Enojo en masa

La aprobación de una reforma migratoria se ha convertido en una guerra social en Estados Unidos. 

La semana pasada, el límite de Tijuana con San Diego se volvió el campo de batalla más reciente cuando más de 200 migrantes intentaron cruzar la frontera al mismo tiempo, en estampida, para desafiar a la Patrulla Fronteriza.

Pedro Pablo Cortés Pedro Pablo Cortés Publicado el
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Republicanos de los 232 que están en la Casa de Representantes quieren una reforma migratoria
"Desafortunadamente,  el liderazgo republicano en el Congreso continúa retrasando un voto en un tema que tiene apoyo de una gran diversidad de grupos y comunidades alrededor del país"
Catholic World NewsOrganización de noticias del mundo católico en EU
http://www.youtube.com/watch?v=45i3JclcsMI

La aprobación de una reforma migratoria se ha convertido en una guerra social en Estados Unidos. 

La semana pasada, el límite de Tijuana con San Diego se volvió el campo de batalla más reciente cuando más de 200 migrantes intentaron cruzar la frontera al mismo tiempo, en estampida, para desafiar a la Patrulla Fronteriza.

Los agentes de migración detuvieron con choques eléctricos y gas lacrimógeno a los migrantes, quienes acudieron el domingo 24 de noviembre a la misma hora respondiendo a una convocatoria que se hizo a través de volantes que promovían el movimiento denominado “Viva Villa”.

El evento, sin precedentes desde 1990, fue grabado por el documentalista Bryan Chilian, quien se enteró de lo que iba a suceder por testimonios de otros migrantes mientras trabajaba en un proyecto del Río Tijuana.

Los migrantes, que en su mayoría ya habían sido deportados, expresaron a Univisión que fueron engañados, pues les prometieron que, a través de este movimiento, iban a poder llegar a Estados Unidos sin problemas. 

Ante la multitud y la respuesta de la Patrulla Fronteriza, el video de Chilian se volvió viral en Internet y revivió el debate sobre la urgencia de una reforma que respete los derechos de los inmigrantes y los regularice.

Presión sin frontera

El rezago de la reforma migratoria es uno de los problemas más difíciles que enfrenta el presidente Barack Obama.

Grandes empresas, la prensa estadounidense y hasta grupos de la Iglesia Católica urgen al mandatario a acelerar la discusión para aprobar una ley que permita regularizar a los casi 12 millones de inmigrantes ilegales.

Las últimas encuestas de CNN, ABC/Washington Post, CBS y NBC/Wall Street Journal informan que la popularidad de Obama oscila entre 40 y 42 por ciento, el nivel más bajo desde que asumió el poder en 2009. 

Pese a que el presidente alega que la reforma no está en sus manos, The New York Times y CNN publicaron el mes pasado artículos de opinión que argumentan que él tiene la facultad de frenar las deportaciones si reformula las políticas de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE).

Facebook, Yahoo, Microsoft, Coca-Cola y McDonald’s demandan abiertamente que se apruebe una ley para aumentar el número de candidatos calificados y que Estados Unidos mantenga su liderazgo económico mundial. 

La red de noticias católicas Catholic World News informó el 20 de noviembre sobre la creación del movimiento “Fast for Families”, que urge a los republicanos del Congreso a votar por una iniciativa que no separe a las familias de migrantes.

“Desafortunadamente, el liderazgo republicano en el Congreso continúa retrasando un voto en un tema que tiene apoyo de una gran diversidad de grupos y comunidades alrededor del país”, señaló el medio.

La gente los quiere, los republicanos no

El 63 por ciento de los estadounidenses está a favor de una ley que facilite a los inmigrantes conseguir su ciudadanía, reveló la semana pasada una encuesta del Instituto de Investigaciones Públicas y Religiosas, que tiene su sede en Países Bajos.

Sin embargo, solo tres miembros republicanos del Congreso han manifestado su apoyo a una reforma de este tipo.

De hecho, ellos son el principal obstáculo para Obama.

“Depende de los republicanos en el Congreso decidir si podemos seguir avanzando como país en esta ley”, sentenció el presidente la semana pasada en San Francisco.

Migrantes divididos

Los distintos grupos pro inmigrantes no luchan por el mismo propósito.

Mientras algunos exigen que la reforma signifique un camino automático a la naturalización, a otros no les importa, simplemente desean ser residentes o tener algún documento que les permita visitar a sus familias en sus países de origen.

“Mucha gente en nuestros países depende de los que estamos aquí, y sería de mucha ayuda si pudiésemos trabajar en paz y regresar alguna vez a ver a nuestros hijos”, explicó la nicaragüense Glendy Martínez a The New York Times. 

Incluso, según el diario estadounidense, algunos piden moderar las protestas para encontrar una solución más rápidamente.

“Pienso que si nos quedamos con el mensaje de ciudadanía o nada, nos terminaríamos quedando con el nada”, expuso la argentina Alejandra Saucedo, de 43 años.

Las estadísticas también son contrastantes.

La más reciente encuesta del Pew Research Center, especializado en temas de migración, revela que en el 2012, 93 por ciento de los inmigrantes hispanos querían ser ciudadanos, ya sea que fueran indocumentados o tuvieran residencia.

Pero según estadísticas del Gobierno Federal de Estados Unidos, solo se ha naturalizado el 46 por ciento de los inmigrantes hispanos o latinos que han tenido la oportunidad de hacerlo.

El Pew Research Center también reveló que en el 2010, la tasa del flujo migratorio de México hacia Estados Unidos se volvió casi cero debido a la crisis económica y de empleo que impera en las empresas estadounidenses.

De acuerdo con el centro, del 2005 al 2010, un millón 390 mil personas emigraron de Estados Unidos a México.

Y un millón 370 mil personas salieron de México al vecino país del norte.

 

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