El legado de Correa

Tras más de 10 años al frente de la presidencia, y después de ser reelecto en dos ocasiones, el mandatario ecuatoriano Rafael Correa se prepara para dejar el cargo después de haber transformado, para bien y para mal, el país sudamericano.

Uno de los alumnos más avanzados de los hermanos Castro y del venezolano Hugo Chávez decidió no participar en el proceso electoral para renovar la presidencia, aunque a través de su candidato, Lenin Moreno, pretende la continuidad de su legado.

Carlos Salazar Carlos Salazar Publicado el
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38.8%
de los votos fueron para Lenin Moreno

Tras más de 10 años al frente de la presidencia, y después de ser reelecto en dos ocasiones, el mandatario ecuatoriano Rafael Correa se prepara para dejar el cargo después de haber transformado, para bien y para mal, el país sudamericano.

Uno de los alumnos más avanzados de los hermanos Castro y del venezolano Hugo Chávez decidió no participar en el proceso electoral para renovar la presidencia, aunque a través de su candidato, Lenin Moreno, pretende la continuidad de su legado.

A pesar de la victoria del candidato oficialista en los comicios del pasado domingo 19 de febrero, los números no le alcanzan para proclamarse presidente y tendrá que enfrentarse a Guillermo Lasso en una segunda vuelta.

Moreno no logró alcanzar el 40 por ciento de los votos necesarios para llegar al Palacio de Carondelet. El candidato del Gobierno alcanzó el 38.8 por ciento de los votos por un 28.5 de su contrincante.

La jornada electoral del pasado fin de semana fue una especie de referéndum al mandato de Correa.

Aunque el candidato impulsado desde el gobierno partía con la ventaja en los sondeos previos, al final, los números no le alcanzaron para cerrar las casillas tras la primera vuelta, y la continuidad del programa político de Correa está en riesgo.

En un mano a mano entre el candidato de Correa y la oposición, los números podrían cerrarse y al día de hoy, el resultado es impredecible, dado el ambiente polarizado que persiste en Ecuador.

La transformación que ha logrado en la última década ha sido profunda y no exenta de polémica, pues aunque ha logrado sacar a una buena parte de la población de la pobreza, no es menos cierto de que se han restringido libertades, por citar un ejemplo.

Con sus acciones de gobierno, con su omnipresencia no solo en las decisiones del Estado, sino en gran parte de la vida en Ecuador, Correa ha logrado sumar tantos adeptos como ganar detractores.

Siendo el único presidente en los últimos 20 años que ha logrado terminar su periodo de gobierno, y quien ha permanecido por más tiempo al frente de la presidencia, Correa también se juega una gran parte de su futuro político en la segunda vuelta el próximo abril.

Aunque su nombre no aparece en la boleta electoral, Moreno es su apuesta personal para asegurar la continuidad de su obra, y por qué no, permitirle un regreso a la silla presidencial en cuatro años. Él mismo ha admitido que podría presentarse a las urnas en 2021.

Un nuevo Ecuador

Cuando Rafael Correa se presentó a los comicios en el 2006, Ecuador se encontraba inmerso aún en las secuelas que dejó la crisis de 1999, sumada a una inestabilidad en sus instituciones.

Desde que la nación sudamericana retomó la democracia en 1978 hasta 2006, había tenido 12 presidentes, entre ellos un interino, una presidenta que estuvo tres días en el poder, y una junta cívico-militar que duró unas horas.

Correa supo capitalizar el reclamo social que exigía un cambio de régimen, y a través de su imagen como un líder fuerte, logró una renovación de la política y de la identidad nacional.

A través de la “Revolución Ciudadana”, Correa se encargó de replantear a una velocidad vertiginosa la forma de hacer política en Ecuador, y uno de sus mayores legados fue la promulgación de la Constitución de 2008.

A pesar del respaldo popular con que contó la Carta Magna, sus detractores señalaron los riesgos de la misma, pues a través de ella se le da una peligrosa concentración de poder al mandatario.

Otro aspecto que caracterizó a su gobierno fue el intento de acercar al Ejecutivo a toda la población a través de sus gabinetes itinerantes, que se trasladaban a sesionar a diversos puntos del país.

La bonanza petrolera fue utilizada como motor económico, lo que le permitió sacar a un gran porcentaje de la población ecuatoriana de la pobreza hasta 2014, cuando el precio internacional del crudo se empezó a resentir.

Durante los años dorados del petróleo, el gobierno ecuatoriano multiplicó el gasto social, con una inversión nunca antes vista en salud y educación, por ejemplo.

No todo ha sido positivo durante la década de Correa. Sus principales críticos señalan la concentración de poder que ha amasado a través de diversas reformas constitucionales.

El largo brazo de Correa está presente en muchos de los aspectos de la vida pública del país, desde los tribunales de justicia, las universidades, e incluso los medios de comunicación.

Continuidad o cambio de rumbo

Tras 10 años en el poder, teóricamente Correa se hace a un lado (al menos durante cuatro años), aunque su obra y su herencia permanecerán sea cual sea el resultado electoral del próximo abril.

Hay voces que piden un cambio de régimen, principalmente ahora que el país está resintiendo los estragos del fin de la bonanza petrolera, lo que ha puesto un freno al crecimiento económico y ya impacta en la vida diaria de la población.

Sus principales críticos acusan a Correa de no haber administrado los recursos petroleros, acusándolo de dispendio y de poca previsión hacia el futuro, sin ahorro ni inversión en proyectos de largo plazo que permitieran hacer frente a escenarios adversos.

El gobierno entrante, estará atado de manos ante el endeudamiento del Estado y a los bajos precios del petróleo, sostén de su economía, además de una preocupante situación económica y de desempleo.

Aunque en principio hay similitudes con la doctrina de la ‘Revolución Boliviariana’ emprendida por Hugo Chávez en Venezuela, el régimen socialista de Correa fue un modelo mixto, que si bien privilegiaba la redistribución de la riqueza, fue también en cierta forma respetuoso con el emprendimiento y la iniciativa privada.

Sin embargo, con la situación actual en Ecuador, los comicios en abril podrían significar el fin de este régimen, y su sustitución por un modelo económico más liberal y abierto que intente un nuevo impulso a la adversa situación económica.

 

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