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El factor Putin

Faltan poco más de 100 días antes de la elección presidencial en Estados Unidos y las interrogantes sobre los vínculos entre el candidato republicano, Donald Trump, y la Rusia de Vladimir Putin siguen alimentando la contienda presidencial norteamericana.

La cuenta atrás ha comenzado para los dos rivales: Hillary Clinton y Donald Trump, y este último ya se ha encontrado con un poderoso aliado: los hackers.

La posición en relación con Rusia será un tema clave para la elección presidencial
Pero Clinton podría haber respondido, invitando a Rusia a introducirse en los ordenadores de Trump y liberar sus declaraciones de impuestos; no lo hizo porque eso sería ilegal y su petición sería poco presidenciable”  
Nicholas KristofThe New York Times

Faltan poco más de 100 días antes de la elección presidencial en Estados Unidos y las interrogantes sobre los vínculos entre el candidato republicano, Donald Trump, y la Rusia de Vladimir Putin siguen alimentando la contienda presidencial norteamericana.

La cuenta atrás ha comenzado para los dos rivales: Hillary Clinton y Donald Trump, y este último ya se ha encontrado con un poderoso aliado: los hackers.

Después de que en marzo de 2013, un hacker con el nombre de “Guccifer” publicara correos electrónicos confidenciales de Hillary Clinton, exhibió cómo la entonces secretaria de Estado circulaba correos confidenciales por medio de su dirección personal, y por lo tanto insegura.

Si Hillary Clinton salió ilesa, la controversia sobre su negligencia llegó como un regalo del cielo para Donald Trump, quien ha dirigido una campaña violenta contra ella.  Clinton respondió acusándolo de tener “lealtad absoluta” a los objetivos de la diplomacia rusa.

La demócrata hizo referencia a las declaraciones que hizo Vladimir Putin en marzo de este año, sobre la falta de diversidad en el paisaje político estadounidense, cuando señaló que “las grandes familias están constantemente en el poder. No hay espacio para el cambio”.

Las declaraciones de Trump pidiendo a Rusia “recuperar los 30 mil mensajes de correo electrónicos que faltan”, fue vista como una “invitación al espionaje extranjero”, según el equipo demócrata.

El ex director de la CIA, Leon Panetta, condenó la gravedad de “pedir a uno de nuestros oponentes de participar en el espionaje nacional, sobre todo, por venir de un hombre que busca ser presidente de Estados Unidos”.

La invitación de Trump

Según el artículo “Did Putin Try to Steal an American Election?” publicado por The New York Times, Trump invitó a Rusia a introducirse en los ordenadores de Clinton.  

“Pero Clinton podría haber respondido, invitando a Rusia a introducirse en los ordenadores de Trump y liberar sus declaraciones de impuestos; no lo hizo porque eso sería ilegal y su petición sería poco presidenciable”.

Por su parte, el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, aseguró “que tiene más documentos relacionados con la campaña de Hillary Clinton”, lo que sugiere que se podría esperar una nueva fuga.

“Son extremadamente interesantes”, agregó.

Y es que el equipo de campaña de Hillary Clinton dijo haber sido objeto de un nuevo ataque informático. El comité demócrata encargado de recaudar fondos para los miembros del Congreso fue víctima de un “incidente relacionado con la cibernética”, reveló su gerente de comunicaciones, Meredith Kelly.

“La investigación está en curso. Pero en base a la información que tenemos, los investigadores observaron similitudes con los acontecimientos recientes con la intrusión a los correos internos del Comité Nacional Demócrata”.

Por el momento, Rusia aparece como el principal sospechoso, no solo para los demócratas, sino también para los responsables de las agencias especializadas de la ciberseguridad nacional.

Todos creen que Moscú está tratando de influir en la campaña electoral a favor de Donald Trump, e incluso el presidente Barack Obama no ha descartado esta posibilidad.

El Kremlin ha negado rotundamente cualquier interferencia en la campaña electoral de Estados Unidos y ha calificado de “absurda” la suposición de que Moscú esté interfiriendo.

El tema que divide

La clase política se divide en dos sobre el asunto de Rusia:

La ultraderecha y la extrema izquierda

Apoyan la política de Vladimir Putin, así como una fracción de la derecha republicana y algunos centristas y socialistas.

El ala más moderada de la derecha y la mayoría de la izquierda

Condenan las políticas de Putin, pues los valores que los países occidentales pretenden encarnar y el orden internacional se podrían ver amenazados, sobre todo en Europa.

A favor de la política rusa

Además, las recientes declaraciones del candidato republicano sobre la ocupación ilegal de Crimea, y su reconocimiento sobre la anexión a Rusia, provocaron fuertes reacciones.

En una entrevista en ABC, sugirió que Estados Unidos acepta la anexión si eso significa “que llevarán una mejor relación y una mayor cooperación en la lucha contra el Estado Islámico”, además de que, por otra parte, el candidato republicano asegura que “Putin lo trata con gran respeto.”

La relación con Rusia será un tema clave para la elección presidencial, pues este es el eje alrededor del cual se definen los valores norteamericanos, el futuro de Europa y el orden internacional.

Sobre esta cuestión, la clase política se divide en dos. Por un lado, la ultraderecha y la extrema izquierda apoyan la política de Vladimir Putin, así como una fracción de la derecha republicana y algunos centristas y socialistas.

Por otro lado, un ala más moderada de la derecha y la mayoría de la izquierda condenan las políticas de Putin, pues los valores que los países occidentales pretenden encarnar y el orden internacional se podrían ver amenazados, sobre todo en Europa.

Y es que la realidad para sus aliados europeos es que existe una guerra en Ucrania con más de 10 mil muertos y 1.6 millones de desplazados; la ocupación ilegal de Crimea; un régimen que oprime a los defensores de la libertad; una política que, en lugar de luchar contra el terrorismo islámico, prefiere apoyar el régimen genocida del presidente sirio y un Estado que en foros internacionales se opone a cualquier medida que pueda forzarle a proteger los derechos humanos.

Apoyan la política de Vladimir Putin, así como una fracción de la derecha republicana y algunos centristas y socialistas.

El ala más moderada de la derecha y la mayoría de la izquierda

Condenan las políticas de Putin, pues los valores que los países occidentales pretenden encarnar y el orden internacional se podrían ver amenazados, sobre todo en Europa.

A favor de la política rusa

Además, las recientes declaraciones del candidato republicano sobre la ocupación ilegal de Crimea, y su reconocimiento sobre la anexión a Rusia, provocaron fuertes reacciones.

En una entrevista en ABC, sugirió que Estados Unidos acepta la anexión si eso significa “que llevarán una mejor relación y una mayor cooperación en la lucha contra el Estado Islámico”, además de que, por otra parte, el candidato republicano asegura que “Putin lo trata con gran respeto.”

La relación con Rusia será un tema clave para la elección presidencial, pues este es el eje alrededor del cual se definen los valores norteamericanos, el futuro de Europa y el orden internacional.

Sobre esta cuestión, la clase política se divide en dos. Por un lado, la ultraderecha y la extrema izquierda apoyan la política de Vladimir Putin, así como una fracción de la derecha republicana y algunos centristas y socialistas.

Por otro lado, un ala más moderada de la derecha y la mayoría de la izquierda condenan las políticas de Putin, pues los valores que los países occidentales pretenden encarnar y el orden internacional se podrían ver amenazados, sobre todo en Europa.

Y es que la realidad para sus aliados europeos es que existe una guerra en Ucrania con más de 10 mil muertos y 1.6 millones de desplazados; la ocupación ilegal de Crimea; un régimen que oprime a los defensores de la libertad; una política que, en lugar de luchar contra el terrorismo islámico, prefiere apoyar el régimen genocida del presidente sirio y un Estado que en foros internacionales se opone a cualquier medida que pueda forzarle a proteger los derechos humanos.

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