El exrebelde Gustavo Petro quedó el domingo a un paso de hacer historia y convertirse en el primer presidente de izquierda en Colombia, un país tradicionalmente gobernado por los conservadores y los moderados, luego de una ajustada campaña con el magnate Rodolfo Hernández.
En el conteo preliminar de la Registraduría y con cerca del 99% de las urnas contabilizadas, Petro obtenía 50,49% y Hernández 47,25%. La elección se declarará luego del escrutinio que tiene validez jurídica y con el cual se verifica y consolida la votación días después. Históricamente en Colombia los resultados preliminares han coincidido con los finales.
En la sede de campaña de Petro ya habían comenzado las celebraciones y en la tarima se leía “Gracias Colombia”.
“Hoy es día de fiesta para el pueblo. Que festeje la primera victoria popular. Que tantos sufrimientos se amortigüen en la alegría que hoy inunda el corazón de la Patria. Esta victoria para Dios y para el Pueblo y su historia. Hoy es el día de las calles y las plazas”, escribió Petro en su cuenta de Twitter.
La de Petro sería la más reciente victoria política de la izquierda en América Latina alimentada por el deseo de cambio de los votantes. Chile, Perú y Honduras eligieron presidentes de izquierda en 2021 y en Brasil, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva lidera las encuestas para las elecciones presidenciales de este año.
Los colombianos han dado un giro drástico al elegir a un candidato de oposición al gobierno del actual presidente conservador Iván Duque, quien entregará el poder el 7 de agosto y ha enfrentado bajos niveles de popularidad luego de atravesar la pandemia y sortear en 2021 multitudinarias protestas contra una reforma fiscal que luego derivaron en reclamos por la desigualdad, la violencia policial y el desempleo.
Petro, de 62 años, ha prometido gobernar para “los nadies y las nadies”, es decir, las minorías y los pobres, que en Colombia alcanzan el 39% de la población, según cifras oficiales de 2021. Petro, con un discurso populista y en contra de las élites, buscaría aumentar los impuestos a los más adinerados y plantea ampliar las garantías sociales que da el Estado a la población con educación pública gratuita desde la infancia hasta la universidad, empleo con un salario básico a quienes no lo encuentren y aumento de los subsidios.
En su tercer intento por llegar a la presidencia venció su mayor obstáculo: el antipetrismo. En su juventud militó en la extinta guerrilla M-19 y entregó las armas en 1991 cuando el movimiento insurgente firmó un acuerdo de paz con el Estado.
Sus detractores temen que, con la llegada de la izquierda, Colombia “se convierta en otra Venezuela”, su vecino inmerso en una crisis política y social que ha causado la migración de 2,2 millones de venezolanos hacia Colombia.
Durante la campaña, Petro se dedicó a contradecirlos y prometió -incluso firmando bajo juramento- que no expropiará bienes, respetará la propiedad privada, las creencias religiosas y las pensiones.
En sus primeros 100 días Petro enfocaría sus esfuerzos en un plan de emergencia contra el hambre, impulsaría un ingreso vital de medio salario mínimo (128 dólares) para las madres cabezas de hogar, suspendería los pilotos de fracking, una técnica utilizada para sacar gas y petróleo de rocas profundas, y condonaría los créditos de 10.000 jóvenes en el Icetex, la entidad estatal que financia la educación superior.
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Petro, quien ha sido senador y alcalde de Bogotá, impulsaría desde la presidencia una rápida transición energética, porque considera que Colombia debe pasar de una “economía depredadora” a una para “la vida”. Durante la campaña aseguró que no emitiría nuevas licencias de explotación petrolera, lo que golpearía una industria que representa casi el 4% del Producto Interno Bruto.
Francisco Lloreda, presidente ejecutivo de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP), explicó a The Associated Press que el sector es “muy importante en la generación de recursos para la nación, aporta alrededor del 18% de los ingresos fiscales”.
El nuevo presidente electo está dispuesto a reanudar las relaciones diplomáticas con Venezuela, rotas desde 2019 por Duque y Nicolás Maduro. También haría cambios en las relaciones con Estados Unidos buscando una renegociación del tratado de libre comercio que firmaron las dos naciones hace una década y buscando nuevas salidas en la lucha contra el narcotráfico. Petro está en contra de las fumigaciones aéreas con glifosato para disminuir los cultivos de coca, aunque el uso de este herbicida está prohibido en el país por el principio de precaución.