Bruselas: a un mes

A un mes de los dos ataques que mataron a 32 personas y dejaron cientos de heridos en Bruselas, Europa sigue desarmada contra la amenaza terrorista.

Bruselas, capital de Europa, entró en la lista de las ciudades afectadas por eventos terroristas a pesar de los esfuerzos y estrategias de seguridad desplegados en el territorio desde noviembre del año pasado, tras los atentados en Francia.

Los ataques en París lo demostraron y los de Bruselas tristemente lo confirmaron: el brazo armado de ISIS en Europa está formado por los mismos ciudadanos del país que se ataque.

Andrea Montes Renaud Andrea Montes Renaud Publicado el
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78
por ciento de los belgas está seguro que habrá otro atentado, de acuerdo a una encuesta del Instituto Dedicated Research
Se cree que los terroristas están siendo reclutados localmente en Bélgica y Francia, sobre todo en las zonas de la periferia y en los barrios pobres, por lo que se trata de delincuentes radicalizados

A un mes de los dos ataques que mataron a 32 personas y dejaron cientos de heridos en Bruselas, Europa sigue desarmada contra la amenaza terrorista.

Bruselas, capital de Europa, entró en la lista de las ciudades afectadas por eventos terroristas a pesar de los esfuerzos y estrategias de seguridad desplegados en el territorio desde noviembre del año pasado, tras los atentados en Francia.

Los ataques en París lo demostraron y los de Bruselas tristemente lo confirmaron: el brazo armado de ISIS en Europa está formado por los mismos ciudadanos del país que se ataque.

El ministro del Interior de Bélgica, Jan Jambon, afirmó ayer al diario francés Le Figaro que los reclutas de ISIS llegados de Siria no han sido identificados en su totalidad. “Ellos salen de Siria, pero nosotros no sabemos si van a regresar a su país de origen”.

Y es que alrededor de 5 mil ciudadanos de la Unión Europea partieron a combatir en las filas del Estado Islámico en Siria, y Bélgica ha identificado únicamente a 268 belgas. De esos, 117 regresaron al país y 62 fueron dados por muertos.

“Para controlar a una persona durante 24 horas, siete días a la semana se necesitan al menos 24 personas a tiempo completo. Esto es prácticamente imposible. Por tanto, debemos dar prioridad a las personas que requieren una vigilancia constante y a los que sólo se debe dar una monitorización regular. Esto se aplica a los que sabemos que están en nuestro territorio. Pero ¿y todos los que no hemos identificado?”, señaló el ministro al diario francés.

Lo que se sabe

Las investigaciones realizadas en Bélgica sobre el grupo que atacó París el 13 de noviembre del 2015 y a Bruselas el 22 de marzo pasado dio muchos indicios inquietantes.

Cientos de terroristas regresaron de Siria con documentos de identidad falsificados a través de las islas griegas con los refugiados. Se cree que viajaron a través de Hungría, Austria y Alemania, donde fueron apoyados por Salah Abdeslam -el único de los suicidas que no se hizo explotar en París-, y que logró huir a Bélgica en la madrugada de los ataques en el centro de la ciudad.

Por otra parte, se cree que los terroristas están siendo reclutados localmente en Bélgica y Francia, sobre todo en las zonas de la periferia y en los barrios pobres, por lo que se trata de delincuentes radicalizados.

La detención de Osama Krayem, un sueco de origen sirio identificado como uno de los suicidas del metro en Bélgica pone en evidencia la europeización de estos grupos terroristas.

Lejano el retorno a la normalidad

A un mes de los ataques, el metro de Bruselas sigue sin funcionar en su totalidad y su cierre a las 10 pm es un desastre para todo un sector de la economía, la cultura, el comercio y, sobre todo, para el sentido de libertad de sus ciudadanos.

Con una consecuencia lógica, el mundo económico de Bruselas entró en alarma al señalar una disminución de los ingresos en un 40 por ciento en algunos sectores como la restauración, el ocio, el turismo, y también ha censurado al peatón en las calles.

El diario belga LeSoir escribió en su editorial del 15 de abril que “solamente una campaña eficaz podrá restaurar la imagen de esta capital que para los medios europeos ‘da la bienvenida’ a los yihadistas, pero no es capaz de atender a sus turistas.”

Los resultados de la encuesta hecha tras los atentados en Bruselas muestran una población enojada contra los grupos e individuos que perpetuaron estos ataques y contra el sistema político e institucional.

Los mensajes de resistencia escritos en la Plaza de la Bolsa en Bruselas, y que fueron compartidos miles de veces en Facebook y después reivindicados en diversas editoriales, nos da una primera muestra del sentimiento de la nación.

Para el 58 por ciento de la población no es el miedo el que domina en el país después de los ataques, es la ira. Eso es lo mismo a que uno de cada dos belgas quiera, por ejemplo, cerrar las fronteras.

De acuerdo con la encuesta encargada por el grupo de reflexión “Ceci n’est pas une crise” (Esta no es una crisis) para el Instituto Dedicated Research, el 78 por ciento de los belgas está seguro que habrá otro atentado. Y el 60 por ciento afirmó haber renunciado a salir a lugares públicos en los días y semanas que siguieron al ataque.

¿Y quién tiene la culpa? Los ciudadanos se muestran críticos con la clase política actual y con los gobiernos que le precedieron. Seis de cada 10 belgas considera que “si el Estado hubiera logrado una mejor integración de los inmigrantes no europeos en los años anteriores, se hubieran podido evitar los actos terroristas”.

Por lo que uno de cada dos ciudadanos está reprochando al Estado su incapacidad para localizar y detener a los terroristas, además de la falta de inversión a los servicios soberanos como la justicia, la policía y la seguridad del Estado.

Benoit Scheuer, sociólogo y fundador del Instituto Survey & Action -mismo que preparó las preguntas y el análisis de la encuesta publicada por el diario belga LeSoir-, fue poco optimista sobre la percepción de los musulmanes en Bélgica.

“Hay una brecha de identidad enorme que atraviesa la sociedad, y que está actualmente dividida entre “ellos”, los musulmanes, y “nosotros”: cuatro de cada 10 personas piensa que los musulmanes son cómplices de estos actos”.

Solo el 31 por ciento de la población considera que los musulmanes son también víctimas.

La gente dice que no quiere caer en la trampa de ISIS, pero nadie les dice cómo no caer en ella. Y más del 80 por ciento cree que si se continúan reforzando las medidas de seguridad al punto de no permitir caminar a los peatones, se va a fortalecer esta división, y finalmente, la población terminará por caer en la trampa de la segregación social.

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