El virus de la violencia
Polémicos tiroteos han ocurrido en las últimas semanas en Estados Unidos.
A los lamentables hechos de Aurora y Wisconsin se le suman lo ocurrido el lunes pasado en College Station y Alvin, ambos localizados en el estado vecino de Texas.
Y pareciera que la violencia de este tipo no da tregua a la sociedad norteamericana que se ha enfrascado de nuevo en el interminable debate político sobre las armas.
Sin embargo, los expertos en salud pública creen que es momento de darle un nuevo enfoque al problema de la violencia de este tipo.
Jorge Mireles
Polémicos tiroteos han ocurrido en las últimas semanas en Estados Unidos.
A los lamentables hechos de Aurora y Wisconsin se le suman lo ocurrido el lunes pasado en College Station y Alvin, ambos localizados en el estado vecino de Texas.
Y pareciera que la violencia de este tipo no da tregua a la sociedad norteamericana que se ha enfrascado de nuevo en el interminable debate político sobre las armas.
Sin embargo, los expertos en salud pública creen que es momento de darle un nuevo enfoque al problema de la violencia de este tipo.
La propuesta es comenzar a ver el problema no como una cuestión accidental e inevitalbe y más como una enfemedad social que se puede atender como tal.
Afirman que necesita combatirse con la misma lógica de prevención aplicada en los accidentes viales hace muchos años.
Dichas precauciones redujeron la cantidad de fallecimientos en accidentes vehiculares hace décadas, aún cuando el número de automóviles en las calles aumentó.
Es necesario plantear que la violencia con armas no es solo una cuestión de prohibición o control.
Jack Dickey, miembro de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) y representante republicano de Arkansas, muy contrario a lo que haría suponer su perfil, propuso dejar de ver el debate de las armas como una cuestión de liberales y conservadores y comenzar a verlo más como un problema social prevenible.
Un problema como lo es cualquier enfermedad o accidente, mismos que responden a factores medibles y analizables.
“La gente solía quedar ensartada (durante los accidentes viales) y culpábamos a los conductores por ello”, dijo a AP el médico Garen Wintemute, director del Programa de Investigación sobre Prevención de la Violencia (VPRP, por sus siglas en inglés) en la Universidad de California.
Pero, para reducir el número de decesos en ese entonces, no bastaba con tratar de mejorar las habilidades de conducción de las personas.
Y es así como hoy tampoco basta con abordar la violencia con armas de fuego enfocándose simplemente en las personas que perpetran los tiroteos, de acuerdo con Wintemute y otros médicos.
Lo que estos expertos proponen es un enfoque pragmático, con bases científicas, fundamentado en la realidad de una sociedad saturada de armas para buscar mejores maneras de evitar los daños que causan.
La necesidad de una nueva óptica se cristalizó el día de la masacre en el templo sij para uno de los principales expertos del país en violencia armada, el médico Stephen Hargarten, director del Centro de Investigación de Traumas de la Escuela de Medicina de Wisconsin.
El galeno atendió a varias de las víctimas del tiroteo, en el departamento de emergencias que dirige en Milwaukee.
Siete personas murieron, entre ellas el agresor, y tres resultaron gravemente heridas.
El incidente ocurrió dos semanas después de la tragedia en la que murieron 12 personas y otras 58 resultaron heridas en una sala de cine de Colorado.
Además, hay que agregar a la lista el atentado en Texas que ocurrió muy cerca de la Universidad A&M, donde murió el agresor y dos hombres más, entre ellos el alguacil del condado de Brazo y otro evento más en la ciudad de Alvin, donde un hombre intentó secuestrar a su ex novia y murió a tiros por la policía.
“Lo que me angustia es: ¿Se trata de una nueva norma social? ¿Es con esto con lo que tendremos que vivir si tenemos más acceso personal a las armas de fuego?”, dijo Hargarten.
“Tenemos un problema de salud pública que atender”, sentenció. “¿Vamos a esperar al siguiente estallido o hay algo que podamos hacer para evitarlo?”.
Y es que entre 260 y 300 millones de armas de fuego están en manos de civiles en Estados Unidos, donde cerca de un tercio de los hogares cuenta con una.
Los fusiles se emplean en dos tercios de los homicidios, de acuerdo con cifras del FBI.
En entrevista para Reporte Índigo, el Dr. Garen Wintemute propone varias estrategias a fin de combatir la violencia como problema de salud pública.
“Una medida que ha probado ser efectiva es la política del ‘punto rojo’. Los crímenes violentos tienden a ocurrir una y otra vez en los mismos lugares.
“Incluso en ciudades con altos índices de violencia, los crímenes se concentran en locaciones identificadas por la policía y la comunidad. La actividad policiaca en esos ‘puntos rojos’ llevará a una sustancial reducción del crimen”, dijo Wintemute.
Agregó que hay que identificar a los ofensores con mayor incidencia, puesto que un pequeño número de personas realizan los crímenes violentos.
Además es necesaria una estrategia llamada “interrupción de la crisis”, la cual consiste en romper el ciclo de violencia previniendo la venganza una vez que un primer episodio criminal ocurrió.
En Estados Unidos programas como éste ya han comenzado mostrando ser modestamente efectivos.
Wintemute considera que el control en la venta de armas es importante y debe expandirse.
“Estudios muestran que es útil negar la venta de armamento a todas las personas que fueron convictas por crímenes violentos, por ejemplo”, argumentó el médico de California.
“Pocos lugares en Estados Unidos hacen esto. En la mayoría del país, las personas con historiales de abuso de alcohol pueden comprar pistolas legalmente”, concluyó.
A pesar de los últimos eventos, la tendencia de crímenes con armas en Estados Unidos se mantiene estable y se espera que incremente, ya que las estadísticas de violencia aumentan en época de verano.
Analizar la problemática de los crímenes con fusiles desde esta nueva óptica, hará posible desarrollar alternativas y ofrecer soluciones más allá de las que nos pueden ofrecer los debates políticos.
(Con información de AP)