Urge controlar a los bancos

En el constante estira y afloja de la política, frecuentemente es difícil coordinar los intereses y necesidades de los diferentes actores involucrados. El tema de la regulación financiera no es la excepción, especialmente al hablar de imponer límites y requisitos a algunas de las más grandes instituciones financieras del mundo. 

Rolando Hinojosa Rolando Hinojosa Publicado el
Comparte esta nota

-0.05 a -0.15 %
anual sería la reducción 
del PIB a mediano plazo
si se implementan 
las reglas Basilea III, 
según la OCDE
"(La propuesta de regulación en EU) volvería más difícil para los bancos dar préstamos y mantener la recuperación económica"
Tim PawlentyPresidente de la Mesa Redonda de Servicios Financieros, una asociación de cabildeo
"El menor apalancamiento es compatible con el crecimiento económico (...) solo no es compatible con niveles previos de sueldos 
de banqueros. Y ahí está el detalle"
Robert JenkinsExmiembro del comité de política financiera del Banco de Inglaterra
http://www.youtube.com/watch?v=jP-qm3EqSCY

En el constante estira y afloja de la política, frecuentemente es difícil coordinar los intereses y necesidades de los diferentes actores involucrados. El tema de la regulación financiera no es la excepción, especialmente al hablar de imponer límites y requisitos a algunas de las más grandes instituciones financieras del mundo. 

Las autoridades argumentan que imponer mayores restricciones a los bancos crearía un sistema financiero más seguro. Los bancos dicen que estas reglas lastimarán sus emisiones de préstamos y frenarán la inversión, deteniendo el crecimiento económico. 

Tanto en Europa como Estados Unidos, los reguladores se enfrentan al formidable poder económico y de cabildeo de las grandes instituciones financieras, que protestan ante cualquier medida que pueda restringir sus ganancias en busca de disminuir el riesgo presente en el sistema financiero. 

Aunque claro, cuando los grandes bancos cometen errores y se ven en problemas, solicitan ayuda al gobierno argumentando que dejarlos fracasar tendría consecuencias sistémicas que la economía no puede permitirse. Esencialmente, esta es la era del “too big to fail” (demasiado grande para caer).

Y los bancos tienen un incentivo para ser grandes y riesgosos, más allá de aumentar sus ganancias: mientras más daño pueda causar su quiebra, más seguro es que los bancos y sus acreedores serán rescatados por el gobierno en caso de una emergencia. 

Por si esto no fuera un reto suficientemente difícil, coordinar las reglas para que sean iguales en ambos lados del Atlántico, sobre todo en el marco de las recientes discusiones de un acuerdo comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos, ha sido un reto difícil que involucra procesos de negociación e implementación muy largos.

Lo nuevo en EU

El más reciente campo de batalla para Estados Unidos es una propuesta de regulación publicada en conjunto la semana pasada por la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés), la junta de gobierno de la Reserva Federal y la Oficina de Contraloría de la Moneda (OCC, por sus siglas en inglés). 

Si la propuesta entra en efecto, los mayores bancos estadounidenses (aquellos cuyas empresas madre cuenten con más de 700 mil millones de dólares en activos consolidados) tendrán que acatar nuevos requisitos capitales.

Entre estos requisitos se encuentra el doblar la cantidad de capital que los bancos deben tener a la mano para cubrir sus pérdidas. El diario The New York Times explica que esto implicaría, por ejemplo, que Chase Bank tendría que pasar de tener capital de reserva equivalente al 3 por ciento de sus activos a un requisito del 6 por ciento, y su empresa madre (JPMorgan Chase) tendría que aumentar sus reservas del 3 al 5 por ciento.

La respuesta del sector financiero a la propuesta no ha sido precisamente positiva. Tim Pawlenty, presidente de la Mesa Redonda de Servicios Financieros (una asociación de cabildeo que agrupa a algunas de las mayores instituciones financieras de EU), declaró mediante un comunicado que “(la propuesta) volvería más difícil para los bancos dar préstamos y mantener la recuperación económica”. 

Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan Chase, también criticó el que los reguladores estadounidenses busquen imponer límites significativamente más altos que los estándares internacionales dispuestos por los Acuerdos de Basilea III, del año 2011.

“Si uno es 3 por ciento y el otro es 6 por ciento, la diferencia es demasiado grande, y puede llegar a tener grandes efectos sobre la competitividad”, dijo Dimon en entrevista con analistas financieros. 

“Siempre hemos manejado mayor capital y mayor liquidez que la mayoría de nuestros competidores”, agregó.

Los mercados no reaccionan

Pero hasta ahora la advertencia de los bancos parece no haber tenido un efecto negativo en los mercados. El martes pasado, el día que las autoridades estadounidenses publicaron la propuesta de regulación, el S&P 500 subió 11 puntos y el precio de los bonos a 10 años del Tesoro se mantuvo estable.

En un editorial al respecto, Bloomberg opina que si los mercados financieros pensaran que la predicción de los bancos fuera probable, la reacción a los anuncios de mayores requisitos capitales sería negativa. 

Los precios de las acciones estadounidenses caerían ante preocupaciones de problemas crediticios para las empresas, y los precios de los bonos subirían debido a expectativas y la Fed se vería obligada a mantener bajas las tasas de interés para apoyar al recuperamiento económico.

El mismo editorial especula que la falta de reacción negativa puede deberse a que el incremento en los requisitos capitales sería menos pesado que lo que los bancos sugieren, a que por el momento la regulación es sólo una propuesta y puede volverse mucho menos restrictiva antes de implementarse, o a que los inversionistas reconocen que estos requerimientos no amenazan la economía estadounidense.

Las reglas europeas

En Europa, se han presentado las mismas quejas que en Estados Unidos. Esto a pesar de que los requisitos propuestos del otro lado del Atlántico son menores, ya que no se desvían de los Acuerdos de Basilea III. 

Robert Jenkins, exmiembro del comité de política financiera del Banco de Inglaterra, opinó en entrevista con analistas que “Basilea III es un saco roto. El lobby bancario estaría feliz de quedarse con estas reglas ‘duras y nuevas’”.

Para Jenkins, los bancos han “embaucado” al gobierno, haciéndole pensar que la sociedad debe decidir entre seguridad y crecimiento.

“El menor apalancamiento es compatible con el crecimiento económico”, agregó, “el menor apalancamiento y mayor capital solo no son compatibles con niveles anteriores de sueldos  de banqueros. Y ahí está el detalle”.

Tanto en Europa como en Estados Unidos, las regulaciones propuestas parecen ser un paso en la dirección correcta. Sin embargo, las negociaciones próximas dirán si serán reglas con dientes y un efecto  sistémico real, o solo un montón de buenas intenciones.

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil