Ataques personales y poca sustancia en sus políticas para los próximos cuatro años fueron las líneas que siguieron los candidatos a la presidencia de Estados Unidos en el primer debate por la Casa Blanca.
Si bien la expectativa que se generó previo al encuentro posicionaba a Donald Trump, candidato republicano, como el favorito ante los votantes por una ventaja de medio punto porcentual, de acuerdo al agregador de encuestas 270towin, un ejercicio post debate realizado por CNN, la cadena organizadora del encuentro arrojó que el 67 por ciento de los participantes calificaron mejor el desempeño de Trump.
Mientras la participación del republicano mejoró su imagen ante los votantes, el desempeño y la capacidad del presidente Biden ha sido cuestionada debido a los tropiezos verbales y las expresiones que tuvo durante el debate. Al día siguiente, miembros de su campaña se volcaron en conversaciones con donantes y partidarios para tratar de calmar los rumores de un posible reemplazo en la boleta electoral.
Folks, I might not walk as easily or talk as smoothly as I used to.
I might not debate as well as I used to.
But what I do know is how to tell the truth.pic.twitter.com/ep5D0EhT5P
— Joe Biden (@JoeBiden) June 28, 2024
A raíz de las especulaciones sobre un relevo, políticos demócratas defendieron a su candidato e intentaron cambiar el foco de la conversación hacia las mentiras expresadas por Trump y los riesgos que un segundo mandato podrían representar para Estados Unidos. Por su parte, el presidente Biden aceptó su mal desempeño en el podio, pero aclaró que puede ejecutar los deberes de la presidencia.
“Sé cómo hacer este trabajo, sé cómo lograr resultados (…) La decisión es simple, Trump destruirá nuestra democracia, yo la voy a defender”, declaró Biden en un evento de campaña a la mañana siguiente.
En opinión de Gustavo Ramírez Paredes, maestro en Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, la presentación durante el debate del presidente en funciones podría tener un impacto negativo en quienes aún no deciden su voto.
“En política nada está escrito y tendríamos que ver cómo se desarrolla la situación en las próximas semanas. En sí las campañas empiezan hasta agosto, después de las convenciones, y habría que ver cómo se desarrolla la salud del presidente Biden porque lo que estaban esperando sus seguidores era que se presentara como alguien con una capacidad mental y física óptima para enfrentarse con Trump; lo cual no pasó y es preocupante para el Partido Demócrata”, explica el académico.
El internacionalista añade que si bien se debate la posibilidad de que un candidato con proyección nacional, como la vicepresidenta Kamala Harris o el gobernador de California Gavin Newsom, pudieran reemplazar a Biden en las elecciones de noviembre, el tiempo y la popularidad de los perfiles demócratas juegan en contra de los posibles contendientes.
Mientras el equipo de campaña de Biden trata de atemperar las expectativas, el equipo de Donald Trump capitaliza en la actuación del demócrata. De acuerdo con Rámirez Paredes, la aceptación del expresidente en entidades clave es un aspecto de alarma para su rival.
“Puede haber cierta preocupación por la delantera que lleva Trump en los estados que se consideran columpio y que pueden decidir una elección. A menos que enfrentara más problemas judiciales que importaran, que en este momento no parece probable, va a entrar como un candidato fuerte y parece que continuará con una campaña más agresiva para hacer notar los errores de Biden, por ejemplo la respuesta del presidente en relación a Israel, aspecto que se critica fuertemente en estados columpio con importante población de origen árabe o de creencias islámicas”, finaliza el académico.