El peso mexicano se ha debilitado más de un 2 por ciento frente al dólar durante el último mes, la depreciación más fuerte entre las 16 monedas más comerciadas globalmente.
La vulnerabilidad del peso mexicano se pone en evidencia, en especial si Estados Unidos mantiene su desestabilidad económica, la incertidumbre del precipicio fiscal y el modesto crecimiento económico actual.
Cuando aún más del 80 por ciento de las exportaciones de México se dirigen a Estados Unidos, cualquier estimación negativa de la economía estadounidense repercute de forma negativa en la perspetiva nacional.
Se estima que si Estados Unidos no llega a un acuerdo para el fin del año, tendrá que alcanzar más de 600 mil millones de dólares en recortes al gasto y aumentos de impuestos que podrían dirigirlo de nuevo a una recesión.
Sensible en extremo
A diferencia de la mayoría de los bancos centrales en el mundo, México no ha reducido drásticamente sus tasas de interés, manteniéndola rígida en un 4.5 por ciento; mientras que en Estados Unidos, Europa y Japón se distinguen tasas cercanas a un cero por ciento.
De hecho, México es el único país del G-20 que decidió no bajar radicalmente su tasa de interés.
En los últimos seis meses, el peso mexicano había percibido una apreciación del 12 por ciento contra el dólar, para cambiar la tendencia en octubre.
En la última semana, Bloomberg ha reportado una depreciación del 1.2 por ciento. Según estimaciones del Chicago Board Options Exchange Volatility Index, el pexo mexicano es la moneda más sensible a impactos globales y especulación de todas las monedas prominentes internacionalmente.
Por ejemplo, en el mes más volatil causado por la crisis europea, el peso mexicano cayó 9.5 por ciento ante especulación de la situación en España e Italia, y tras dos meses del anuncio de la revisión en la calificación crediticia de Estados Unidos, el peso cayó 12 por ciento.
De igual forma, existe fuerte especulación sobre las repercusiones que dentro de unas semanas tendrá la llegada de Enrique Peña Nieto a la presidencia.
Se estima que las primeras tareas del presidente será concretar los detalles de la reforma laboral, buscar hacer más eficiente el sistema fiscal e incrementar la participación privada en el mercado de energía.