El partido español de ultraderecha obtuvo más poder gracias a los resultados de las elecciones generales del pasado 10 de noviembre. Vox pasó de 24 a 52 escaños y de ser la quinta fuerza a colocarse en el tercer lugar en el Congreso de España.
El partido logró este ascenso porque se posiciona en contra del independentismo catalán y las políticas identitarias, es decir, esfuerzos en los que grupos de personas que tienen una identidad racial, religiosa, étnica, social o cultural en particular priorizan alianzas entre ellos para cumplir sus objetivos políticos sobre los vínculos con otras agrupaciones.
También obtuvo más votos porque es un partido con propuestas en contra de la migración y rechaza a las otras fuerzas políticas de derecha: Partido Popular (PP) y Ciudadanos.
Ana Fernández-Cebrián, profesora de estudios ibéricos contemporáneos en la Universidad de Columbia, explica que Vox es un partido que creció en torno al conflicto catalán que se agravó tras conocerse las sentencias que el Tribunal Supremo impuso a los políticos y activistas presos como consecuencia del proceso independentista de Cataluña.
“Vox obtuvo enorme protagonismo mediático al presentarse como acusación popular en el juicio, lo que lo convierte para muchos votantes en un partido de referencia a la hora de ‘salvaguardar’ la identidad nacional y la supuesta ‘unidad’ de España”, asegura la especialista.
Las críticas más duras al fallo provinieron de Vox. En la entrada del Tribunal Supremo, el presidente del partido Santiago Abascal calificó la sentencia de “muy desafortunada” y dijo que los hechos tienen que ser juzgados como “más que una algarada callejera”.
Abascal también trasladó la responsabilidad del fallo al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y PP. Fernández-Cebrián agrega que Vox también tuvo un discurso xenófobo durante las semanas de campaña para insistir en la idea de un estado de bienestar racista que discriminaría a los migrantes.
“Hoy también denunciamos con toda claridad que los gobiernos del PSOE y PP (con el permiso de Ciudadanos) llevan años escondiéndose detrás de los tribunales para no afrontar la amenaza separatista”, publicó en su cuenta de Twitter Abascal después de la sentencia.
En este sentido, 240 mil 294 catalanes votaron a la formación ultraderechista (6.3 por ciento del censo), lo que supone 92 mil sufragios más que en las elecciones del pasado 28 de abril. La mayoría lo hizo en la provincia de Barcelona, donde el partido logró ocupar dos asientos en el Congreso.
Fernández-Cebrián agrega que Vox también se posicionó en contra de las políticas de identidad de los partidos de izquierda durante la campaña y eso le permitió ocultar sus propuestas económicas para obtener más votos.
“Se trata de un partido que funciona como caja de resonancia contra las llamadas políticas de identidad mientras acusa a los partidos de izquierdas de erigirse como portavoces del feminismo, de los derechos de las personas LGBTTTI+ y de lo que denominan el ‘fracaso de la multiculturalidad’ y el ‘buenismo progresista”, comenta la profesora.
La especialista en estudios ibéricos contemporáneos añade que este discurso permite a Vox tener presencia en los medios de comunicación y al mismo tiempo evita que hablen sobre su programa económico neoliberal, que tiene como objetivo acabar con principios básicos del estado de bienestar español como el sistema de pensiones de jubilación.
En ese sentido, la profesora describe que Vox hace una crítica a lo que la filósofa y teórica feminista Nancy Fraser denomina neoliberalismo progresista, una corriente presente en partidos de izquierda que, según la especialista, reivindica las políticas de género como el matrimonio igualitario, pero deja fuera la protección social y económica de las mujeres y otros colectivos discriminados por razones de género.
“Vox apuntaría a esa contradicción para reivindicar unas identidades ultraconservadoras apelando al mismo tiempo a la nostalgia por las ‘tradiciones’ culturales e identitarias”, dice la docente.
Vox aboga por la derogación inmediata de la Ley de Violencia de Género y promulgar una ley de violencia intrafamiliar que proteja por igual a ancianos, hombres, mujeres y niños. También reclama la “supresión de organismos feministas radicales subvencionados” y la “persecución efectiva de denuncias falsas”.
¿Quiénes votan por Vox?
Vox aumentó 900 mil votos en comparación con las pasadas elecciones de abril, lo que lo coloca como un partido que ocupa el 15 por ciento del voto en España, con 3.6 millones de boletas.
Fernández-Cebrián explica que Vox duplicó su porcentaje de votos en los municipios con rentas más altas frente a los municipios con rentas más bajas, es decir, su apoyo aumentó en las regiones más ricas.
La docente puntualiza que el trasvase de votos de las clases trabajadoras no se produjo en España durante las elecciones pasadas, es decir, Fernández-Cebrián considera que Vox aún no es una opción para los sectores del país que entraron en proceso de precarización desde 2008 y que no se han recuperado.
“(Vox) no es una alternativa social para aquellos sectores de población que líderes como (Marine) Le Pen o (Matteo) Salvini han señalado como los ‘olvidados por la izquierda’, como los perdedores de las consecuencias de la globalización en los Estados europeos”, concluye la especialista.
Vox ya es la tercera fuerza política de España, pero aún no es la opción para las clases trabajadoras. Ahora solo queda esperar los esfuerzos de los 52 diputados del partido de ultraderecha para imponer su agenda en el Congreso.