‘Ellos querían matarnos a todos’

"No es una democracia, no es humanidad, no es paz”, dijo un joven periodista y activista turco de 33 años de edad después del desalojo de la Plaza Taksim al que Reporte Indigo tuvo oportunidad de entrevistar.

Según reportó la agencia AP, cientos de policías vestidos con equipo antimotines quitaron barricadas de la plaza Taksim, en el centro de Estambul, y desalojaron ﷯ayer a los﷯ manifestantes que ocupaban﷯ la explanada hace más de una semana obligándolos a﷯ huir a un parque cercano, el parque Gezi, donde decenas de personas estaban acampando.

Sandra de Miguel Sanz Sandra de Miguel Sanz Publicado el
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policías salieron lesionados durante los incidentes
Un activista turco dijo que durante la represión que siguió al desalojo la policía parecía querer aplastar a todos los manifestantes
"Él (Erdogan) y sus amigos son cada día más ricos debido a que algunos tratados no son para la gente, son sólo para él. Venden las tierras forestales a las empresas de construcción, vendieron empresas nacionales de comunicación a los árabes… ellos vendieron todo a los árabes o a sus amigos”
Periodista y activista turco33 años

“No es una democracia, no es humanidad, no es paz”, dijo un joven periodista y activista turco de 33 años de edad después del desalojo de la Plaza Taksim al que Reporte Indigo tuvo oportunidad de entrevistar.

Según reportó la agencia AP, cientos de policías vestidos con equipo antimotines quitaron barricadas de la plaza Taksim, en el centro de Estambul, y desalojaron ﷯ayer a los﷯ manifestantes que ocupaban﷯ la explanada hace más de una semana obligándolos a﷯ huir a un parque cercano, el parque Gezi, donde decenas de personas estaban acampando.

Desde que los manifestantes se instalaron en el parque y en Taksim, hace doce días, estos habían estado construyendo de forma espontánea un pequeño oasis de libertad.

Como relató a Reporte Indigo el joven periodista, el ambiente parecía de carnaval tras la relativa calma que siguió a  los primeros días de protestas. El primer ministro, Recep Tayyip Erdogan,  estaba fuera del país y se rumoreaba que quizás las protestas sí fueran tenidas en cuenta o que, al menos, no se haría uso de la violencia contra los manifestantes.

Así, desde que los inconformes se instalaron en Gezi hasta ayer, cuando les desalojaron, en el parque hubo festivales de cine documental, encuentros, bailes, performances artísticas e incluso se había empezado a construir una librería abierta.

La gente vivió allí noche y día durante varias jornadas con la emoción de quien sabe que está viviendo un momento histórico.

Sin embargo, ayer, después de que la víspera las declaraciones del primer ministro sonaran aparentemente tranquilas y en ellas se asegurase que no iban a tocar a la gente, los manifestantes tuvieron que enfrentarse a las peores cargas policiales tomados, además, por sopresa.

Según explicó el activista turco con el que habló Rerporte Indigo, los anuncios del día anterior propiciaron que familias con niños permaneciesen en la plaza como un día más.

Pero eso no impidió que sobre las 7.30 horas de ayer (hora local de Turquía) los antidistubrios llegaran a la plaza y comenzaran a lanzar gases lacrimógenos, gas pimienta y chorros de agua a presión contra los inconformes.

Además, según la agencia AP, la policía quitó los enormes carteles que habían colgado los manifestantes en un gran edificio situado en el extremo de la plaza y los reemplazaron con una gigantesca bandera turca y un cartel con la imagen de Mustafá Kemal Ataturk, el venerado fundador de la república secular hace 89 años después del colapso del Imperio Otomano.

Huseyin Avni Mutlu, el gobernador de Estambul, dijo en un mensaje en su cuenta de Twitter que el operativo policiaco fue para desmontar los carteles en el edificio y en un monumento de la plaza. Sin embargo, en realidad, fue mucho más que eso. Según el joven turco que prefirió no dar su nombre por miedo a represalias, el centro de Estambul parecía ayer un auténtico campo de batalla.

Por su parte, Erdogan, que había anunciado su intención de reunirse con los manifestantes del parque Gezi hoy, después de que se lo solicitaran algunos de los inconformes, advirtió que las autoridades no permitirían la continuidad de las marchas “ilegales”, que la culpa de las protestas la tenía la prensa internacional y que los manifestantes eran grupos marginales.

El joven con el que habló Reporte Indigo señaló además que si bien los medios locales se habían mantenido al margen de la protesta durante los días previos al desalojo, ayer algunos medios aparecieron y fue delante de estas cámaras que unos hombres desconocidos atacaron a la policía con cocteles molotov, piedras y fuegos pirotécnicos, elementos que no se habían usado antes por los manifestantes, defensores de una resistencia pacífica.

Explicó que todo fue muy extraño no sólo por eso sino también porque en los alrededores de su casa, cerca Taksim, vio a policías vestidos de civil justo antes de los hechos. 

En referencia a esto, en varios medios internacionales se recogieron declaraciones de manifestantes culpando al gobierno de haber infiltrado agentes violentos para tener la excusa de proceder violentamente contra el resto de participantes y poner así fin a las protestas.

Este joven periodista, explicó asustado a Reporte Indigo que regresó a su casa después del tercer ataque porque “ellos querían matarnos a todos” y que el lenguaje del primer ministro se había tornado muy bélico, llegando a decir que ningún manifestante se acercara a la plaza porque no podían garantizar su seguridad y amenazando con ataques policiales “día y noche”. Esto último según el diario Público.

La policía ha utilizado cañones de agua y gas lacrimógeno para dispersar las manifestaciones casi todas las noches.

Cuatro personas han muerto y más de 5 mil han sido atendidos por heridas o efectos del gas durante las protestas. 

Las protestas, las mayores en Turquía en décadas, ﷯comenzaron el 31 de mayo después de un violento operativo policiaco contra un mitin pacífico de personas que se oponían a reemplazar el parque con una réplica de barracas de la era otomana y una zona comercial.

Las privatizaciones de Erdogan también causaron malestar

Un artículo publicado en el periódico quincenal español Diagonal señaló el pasado lunes que aunque los mass media centraron toda la atención en la disyuntiva islamismo-laicismo y autoritarismo-democracia, “habría que adoptar algo más de perspectiva y poner la lupa en las políticas socioeconómicas que el Ejecutivo viene desarrollando durante estos últimos años”. 

Según señala la nota, la ola de privatizaciones que se inició en 2003 también contribuyó a generar el malestar social que llevó a la protesta. Esto porque en 2002, cuando Erdogan llegó al poder, había un contexto de crisis económica en el que se acordó un programa de medidas de corte neoliberal con el FMI. Estas fueron las privatizaciones principales:

2003. Comienza la privatización de Turk Telekom, una empresa de telecomunicaciones.

2004. Compañías de licor, fábricas de acero y Aerolíneas Turcas se ponen a la venta.

2007. Se privatiza la compañía pública de tabacos de Turquía, Tekel.

2008. Dos compañías de distribución de la red eléctrica se venden, el banco estatal Halkbank también se vende.

2009. El agua de los ríos, lagos y estanques podrán transferirse a las corporaciones privadas tras la aprobación de una legislación de este año. En respuesta, se forma la plataforma “No a la comercialización del agua” y hay una manifestación masiva el 15 de marzo en Estambul en el marco del Foro Mundial del Agua.

2011. Se inician negociaciones para privatizar dos mil kilómetros de autopistas y puentes del país. 

A través de la llamada “Administración de Privatizaciones” (OIB por sus siglas en turco) el gobierno pretende poner en marcha un plan de privatizaciones que afecta a la minería, al textil, al petróleo, a la alimentación y al transporte marítimo.

La reacción no se hizo esperar. Según explica Diagonal, en febrero de ese año 10 mil personas se manifestaron en Ankara para rechazar la reforma laboral del gobierno que incluía, entre otras medidas, la reducción del salario mínimo para los jóvenes y el permiso para contratar empleados sin seguro social.

Un informe del banco español Banesto citado por Diagonal asegura que “el país está marcado por la existencia de fuertes desigualdades de rentas”.

 

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