Alrededor del mundo, cada gobierno decide cómo enfrentarse a la oposición. En 1980, el entonces presidente de Corea del Sur, Chun Doo-hwan, optó por un escenario violento, dejando sin vida hasta a mil personas.
Fue en la ciudad de Gwangju donde esa cantidad de muertos fue registrada, luego de que una gran parte de sus habitantes decidiera manifestarse en contra de la administración federal, en especial de la Ley Marcial, con la que la dictadura le concedió todas las facultades a las fuerzas armadas para resguardar el orden público.
Bajo ese escenario, al ver a miles de personas salir a las calles tomando el control de la ciudad, los disparos de parte de los uniformados comenzaron a resonar, convirtiendo esas escenas en las más trágicas de la historia reciente del país asiático, en especial para el recién fallecido Chun-Doo hwan.
El pasado lunes, el expresidente perdió la vida a los 90 años por motivos de salud, dejando cicatrices en la sociedad surcoreana difíciles de reparar, aún cuando también heredó huellas contrarias al impulsar la economía de su país.
Ha muerto el dictador Chun Doo Hwan, la voz que ordenó la represión conocida como la masacre de Gwangju de 1980, uno de los momentos más tristes del s.XX en Corea del Sur que sigue formando parte del trauma colectivo. pic.twitter.com/d5NDC2izBP
— Nhoa Lee🇰🇷🍂🍠 (@nhoalee) November 23, 2021
Con su muerte y los recuerdos de su mandato, no se prevé que un gobierno militar como el suyo vuelva a tomar el poder de Corea, principalmente porque la democracia ha liderado desde 1989, y porque sus propios ciudadanos no lo permitirían, así lo asegura la maestra Cristina Godos González, docente de la carrera de Relaciones Internacionales de la UNAM.
De igual manera, el maestro César Soto Morales, especialista en Asia y académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, opina que es poco probable que un gobierno como el del exmandatario Chu vuelva en un futuro inmediato por lo que representó, “un presidente que utilizó la represión para que la democracia no llegara a su país”.
Además, asegura que con la muerte de este dictador, la historia le enseña a la gente que hay que recordarlo para evitar que personas como él vuelvan a representar a un país, o sigan liderando actos parecidos a la masacre de Gwangju.
Intereses norteamericanos
Para que un gobierno autoritario o militar desee volver a gobernar Corea del Sur, además de tener que enfrentarse con el modelo democrático que esta nación ha tenido en los últimos 32 años, tendría que verse cara a cara con la mayoría de sus ciudadanos, así como los Estados Unidos.
Desde la Guerra de Corea en los años 50, la Unión Americana ha sido aliada del país asiático, por lo que esa amistad y cercanía impediría un movimiento político tan abrupto como el cambio de un nuevo mandato en Corea.
En ese sentido, la maestra Cristina Godos González enfatiza que a la administración estadounidense tampoco le convendría la estabilización de un mandato militar al frente de los surcoreanos, pues sería más difícil de controlar.
Entre las accesibilidades que la Unión Americana podría perder si deja de estar al tanto del Estado asiático está el contacto con Corea del Norte, un país del que busca principalmente su desnuclearización.
🔴🇰🇷 Muere el ex-presidente Chun Doo Hwan a los 90 años.
General en el Ejército, alcanzó el poder mediante un golpe de Estado y ordenó al Ejército disparar contra universitarios que exigían democracia, la conocida Masacre de Gwangju, causando entre 1.000 y 2.000 muertos. pic.twitter.com/eND58oMJuR— Alvaro 알바로 🇰🇷🇵🇱 (@alvariteus) November 23, 2021
Pero además de perder el puente para acercarse al gobierno del joven Kim Jong-un, Estados Unidos dejaría de tener presencia en la zona asiática, una de las áreas más importante en el aspecto comercial y económico por tener cercanía con el mercado chino.
Tomando eso en cuenta, se prevé que el autoritarismo haya quedado sólo en la historia de las y los surcoreanos, pues de lo contrario quien represente ese nuevo mandato militar tendría que superar distintos retos por delante para finalmente gobernar.