En una entrevista en marzo de 2011, Juan Manuel Santos dijo que le gustaría pasar a la historia como el presidente colombiano que firmó un acuerdo de paz con la guerrilla. Ahora, para lograrlo, tiene que superar la oposición de su antiguo mentor y una historia de engaño por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para forjar un acuerdo de paz con el grupo rebelde más grande del país.
Pero, sobre todo, tiene que lograr que sus diferentes posturas ideológicas –él perteneciente al Partido Social de Unidad Nacional, de derecha y neoliberal, y la organización de extrema izquierda, marxista-leninista– encuentren puntos de consenso.
Y esto porque Santos dijo el martes que su gobierno se sentará en octubre con representantes de la guerrilla en Oslo, Noruega, con el fin de mantener unas conversaciones que pongan fin al más largo conflicto civil de América Latina.
Serán las primeras conversaciones que se produzcan en una década entre el gobierno y las FARC y llegan cuando, tras medio siglo de conflicto, éste se encuentra en punto muerto.
A pesar de que la guerrilla ha incrementado sus ataques este año, sus filas se han reducido a la mitad en la última década, varios de sus líderes han sido asesinados y el resto de las unidades rebeldes han sido empujadas a zonas remotas de la selva, como resultado de una campaña financiada por Estados Unidos.
Antecedentes desalentadores
El último proceso de paz se derrumbó en 2002 después de que las FARC utilizaron una zona desmilitarizada del tamaño de Suiza para rearmarse y organizar secuestros de políticos de alto perfil.
Durante las conversaciones de entonces, el presidente Andrés Pastrana fue fotografiado sentado en una mesa de negociación junto a una silla de plástico vacía, mientras esperaba en vano al comandante rebelde Manuel Marulanda. Él nunca se presentó, y la imagen de la silla vacía se convirtió en un símbolo de la falta de compromiso de los rebeldes con sus palabras.
“No hay ninguna garantía de que las FARC no van a seguir jugando”, dijo Shifter, presidente de Diálogo Interamericano. Por esto, Santos, tratando de evitar los errores del pasado, dijo que no habría retirada de tropas para facilitar las conversaciones y que algunas operaciones se intensificarían.
También prometió que las negociaciones durarían meses, no años, como en el intento de pacificación anterior.
Sin embargo, dijo que, por el momento, los representantes de las FARC habían cumplido con su palabra de mantener las negociaciones de los últimos seis meses con funcionarios del gobierno en La Habana en secreto.
Esas negociaciones condujeron al acuerdo del martes.
“Es un camino difícil, sin duda, muy difícil, pero es un camino que debemos explorar”, dijo Santos, de 61 años, en un discurso televisado a nivel nacional, y agregó que el fuerte crecimiento económico ha sentado las bases para la paz.
La postura de las FARC
Por su parte, negociadores de las FARC dieron una conferencia de prensa poco frecuente en La Habana el martes para presentar un mensaje en video del líder rebelde Rodrigo Londoño, más conocido por su alias, Timochenko.
Este acusó a los militares colombianos de actuar como “sangre de dientes de vampiros” al servicio de las multinacionales que buscan controlar la riqueza del país.
“Para nosotros es muy claro que la clave de la paz no está en las manos del presidente o del comandante de las FARC”, dijo Timochenko, jefe de una secretaría de 7 hombres de las FARC después de la muerte de su predecesor, alias Alfonso Cano, en 2011, en un ataque aéreo de los militares.
Al tiempo que lamentó la negativa del gobierno a ceder territorio, Timochenko dijo que las FARC aceptaron las conversaciones por la voluntad de Santos de discutir una agenda de 6 puntos que incluye reivindicaciones históricas rebeldes como el desarrollo agrario o la concesión de más poder político a campesinos.
La presión de Uribe
Además de una postura firme contra las FARC, Uribe está dispuesto a “atacar implacable y ferozmente” el proceso, según dijo Shifter.
Aunque Santos fue responsable de algunos de los mayores golpes contra las FARC como ministro de Defensa de Uribe, su ex jefe le acusa de socavar los logros en seguridad.
“¡Qué vergüenza que los asesinos de las FARC y los secuestradores sean hoy figuras políticas engañando al mundo con sus charlas!”, escribió Uribe el martes en Twitter.
Uribe también dijo que la participación de las FARC sirve como “propaganda electoral” a Chávez para los comicios del 7 de octubre.
Los otros actores
El gobierno de Chávez, acusado por Estados Unidos de dar refugio a líderes de las FARC y de proporcionar armas al grupo, acompañará el proceso junto con Chile, cuyo multimillonario presidente Sebastián Piñera es un aliado de Santos. Noruega y Cuba serán el corredor de las negociaciones, de acuerdo con el convenio marco firmado por los representantes de ambas partes.
“Esperemos que este intento de lograr la paz no falle”, dijo Chávez en un discurso felicitando a Santos el martes por la noche y al líder de la guerrilla. “Ha habido bastante guerra”.
El presidente Obama instó a las FARC a aprovechar la oportunidad para poner fin a “décadas de terrorismo y al narcotráfico”, según declaró la prensa de la Casa Blanca que reafirmó también la “larga asociación de defensa y seguridad” de Estados Unidos con Colombia, que ha recibido del país más de 8 millones de dólares de ayuda desde 2002.
Cualquier intento de reincorporar a la guerrilla a la vida política y civil –otra parte de la agenda de negociación– tendría que superar los retos planteados por las víctimas de los rebeldes y los grupos de derechos humanos, que se oponen a la amnistía para los acusados de atrocidades.
El mercado reacciona
Como reflejo de la incertidumbre que plantean las negociaciones, la reacción de los inversores el martes fue de silencio.
El punto de referencia, el índice de las acciones IGBC, cayó un 1.1 por ciento, en línea con las pérdidas en otras partes de América Latina.
“El mercado se centrará en lo que va a venir en las 2 primeras semanas de octubre”, dijo Daniel Velandia, director de investigaciones de la correduría Correval SA en Bogotá.
Si un acuerdo es alcanzado contra todo pronóstico, la inversión que ya alcanzó niveles récord en los últimos repuntará aún más, dijo Heather Berkman, analista de Nueva York, de Eurasia Group.
Las victorias sobre las guerrillas han abierto grandes extensiones de campo a las empresas para explorar crudo, carbón y oro y han permitido a la estatal Ecopetrol expandir la perforación en áreas previamente controladas por los rebeldes marxistas. Eso es exactamente lo que Santos se está jugando.
(C) 2012, Bloomberg News
Dispuestos al desarme tras muerte de ‘Danilo’
Por Sandra de Miguel
Los militares colombianos dieron muerte ayer a ‘Danilo’, jefe del frente 33 de la guerrilla y mano derecha de ‘Timochenko’.
Hacía apenas unas semanas que acababa de conocerse que el gobierno de Juan Manuel Santos había iniciado conversaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para emprender un proceso de paz que comenzaría en octubre en Oslo.
Danilo había sido el responsable de más del 70 por ciento de las acciones contra policías y militares y en los últimos 4 años de las emprendidas contra pobladores, infraestructura vial y petrolera y torres eléctricas.
A pesar del temor inicial a que este acontecimiento entorpeciera el proceso, según informa el diario El País, horas después de conocer la muerte de ‘Danilo’, las FARC anunciaron que pedirán al gobierno el alto el fuego bilateral en cuanto arranquen las conversaciones: “Vamos a discutirlo ahí en la mesa, tenemos ya un punto definido que es el de tierras, pero también vamos a hablar del cese de fuego bilateral”, aseguró uno de los voceros.
Contra todo pronóstico, la organización subversiva manifestó estar dispuesta a entregar las armas y a desmovilizarse.