El debate equivocado sobre la inmigración
Concentrémonos en lo que es importante. Los legisladores deben encontrar el valor y el sentido común necesarios para quebrar el impasse sobre la inmigración, de manera tal de asegurar la frontera, proporcionar trabajadores para las empresas, facilitar la inmigración legal al país y brindar, a lo que se calcula que son 11 millones de inmigrantes ilegales en los Estados Unidos, un camino ganado a una categoría legal, con o sin ciudadanía. Y sería importante hacer algo que ninguno de los dos partidos políticos quiere hacer: sostener una discusión honesta.
Rubén NavarreteConcentrémonos en lo que es importante. Los legisladores deben encontrar el valor y el sentido común necesarios para quebrar el impasse sobre la inmigración, de manera tal de asegurar la frontera, proporcionar trabajadores para las empresas, facilitar la inmigración legal al país y brindar, a lo que se calcula que son 11 millones de inmigrantes ilegales en los Estados Unidos, un camino ganado a una categoría legal, con o sin ciudadanía. Y sería importante hacer algo que ninguno de los dos partidos políticos quiere hacer: sostener una discusión honesta.
Pero no es importante que llamemos a los que viven en Estados Unidos sin los documentos apropiados “inmigrantes ilegales”, en lugar de “trabajadores indocumentados”, “visitantes autorizados” o cualquiera que sea el último término políticamente correcto.
En respuesta a una pregunta que se le formuló este mes en la Escuela de Derecho de Yale, la primera latina en la Corte Suprema advirtió contra el uso de términos tales como “extranjero ilegal” y expresó que etiquetar a los inmigrantes como delincuentes le parece “insultante”.
“Pienso que la gente entonces pinta a esos individuos como algo menos valioso que seres humanos, y eso cambia la conversación,” dijo Sotomayor.
La conservadora locutora radial, Laura Ingraham, atacó a Sotomayor, afirmando que su “lealtad obviamente va a los orígenes inmigrantes de su familia y no a la Constitución de los Estados Unidos”.
¿Quién tiene razón? – ¿Sotomayor o Ingraham? Ninguna de las dos.
Con respecto a Sotomayor, estoy de acuerdo con que “extranjero ilegal” es inaceptable, como lo es también utilizar “ilegal” como sustantivo.
Pero hay otro término, que Sotomayor no mencionó —“inmigrante ilegal”. No hay problema con esa frase. Algunos críticos disienten y afirman que hasta ese término, más inofensivo, “deshumaniza” a los individuos y promueve el racismo.
Tonterías. ¿Una frase de dos palabras hace todo eso? ¿Saben qué es lo que “deshumaniza” a los inmigrantes? El hecho de que muchos de ellos hayan sido deportados por este gobierno, una medida que, algunos de los que están furiosos sobre cómo llamarlos, han ignorado o excusado.
Pero todo esto no concierne a los inmigrantes ilegales. He entrevistado a muchos de ellos en el curso de los años y nunca me he encontrado a alguno preocupado por la terminología. Las cinco cosas que quieren de este país son: un trabajo; un permiso de trabajo para poder mantener a sus familias; una licencia de conducir para poder ir al trabajo; poder cruzar la frontera para visitar parientes; y que los dejen en paz.
Concierne a unos idealistas de buenas intenciones, que quieren defender a los inmigrantes ilegales pero no quieren mancharse las manos con la idea de que están defendiendo a individuos que han quebrado la ley. Por eso fingen que no se ha violado ley alguna.
No funcionará. Primero, los que queremos la reforma migratoria sostenemos que hay que dar la oportunidad a los inmigrantes ilegales de reparar toda acción incorrecta, mediante una legalización ganada. ¿Y después, los vigilantes de las palabras sostienen que los inmigrantes no hicieron nada malo?
Los republicanos del Congreso que están dispuestos a conceder categoría legal a los inmigrantes ilegales no están pidiendo mucho. Pero sí necesitan una cosa: la admisión de haber obrado mal por parte de los inmigrantes ilegales que quieran rectificar su situación con la ley.
Afirmar que no se quebró ninguna ley y que los que están aquí ilegalmente son realmente “indocumentados” o “no-autorizados” acabará con la reforma, con certeza.
Ingraham pasó por alto todo esto y prefirió simplemente criticar a Sotomayor por estar demasiado comprometida con “los orígenes inmigrantes de su familia”. ¿Qué orígenes inmigrantes de su familia son esos? Aparentemente, la geografía no es el fuerte de la locutora. Sotomayor es puertorriqueña. Como lo eran también sus padres. Los puertorriqueños son ciudadanos de Estados Unidos, no inmigrantes.
¿Piensa Ingraham que Sotomayor es mexicana? ¿Salvadoreña? ¿Peruana? ¿Piensa ella que los 53 millones de latinos de los Estados Unidos tienen las mismas creencias y los mismos orígenes inmigrantes? ¿Realmente?
¿Y qué sobre la implicancia de que Sotomayor cree lo que cree por algún tipo de “lealtad”? ¿Los estadounidenses blancos tienen que aguantar imputaciones como ésa, o se las reserva para las minorías? Independientemente de si Ingraham está o no de acuerdo con Sotomayor sobre terminología, debería al menos tener el profesionalismo y la cortesía de suponer que el punto de vista de la jueza proviene tanto de su cabeza como de su corazón.
Pero nos estamos adelantando. Los estadounidenses aparentemente no están listos para determinar cómo debemos hablar de los inmigrantes ilegales. Ni siquiera sabemos cómo hablar mutuamente.