Un ‘volado’ cambiario

La historia en los mercados cambiarios es enigmáticamente similar en estos días: una volatilidad no vista desde hace mucho tiempo en las monedas del mundo. 

De acuerdo con datos recopilados por Bloomberg, 19 de las 24 monedas de países emergentes han perdido valor contra el dólar en el último mes, ante una retirada de las posiciones de los inversionistas mundiales en sus monedas. 

Eduardo Flores Eduardo Flores Publicado el
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2.7 %
está sobrevaluado el peso con respecto al dólar, de acuerdo con el índice Big Mac de The Economist
Algunos especulan que cuando Estados Unidos reduzca o abandone su programa de relajación cuantitativa se romperá una burbuja en los mercados financieros, 
o vendrá otra recesión
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La historia en los mercados cambiarios es enigmáticamente similar en estos días: una volatilidad no vista desde hace mucho tiempo en las monedas del mundo. 

De acuerdo con datos recopilados por Bloomberg, 19 de las 24 monedas de países emergentes han perdido valor contra el dólar en el último mes, ante una retirada de las posiciones de los inversionistas mundiales en sus monedas. 

Otra manera más intuitiva de verlo es a través del índice Big Mac, creado por la revista The Economist en 1986. La idea es que el mismo bien debe costar los mismos dólares en cualquier parte del mundo si el tipo de cambio no está sobre o subvaluado. 

Por ejemplo, si el precio de una hamburguesa Big Mac en Estados Unidos es de 4 dólares y el tipo de cambio respecto al peso es de 12, se esperaría que el precio de esa hamburguesa en nuestro país fuera de 48 pesos. 

Si el precio es mayor, se puede decir que la moneda está sobrevaluada, y vice-versa. 

Desde luego se trata de una manera creativa, pero poco científica, para medir los tipos de cambio entre países, pero si el error es consistentemente el mismo, su cambio a través del tiempo puede decirnos algo sobre la volatilidad. 

De acuerdo con el cálculo en el sitio oficial, hay monedas sobrevaluadas, como el peso mexicano, que está casi un 3 por ciento, mientras que el real de Brasil, un 92 por ciento.

Por otro lado, el yen japonés está un 17 por ciento subvaluado. 

Pero la fluctuación de estas monedas en las últimas semanas ha sido mayor de lo que comúnmente se ve en los mercados, alcanzando recientemente tasas de cambio de más de un uno por ciento entre día. 

La fluctuación va en general en contra de las monedas y a favor del dólar, por el retiro de capitales hacia Estados Unidos, sin embargo, hoy en día, invertir en el mercado cambiario se ha vuelto todo un volado.

La Reserva carga la culpa

Entre los factores más importantes para explicar la nueva volatilidad están las acciones de la Reserva Federal de Estados Unidos, que ayer inició su junta periódica sobre política monetaria. 

De acuerdo con diversos analistas y cautelosos pronunciamientos de Ben Bernanke, el presidente del banco central estadounidense, el Comité de Mercado Abierto de la institución podría retirar parcialmente los estímulos en los que ha estado viviendo esta economía en los últimos años.

Las implicaciones para el mercado cambiario son profundas, y por lo tanto las expectativas de los mercados se han traducido en la mayor volatilidad que se observa en las monedas. 

De retirar los estímulos, la tasa de los bonos estadounidenses aumentaría, creando mayor incentivo para los inversionistas por retirar sus inversiones en países emergentes y comprar bonos o activos en Estados Unidos.

De hecho, la tasa de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años ya ha reflejado las ansiedades del mercado, pasando de 1.63 a 2.18 por ciento del primero de mayo a ayer. 

El año pasado en las mismas fechas, la tasa para el mismo instrumento fluctuaba entre 1.34 por ciento. 

La retirada de capitales de forma masiva es una de las preocupaciones más grandes del Banco de México y es lo que ha estado presionando a la baja las monedas de economías emergentes, como Sudáfrica, Brasil y México.

Historia sin precedentes

En cierto sentido, lo que se ha vivido en las últimas semanas es consecuencia de políticas monetarias expansionistas que no tienen precedente en los libros de texto. 

Si bien la prescripción básica para una recesión económica profunda desde hace siglos ha sido expandir la base monetaria, es decir, crear más dinero, la manera y la profundidad con que esto se ha hecho en los últimos años no tiene precedentes. 

Del 2007 a la fecha, los bienes en posesión de la Reserva Federal estadounidense pasaron de menos de mil billones a 3.41 billones de dólares gracias a un programa de compra de activos, implementado tras rebajar la tasa de interés hasta un cero por ciento.

El programa de compra de activos, conocido como relajación cuantitativa, no tiene precedentes en la historia y por lo tanto tampoco se conocen las consecuencias que tendrá en la economía una vez que sea retirado.

La volatilidad de las monedas es uno de los síntomas que han salido a relucir en estos días con la simple expectativa de retirar una parte de la relajación cuantitativa. ¿Qué pasará una vez que todos los apoyos sean retirados?

Algunos especulan que se romperá una burbuja en los mercados financieros o que vendrá otra recesión gracias al aumento en los costos de financiar la enorme deuda con la que carga el gobierno de Estados Unidos, pero a ciencia cierta nadie tiene idea de lo que se avecina.

México aprende 
de sus errores

La volatilidad en los mercados cambiarios preocupa porque un aumento repentino en el precio del dólar respecto al peso, así como una fuga de capitales importante, podría elevar el costo de la deuda de gobierno drásticamente.

En 1994, con la llamada Crisis del Tequila en México, la madurez de los bonos de gobierno era corta, por lo que una fuga de capitales similares dejó al gobierno con una deuda mucho más cara y obligó a una moratoria de pagos, propiciando una profunda crisis económica.

En esta ocasión parece que ya se aprendió la lección. 

A diferencia de 1994, la madurez de los bonos del gobierno es aproximadamente 14 veces más larga que el promedio en ese entonces. 

Es decir, en esta ocasión la deuda del gobierno se vence en promedio en 8.25 años, contra los siete meses que tenía de maniobra en ese entonces el gobierno. 

La madurez de la deuda es a mayor plazo que la de Brasil, Argentina, Colombia y Venezuela, e inclusive más que la de Estados Unidos, Canadá y Suiza, de acuerdo con datos de Bloomberg. 

Además, el 80 por ciento de la deuda está denominada en pesos, por lo que un tipo de cambio más caro afectará en teoría a solamente el 20 por ciento de la deuda. 

Ciertamente el encarecimiento de la deuda del gobierno federal no es deseado nunca, pero en esta ocasión la estructura de las obligaciones pone en una mejor posición al país para lidiar con ello, comparado con las condiciones existentes en los 90. 

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