A WeWork se le acaba el tiempo. La cúpula directiva del rey de los espacios compartidos debe realizar una pronta reestructuración de lo contrario su estrategia para salir a Bolsa fracasará de manera definitiva y con ello perderá la confianza de los inversionistas.
La empresa saltó al mundo en 2010 como resultado de un concepto trabajado en conjunto por el matrimonio Neumann (Rebekah y Adam) y su socio Miguel McKelvey. Su modelo disruptivo atrajo muy pronto la atención, sobre todo, de los desarrolladores inmobiliarios.
El secreto que ayudó a WeWork a convertirse en más que un coworking fue que no solo las personas encontraron un espacio para trabajar, sino que podían generar una comunidad global de creadores.
El éxito de la plataforma propiedad de The We Company lo llevó a aterrizar a otros mercados fuera de Estados Unidos. En la actualidad, tiene oficinas compartidas en 126 ciudades y casi 30 países entre los que destacan México, Estados Unidos, Canadá, Brasil, Japón, Francia, Rusia, Israel y Australia. Se espera que en los próximos años se realicen nuevas aperturas para llegar a 837.
Durante años el negocio se consolidó y para 2018 ya gestionaba 46 mil 63 pies cuadrados, sin embargo, el encanto terminó cuando la empresa alistaba su Oferta Pública Inicial (OPI).
Una vez que los directivos abrieron los libros a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) se descubrió el valor real de WeWork y los resultados no encantaron a los inversionistas y especialistas.
A pesar de que en los primeros seis meses de este año la plataforma generó ingresos por más de mil 500 millones de dólares, monto 84 por ciento superior a los percibidos durante todo 2018, sus estados financieros también evidenciaron un severo problema.
El reporte de la firma con sede central en Nueva York mostró que, a la par de que se generaban ganancias, también se reportaban pérdidas cada año.
De enero a junio de 2019, el valor de mercado The We Company se redujo desde 47 mil millones de dólares hasta 12 mil millones de dólares, según los documentos que hizo públicos la empresa.
Eugenio Perea, Venture Partner en México del fondo de inversión Magma Partners, considera que en este momento WeWork atraviesa por una racha de la que no se recuperará pronto y si sus directivos no mandan un mensaje claro al mercado se corre el riesgo de que su credibilidad se vea afectada.
“WeWork está en peligro y ahora más que nunca debe replantear su modelo porque la cualidad fundamental de la empresa se puso en peligro y no le será fácil salir de esta situación”, asegura Perea.
El 14 de agosto pasado, The We Company presentó la declaración de registro ante la SEC, pero luego de que aplazara la fecha de su debut en el mercado bursátil finalmente solicitó al regulador que dicho prospecto fuera retirado, dado que uno de sus principales riesgos era la “capacidad de lograr rentabilidad a nivel de empresa a la luz de nuestro historial de pérdidas”, además de que con el paso de los años la competencia en el sector ha incrementado.
En el documento firmado por Jared DeMatteis, subdirector jurídico de la empresa, con fecha del 30 de septiembre se lee que la organización realizó la solicitud en conformidad con la Regla 477 de la Ley de Valores de 1933. Por ahora, la declaración de registro no ha sido declarada efectiva por la Comisión y tampoco se han emitido ni vendido valores.
Al retraso del campanazo de salida en Wall Street se le suma que la compañía tampoco recibirá ningún reembolso por los honorarios pagados a la SEC por el proceso que ya se había iniciado.
El rostro polémico de WeWork
Adam Neumann fue una pieza clave para la expansión global de WeWork, el exdirector ejecutivo logró que 50 por ciento de los usuarios de sus espacios compartidos se consiguieran fuera de Estados Unidos con un mercado potencial de 145 millones de miembros.
El empresario tenía la visión de cambiar al mundo, sin embargo, su deseo se quedó a la mitad, pues las presiones sobre la valuación de la empresa pesaron sobre sus hombros y hace unos días abandonó su puesto al frente de la compañía.
Aunque las presiones corporativas fueron suficiente razón, la realidad es que otro factor que influyó en que la oficina principal se quedara vacía fue que sus colaboradores llevaban años quejándose de su comportamiento “errático y tóxico”.
Adolfo Cotero, desarrollador y consultor de negocios, explica que la salida de Neumann aumenta la incertidumbre, pero esta situación puede cambiar si el nombre y apellido del siguiente director convence al mercado y con su llegada se plantea una nueva visión.
“El rey del coworking puede salir adelante en el mediano plazo, pero el gran error que se cometió es que se vendió como una empresa 100 por ciento tecnológica cuando la realidad es que WeWork sí ha innovado, pero su nicho está enfocado en adptar espacios inmobiliarios”.