Una alianza eléctrica que sí nos beneficia

Tras una investigación detallada de los mercados de energía en Estados Unidos y México, el doctor en economía Alejandro Ibarra llega a una sencilla, pero poderosa conclusión: hay oportunidades económicas inmensas si los mercados eléctricos de ambos países funcionaran como socios comerciales.

Además, importantes cambios para lograrlo no tendrían que pasar por un proceso de privatización o grandes reformas.

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"No es necesario tener grandes hidroeléctricas para obtener los beneficios de las economías de escala”
Dr. Alejandro IbarraEconomista
El autor detalla que una red compartida disminuiría los precios de electricidad en ambos lados de la frontera
El estado de Baja California, por algunas condiciones geográficas únicas, ya hace un tipo de intercambio eléctrico con California

Tras una investigación detallada de los mercados de energía en Estados Unidos y México, el doctor en economía Alejandro Ibarra llega a una sencilla, pero poderosa conclusión: hay oportunidades económicas inmensas si los mercados eléctricos de ambos países funcionaran como socios comerciales.

Además, importantes cambios para lograrlo no tendrían que pasar por un proceso de privatización o grandes reformas.

Usando una simulación detallada en el libro: “Retos y Oportunidades Económicas y Regulatorias Para el Comercio y la Cooperación Eléctrica entre México y los Estados Unidos”, encuentra que una red compartida llevaría a que los precios de electricidad bajaran a un nivel inferior en ambos lados de la frontera y reduciría la congestión en las líneas de electricidad.

En la presentación del mismo libro, Ibarra explica que tal relación podría darse sin necesariamente privatizar al sector, sino al desagregarlo con el fin de que diversas empresas proporcionen diversos servicios, en lugar de una CFE que se responsabilice desde el proceso de generación de la energía hasta la distribución de la misma.

Se puede contar con un sistema en el cual diferentes empresas compitan por proveer diversos servicios a través de la línea de producción, disminuyendo considerablemente el costo de la energía, sin que todo el sector energético pase a ser privado.

Tal es el caso en Noruega, Francia y hasta Honduras. En cambio, en México, por una ley reglamentaria que no requiere de cambios constitucionales, se le prohibe a la empresa generadora (que bajo ciertas reglas no tiene que ser CFE), invertir en líneas de transmisión.

Si bien el lidiar con las regulaciones puede causar grandes dolores de cabeza, especialmente en el lado mexicano, el libro argumenta que vale la pena una reestructuración total del sector.

De hecho, el estado de Baja California, por algunas condiciones geográficas únicas ya hace un tipo de intercambio eléctrico con California, mismo que ha resultado provechoso para ambos.

Y aunque conectados, hasta hoy Texas y México solo intercambian energía cuando alguno de ellos está en una emergencia climática.

Pero una red eléctrica compartida podría aprovechar que las temporadas altas difieren en ambas regiones, lo que haría más eficiente la producción de electricidad y beneficiaría al consumidor.

Reporte Indigo tuvo la oportunidad de conversar más a detalle con el doctor Ibarra sobre las conclusiones del libro y algunas recomendaciones que daría en vista de que se trata de un problema tanto económico como político.

> Reporte Indigo: ¿Cómo se lleva a cabo el intercambio energético entre California y Baja California? ¿Se trata de un modelo que se podría replicar en todo el país o es un caso particular?

Alejandro Ibarra: México tiene interconexiones con Estados Unidos en la zona noroeste y la mayor cantidad de energía que se intercambia entre México y Estados Unidos tiene lugar en California, sin embargo hay otras conexiones, como entre Ciudad Juárez y El Paso de alto voltaje, hay otra conexión en Eagle Pass y en la región noroeste del país, que es la que tiende a presentar más retos y más oportunidades.

Sin embargo, la conexión que hay entre California y Baja California está bastante integrada porque la conexión de Baja California es parte del Western Interconection de Estados Unidos y la red pública de México está separada de esta red de Baja California.

> Se menciona en su libro que había un sentido económico detrás de un sistema integrado verticalmente, ¿qué ha cambiado desde entonces?, ¿qué tipo de tecnologías permite que ya no importen tanto las economías de escala?

Anteriormente se pensaba que un sistema verticalmente integrado era un monopolio natural.

Sin embargo, sabemos ahora que la generación ha avanzado muchísimo gracias a la tecnología de tal manera que ya no es necesario tener grandes hidroeléctricas para obtener los beneficios de las economías de escala y tenemos tecnologías que permiten la microgeneración en un mercado completamente competitivo.

La única parte que tiene características de un monopolio natural es la transmisión de alto voltaje, eso hace que la mayoría de los países del mundo tengan desagregados sus sistemas.

No tiene nada que ver que sean privados o sean públicos, sino que sean desagregados, eso es lo más importante de todo.

Y entonces, la operación de la transmisión fomenta el acceso de cualquier tecnología de generación hacia la red pública en competencia. Ese es el reto que nos impone la tecnología hoy en día y es estudiado en el libro que acabo de producir a la luz de experiencias de Canadá, Estados Unidos, el norte de Europa, etcétera.

> En un sistema desagregado, ¿quiénes serían los jugadores del mercado?
En un sistema no integrado tendríamos nuevos jugadores. Por un lado están los generadores, por otro lado están los mecanismos de intercambio de energía, lo que son los mercadotecnistas de energía, los distribuidores y los transmisores, los coordinadores de las tarifas interrumpibles, y finalmente a los minoristas que venden energía sin tener que invertir en infraestructura.

De pronto, la coordinación se vuelve clave, pero es más eficientes en términos económicos.

>  Es claro que hay una serie de obstáculos a la integración energética con Estados Unidos que no son meramente económicos, como el caso de los políticos. ¿Qué es lo que hace falta para que se cree tal integración?

La integración puede hacerse en capas. Una primera integración es el poder comprar y vender energía eléctrica para rasurar picos, para emergencias. Luego otra capa es tener una conexión sincrónica entre los dos países, para ello se necesita co-inversión, como los proyectos público-privados binacionales, que son bastante complejos. México apenas está empezando a experimentar con estos programas de co-inversión, porque no existía la ley.

> Siguiendo con esta línea, en su opinión ¿qué tipo de leyes individuales serían las más eficientes de tratar de cambiar?, es decir, que gasten el menor capital político por el mayor beneficio.

Primero, en nuestro estudio encontramos algunos beneficios de la desagregación. Para esta desagregación no se necesita cambiar mucho, no se necesitan hacer cambios constitucionales, sino simplemente reglamentos. Es posible, se necesita voluntad política, eso es todo.

Por el lado de las conexiones, la red de transmisiones, el cuello de botella, frente a la generación, entonces es necesario promover la co-inversión de privados en las redes de transmisión, y para eso se necesita modificar reglamentos, no necesariamente ajustar artículos constitucionales tampoco.

> Finalmente, si tuviera que dar una sola recomendación al equipo de transición de Enrique Peña Nieto en términos de política eléctrica, ¿cuál sería?

Creo que la administración entrante debe comprometerse con dar señales claras que está a favor del mercado, y con eso tendrá una ventana de oportunidad de mostrar con fortaleza ese compromiso con el mercado.

En términos de la coordinación de la energía en Norteamérica, parece que hasta ahora en primer lugar importa el petróleo, en segundo lugar está el gas, y en tercer lugar está la energía eléctrica.

Sin embargo, es clarísimo que las tres partes del sector energético tienen que tratarse. Es por eso que hice énfasis al analizar con profundidad las relaciones regulatorias y de mercado de la energía eléctrica entre México y Estados Unidos.

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