Afganas retroceden en educación con régimen Talibán

A siete meses de que los talibán tomaran posesión de Kabul, a las niñas y adolescentes se les negó la entrada a sus colegios el mismo día que reiniciarían clases; una decisión que ya se temía debido al tipo de gobierno que mantenían los fundamentalistas
Fernanda Muñoz Fernanda Muñoz Publicado el
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Las advertencias sobre Afganistán se están volviendo realidad. A siete meses de que los talibán tomaran la capital del país asiático, Kabul, las niñas y adolescentes afganas se quedaron sin educación.

Fue la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, quien dio a conocer esa noticia, asegurando que se trataba de un “retroceso enorme” en materia de derechos humanos.

“La promesa de un retorno a la escuela para millones de mujeres alumnas de secundaria fue rota en Afganistán. Es un retroceso enorme. El acceso a la educación es un derecho fundamental, por lo que la UNESCO reitera su llamado: se debe permitir que las niñas regresen a la escuela sin más demora”, declaró.

El mensaje de Azoulay se difundió a nivel internacional luego de que el pasado miércoles 23 de marzo las jóvenes estudiantes afganas fueran devueltas a sus casas, aun cuando ese mismo día se iban a reiniciar las clases, representando un total cambio, todas las mujeres seguirían con sus estudios sin ninguna interrupción, siempre y cuando no tuvieran relación alguna con los hombres.

Esa postura sorprendió a la comunidad internacional, considerando que bajo su primer gobierno, de 1996 a 2001, le tenían prohibido a las mujeres y niñas estudiar en cualquier escuela o universidad.

De acuerdo con una fuente talibán entrevistada por medios internacionales, la decisión de no regresar a clases se habría tomado después de una reunión entre altos mandatarios celebrada el pasado martes en Kandahar, cuna del movimiento fundamentalista.

Con ese panorama, aunque los talibán no han anunciado la restricción de otras actividades, se espera que no detengan el trabajo de las mujeres mayores, y tampoco regresen a los castigos físicos, como así lo acostumbraban en su mandato anterior.

Entre las represalias que emitía este grupo estaba golpear con látigos a todo aquel que fuera acusado de robo, así como decapitar a las personas señaladas de abusos sexuales, dejando los cuerpos en la plaza principal.

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