña, fue designada consejera del presidente, convirtiéndose en la mujer de más alto rango dentro de la Casa Blanca y una de sus principales mensajeras hacia el público.
“Kellyanne Conway ha sido una asesora de confianza y estratega que ha desempeñado un papel crucial en mi victoria” aseguró el millonario.
Incansable y tenaz defensora de la agenda de Trump, se encargó durante toda la campaña a desmentir y explicar lo que su jefe “realmente había querido decir”.
Ahora, en su nueva posición, será la mujer de más alto rango en la Casa Blanca, un papel que ella asegura fue establecido por el yerno y más cercano asesor de Trump: Jared Kushner.
Kellyanne Conway se unirá en el ala oeste, a unos pasos de la Oficina Oval, y trabajará junto con Sean Spicer, un veterano agente político de Washington, que será la cara y los oídos de la administración Trump como su secretario de prensa.
Junto con varios especialistas en comunicaciones de la Casa Blanca, ambos realizarán batallas diarias con los legisladores en el nombre de Trump, mientras que buscarán preservar la estabilidad política del presidente entre los votantes dentro y fuera de la capital.
Sean Spicer
Los oídos del presidente
Como su secretario de prensa, es los ojos, oídos y la cara del presidente frente al público. Todo lo que entre, salga y se filtra a la prensa, pasará por él para ser comunicado al presidente.
Spicer, de 45 años, es un defensor feroz de Trump y puede ser combativo con los periodistas. Pero también es un rostro familiar en Washington, después de haber servido durante años como portavoz principal del Comité Nacional Republicano.
Él será responsable de la relación con el cuerpo de prensa que, en esta administración, fungirá el papel antagónico, luego de una guerra tan rara y violenta desatada entre Trump y los medios de comunicación.
Los impulsos de censura de Trump son largamente conocidos. A lo largo de toda su campaña se dedicó a prohibir el acceso a mítines y conferencias de prensa a periodistas de prácticamente todos los medios. ¿Podrá hacer lo mismo en la Casa Blanca?
No se sabe hasta dónde llegará esta guerra, pero el tono ha quedado claro: durante la primera conferencia de prensa de Trump como presidente electo, Spicer ya tuvo su primer enfrentamiento con los medios cuando arremetió contra el corresponsal de CNN acusándolo de ser inapropiado.
El equipo de Trump ha insinuado que puede cambiar la manera en que se trata a los periodistas, y que posiblemente eliminen la información de prensa diaria. Una medida esperada luego de una campaña en la que Trump abiertamente ridiculiza a los periodistas por ser “basura deshonesta”.
Keith Schiller
El hombre fuerte
Uniéndose a la Casa Blanca en el papel de operador de la Oficina Oval estará Keith Schiller, director de seguridad privada de Trump.
Schiller ha trabajado con Donald Trump desde 1999, cuando fue contratado como guardaespaldas personal. Más tarde dirigió al personal de fuerza de seguridad del magnate.
Schiller protagonizó los titulares en 2015 cuando golpeó a un manifestante que sostenía un cartel de “Trump: Make America Racist Again” afuera de la Trump Tower, según el diario The New York Daily News.
Schiller y otros miembros de la seguridad de Trump están siendo demandados por este incidente, informa Político.
El presidente electo continúa empleando a un equipo privado de seguridad e inteligencia, y asegura que mantendrá a algunos miembros del equipo una vez sea presidente.
Esta decisión representa una ruptura importante con la tradición. Todos los presidentes y vicepresidentes electos confían su seguridad personal enteramente al Servicio Secreto.
Sin embargo, Trump -que valora la lealtad-, ha optado por mantener una fuerza de seguridad privada agresiva y sin precedentes, dirigida por Keith Schiller, este policía retirado de la ciudad de Nueva York y veterano de la Marina.
Los funcionarios de seguridad advierten que el empleo de personal de seguridad privado aumenta los riesgos para el presidente electo y su equipo, así como para los manifestantes, que denuncian el perfil racial del sujeto, además de la fuerza indebida y la agresión a manos de todo el cuerpo de seguridad de Trump.
Dan Scavino
La vox populi
Dan Scavino, quien dirigió sus redes sociales durante toda la campaña, hará lo mismo por él, pero en la Casa Blanca.
Scavino, quien conoció a Trump cuando era un caddie adolescente en uno de los campos de golf del multimillonario empresario, y se elevó a un puesto de alto nivel dentro de la Organización Trump, es conocido por su trabajo más notorio (y laborioso): ser el responsable de redactar los impulsos de Trump para ser publicados en 140 caracteres en Twitter.
La campaña de Trump es conocida por su inusual uso de las redes sociales para difundir su mensaje y comunicarse directamente con los millones de seguidores que votaron por él.
“Sean, Hope, Jason y Dan han sido miembros clave de mi equipo durante la campaña y la transición”, dijo el magnate.