El carácter y temperamento de Kim Jong-un parecen haber dado un cambio en pro de la paz y la unidad de la península coreana, todo gracias a los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebrarán del 9 al 25 de febrero en PyeongChang, en Corea del Sur.
El evento deportivo y el Año Nuevo motivó al líder norcoreano a acceder a las negociaciones propuestas por el gobierno de Corea del Sur. El primer avance fue en su discurso de bienvenida al 2018, en donde Kim Jong-un anticipó que los Olímpicos invernales eran una buena oportunidad de demostrar que eran una nación unida.
Después, cuando llegó la oferta de diálogo de Corea del Sur, el régimen de los del Norte decidió reabrir la línea telefónica directa para que ambos países pudieran comunicarse y comenzar a negociar. Finalmente, este martes la noticia se confirmó: sí habrá atletas norcoreanos compitiendo en territorio enemigo.
El gobierno de Corea del Norte acordó enviar, además de deportistas, un grupo de altos funcionarios y animadoras para ser parte del “festival de la paz”, término propuesto por Corea del Sur para referirse al evento deportivo invernal más importante.
Chun Hae Sun, viceministro surcoreano de Unificación, comunicó que dejaron abierta la invitación para que los competidores de ambas naciones desfilen juntos durante la ceremonia inaugural y realicen otras actividades conjuntas a lo largo del evento, pero esto aún no se confirma.
La Cancillería de Corea del Sur informó que los diálogos de negociación se dieron en la aldea de la tregua de Panmunjom, en donde también se reiteró que la línea directa de comunicación será reabierta y Corea del Sur de comprometió a retirar temporalmente las sanciones en contra de Corea del Norte para que los funcionarios de ese país puedan estar presentes en el evento.
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Las pruebas nucleares y el lanzamiento de misiles de Corea del Norte fueron transformados en una aparente calma que podría ser el comienzo de un proceso de paz o simplemente ser predecesora de una tormenta patrocinada por el temperamento de Kim Jong-un.
