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La escasa productividad en México y la falta de innovación son lastres que han impedido un alto crecimiento económico durante más de 20 años.
De acuerdo a un estudio reciente de la consultora McKinsey & Company, la productividad en México ha crecido en promedio a un ritmo de 0.8 por ciento anual desde 1990.
Sin embargo, esta cifra es el resultado de dos indicadores que muestran la desigualdad con la que se realizan negocios en el país.
Por un lado se encuentran las grandes empresas modernas que han conseguido mantener un crecimiento promedio de 5.8 por ciento en productividad.
Estas compañías pertenecen por lo general a la industria automotriz, aeroespacial y electrónica, o son parte de las grandes trasnacionales mexicanas como Bimbo y Cemex.
El lado ineficiente de nuestra economía está representada por las pequeñas y medianas empresas que se encuentran tanto en el sector formal como informal. Estos negocios han decrecido su nivel de productividad en 6.5 por ciento cada año desde 1990.
Los analistas señalan que empezar una nueva empresa en México representa una gran carga tributaria.
Además de incentivar el comercio informal, la alta burocracia y los impuestos hacen que no quede mucho dinero para invertir en innovación y productividad.
A esto hay que añadir la dificultad con las que estas empresas pueden recurrir a un préstamo bancario para hacer este tipo de inversiones.
Cifras del Banco Mundial apuntan a que el 53 por ciento de las pequeñas y medianas empresas no reciben servicios financieros de la comunidad bancaria.
En comparación con otros mercados emergentes, McKinsey afirma que México se encuentra rezagado en el acceso al crédito, que es una fuente de financiación clave para las empresas medianas.
La falta de productividad tiene un impacto directo en el crecimiento económico. Una de las razones por las que el país ha crecido un 2.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) es que no ha aumentado su nivel de productividad.
Para llegar a una meta de crecimiento de 3.5 por ciento del PIB, McKinsey argumenta que es necesario triplicar el ritmo de crecimiento de productividad actual.
Fomentando la productividad
El contraste de productividad entre las empresas modernas y los negocios tradicionales está enraizado en cuestiones estructurales que son dominio de política pública. La apertura comercial del país permitió que la competencia incrementara la productividad mediante la fuerza del mercado.
Sin embargo, el rezago de los sectores poco productivos de la economía nacional sólo podrán salir a flote mediante la ejecución de políticas y reformas del estado mexicano.
McKinsey hace referencia a la necesidad de construir un estado de derecho sólido que propicie un ambiente de negocios favorable. México ocupa el lugar 139 de 144 del indicador de costos de crimen y violencia elaborado por el Foro Económico Mundial.
El reporte establece como prioridad la generación de incentivos para que las empresas salgan de la informalidad, así como para que dejen de tener motivos para mantenerse como negocios pequeños. Exhorta a reformar las regulaciones, especialmente las fiscales.
Las pequeñas y medianas empresas mexicanas encuentran difícilmente acceso competitivo al financiamiento.
El Banco Mundial considera que el sector bancario mexicano no cubre la necesidad del 53 por ciento de las empresas medianas. El estado ha reaccionado recientemente a este problema con una propuesta de reforma financiera.
Además, Mckisney cree que el campo de acción para fomentar la productividad puede extenderse a través de enfoques de educación, infraestructura y administración energética.
¿Y las reformas?
El estudio realizado por McKinsey no contempla las reformas estructurales que fueron aprobadas el año pasado por el gobierno de Enrique Peña Nieto.
La razón por la que no fueron evaluados estas modificaciones se debe a que en el momento de hacer el análisis apenas se estaban presentando en el Congreso de la Unión.
Sin embargo, la consultora afirma que es muy temprano para emitir un juicio sobre las reformas, ya que primero debe quedar clara la letra chiquita de las leyes secundarias.
Revertir la tendencia de productividad requerirá esfuerzo y tiempo, pero los analistas confían en que el país tiene la capacidad para salir adelante.
La clave está en hacer que las dos economías de México, la productiva y la ineficiente, converjan en una sola que impulse el crecimiento.
La última palabra la tiene el sector privado. Además de las reformas del gobierno, los empresarios son los principales responsables de cambiar la mentalidad mexicana que no realiza inversiones.
No existe la cultura de innovar, lo más importante para aumentar la productividad. Durante años México ha gozado de un crecimiento económico impulsado por el boom demográfico.
El aumento de la fuerza laboral ha permitido durante tres décadas fortalecer las industrias, sin embargo, el momentum está perdiendo fuerza y el país tendrá que atacar el problema de productividad de manera directa.
Revisa el informe completo de McKinsey & Company sobre la productividad de la economía mexicana