“Estaba en una fiesta. Bailaba por la felicidad”.
Fueron las últimas palabras de la periodista y escritora cubanoamericana bilingüe Dolores Prida, a los enfermeros de la ambulancia que la madrugada del domingo pasado la llevaron a un hospital en Nueva York donde falleció.
Prida, de 69 años, era conocida en el medio hispano en Estados Unidos como la creadora de la versión latina de la columna Dear Abby, donde daba consejos con ironía a sus miles de fans jóvenes, con una prosa que combinaba el desenfado de una feminista comprometida y la cursilería de una abuela entrañable y regañona.
Su prolífica carrera como dramaturga y analista, siempre comprometida con los problemas de la comunidad inmigrante en Estados Unidos, no pasó desapercibida por los medios en Estados Unidos que ayer dieron cuenta de su fallecimiento.
Su sentido del humor era legendario. Tenía un arsenal descomunal de palabras y dichos. Siempre tenía la palabra correcta pero original para contar la más común de las historias. Era una analista política sagaz y una escritora comprometida con la causa hispana y feminista.
La autora, que salió de Cuba cuando era una adolescente, abordó en muchas de sus columnas la realidad que viven los inmigrantes en Estados Unidos. Nunca formó parte del coro de cubanos anticastristas en Estados Unidos, pero fue una crítica del régimen en la isla, que visitó varias veces para presionar por más intercambios culturales con Estados Unidos.
Una de sus frases más citadas por la comunidad latina en Nueva York, y una de las más populares en los medios digitales después de su muerte, ha sido:
“No necesito ser descubierta. Nunca me he perdido”.
Su inesperado deceso se produjo horas después de haber estado en la celebración del 20 aniversario de una agrupación de mujeres latinas, LIPS, cuyo objetivo es ayudar a las hispanas a salir adelante y cumplir sus metas.
Prida, quien también publicaba una columna semanal en El Diario, el más antiguo diario en español de Nueva York, también fue conocida por haber escrito más de una docena de obras de teatro y musicales.
La autora nació en 1943 en el pueblo de Cabairién y salió de la isla luego del triunfo de la Revolución en 1959. En Nueva York cursó estudios en Hunter College y se convirtió en una importante voz de la comunidad hispana de la Gran Manzana.