Desde que éramos niños, hablar de astronautas era sinónimo de aventura. No cruzaba por nuestras mentes que pasar meses dentro de una nave espacial podría pasar de emocionante a depresivo.
Sin embargo, un estudio reciente comprobó que uno de los principales obstáculos para explorar el espacio son los problemas de sueño a los que se enfrentran los astronautas cuando pasan mucho tiempo dentro de estos vehículos.
El experimento, financiado por agencias espaciales europeas y rusas, comprobó que el comportamiento de seis voluntarios que simularon un viaje de 17 meses es similar al de las aves o los osos cuando están listos para hibernar.
Según reporta Seth Borenstein para la AP, la experiencia hizo que la mayoría de los “tripulantes” entraran en un estado prolongado de depresión.
Cuatro de ellos tuvieron problemas severos de sueño, y todos presentaban somnolencia profunda y prolongada.
Algunos de los participantes evitaban ejercicios básicos y se arrinconaban en recovecos.
El principal investigador, David Dinges, experto en sueño por la Universidad de Pensilvania, dijo que los científicos no pueden determinar si el letargo fue solo por insomnio o falta de sueño, o si también influyeron otros factores como la falta de privacidad y el estar lejos de seres. Aún así el problema identificado representa una amenaza para las ambiciosas misiones en el espacio.
Y es que, por ejemplo, un viaje a Marte –el planeta más cercano a la Tierra– toma seis meses solo de ida.
Existen millones de ‘Tierras’
Los científicos ahora cuentan con 17 mil millones de oportunidades para encontrar vida en otro planeta.
Según un nuevo cálculo, una de cada seis estrellas en nuestra galaxia tiene en órbita un planeta de tamaño similar al de la Tierra, lo que significa que hay por lo menos 17 mil millones de planetas parecidos al nuestro. Y aunque esto no significa que esos planetas sean habitables, es un punto de partida esperanzador para los científicos que buscan mundos como el nuestro.
Dos grupos obtuvieron cálculos similares tras un nuevo análisis de los datos aportados por el telescopio Kepler de la NASA, lanzado en el 2009.
El objetivo ha sido desde hace tiempo descubrir un planeta de tamaño similar a la Tierra situado en la llamada zona Ricitos de Oro, un margen que no es demasiado caliente ni demasiado frío, y donde podría haber agua en forma líquida.