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Tras casi tres décadas de tranquilidad, Australia vivió un episodio de terror en los últimos dos días.
Un musulmán radical secuestró por cerca de 16 horas a 17 personas al interior de un café de Sídney, lo que dejó un saldo de cuatro heridos y tres muertos, incluyendo al propio atacante, un hombre y una mujer.
El atentando esparció el temor entre los australianos, quienes no presenciaban algo similar desde 1986, cuando un carro bomba explotó frente al consulado turco en el estado de Victoria.
El incidente ocurre después de que, en octubre, Australia entró a la coalición liderada por Estados Unidos (EU) para combatir al grupo terrorista del Estado Islámico (ISIS) en Medio Oriente.
El primer ministro australiano, el conservador Tony Abbott, manifestó ayer que el culpable estaba invadido por extremismo y que hubo motivaciones políticas detrás del ataque.
“(El atacante) intentó vincular sus acciones con el simbolismo del culto a la muerte de ISIS”, indicó Abbot en una rueda de prensa, luego de la liberación de los rehenes.
Las cadenas de televisión de Australia reprodujeron imágenes en las que aparecen rehenes en la ventana con una bandera negra relacionado con grupos árabes fundamentalistas.
“No hay dios sino Alá; Mahoma es el mensajero de Alá”, rezaba el estandarte.
El diario australiano The Age reportó ayer que el atacante fue Man Haron Monis, un hombre iraní de 50 años conocido por mandar mensajes de odio a familias de soldados australianos y estar acusado de asesinar a su propia exesposa.
“Recientemente, recibió cargos por más de 50 acusaciones de abuso sexual que se relacionan con la época en la que, presuntamente, pasaba el tiempo como un autoproclamado ‘curador espiritual’ de magia negra”, informó el medio.
Cunde el pánico
Las imágenes de los rehenes que escaparon del café con las manos en alto sembraron el medio.
Políticos federales y estatales emitieron alertas, otros estados reforzaron la vigilancia, el transporte público de Sídney modificó sus rutas, edificios cerraron y escuelas cancelaron las clases.
Para los analistas, el atacante cumplió su objetivo: infundir el terror.
“¿Por qué los activistas políticos usan el terrorismo? Australia dio al mundo una lección. Ellos usan el terrorismo para ganar atención, para causar miedo y usar ese medio para producir una reacción excesiva. Esa reacción excesiva es su medida de éxito”, escribió Peter Hartcher, de The Sydney Morning Herald.
Al asegurar que el ataque no representa los valores del Islam, la comunidad musulmana de Australia condenó de forma pública los hechos, pues teme que haya represalias e intolerancia.
“Mi reacción es de impacto, horror, aversión y de profunda consternación”, dijo a la Australian Broadcasting Company Aftab Malik, líder de la Asociación de Musulmanes Libaneses.
“Siento que la comunidad musulmana ha estado enfrentando una serie de eventos desafortunados”.
Australia vs. ISIS
Cuando el Gobierno australiano anunció, en septiembre, que se uniría a la coalición de Estados Unidos (EU) contra ISIS, elevó su nivel de alerta por amenaza de terrorismo a “alto”.
Australia envió más de 600 miembros de sus fuerzas armadas a Medio Oriente, además de apoyar en los bombardeos aéreos.
El primer ministro ha hablado en repetidas ocasiones para condenar los ataques de ISIS, lo que ha ocasionado que los musulmanes radicales respondan con videos en los que amenazan al país oceánico.
Aunado a esto, la Organización de Inteligencia y Seguridad Australiana (ASIO) ha informado que cerca de 70 australianos forman parte de tres mil militantes occidentales que están en las filas de ISIS.
El Gobierno ha cancelado más de 100 pasaportes a personas que han intentado viajar para unirse a los yihadistas.