Del Mexican Moment a la Mexican Tragedy

El 11 de agosto del 2014, la administración del presidente Enrique Peña Nieto alcanzó su momento cumbre. En un evento en Palacio Nacional, el primer mandatario promulgó la largamente esperada reforma energética que cerró el ciclo reformatorio más importante desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

 

Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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El 11 de agosto del 2014, la administración del presidente Enrique Peña Nieto alcanzó su momento cumbre. En un evento en Palacio Nacional, el primer mandatario promulgó la largamente esperada reforma energética que cerró el ciclo reformatorio más importante desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

 

Tan sólo dos años después, este momento cumbre se ha borrado para dar paso a una nueva realidad radicalmente distinta. Los últimos vestigios del Mexican Moment que emocionó a inversionistas globales han sido reemplazados por la incertidumbre que representa la presidencia de Donald Trump para México.

 

Cuando se consolidó el Pacto por México, los medios globales auguraron que el mundo debería voltear a ver a México como modelo de economía emergente. Los sólidos fundamentos macroeconómicos, la política de apertura comercial y el reciente auge reformatorio fueron citados como los factores que propiciarían el despegue económico del país.

 

Hoy, dos de estos tres factores penden de un hilo. Mientras tanto, el consenso de analistas argumenta que el tercer factor, el de las reformas estructurales, tardará años en reflejarse plenamente en la economía mexicana.

 

Posición de debilidad

 

El deterioro de los fundamentos macroeconómicos ocurre en un momento en el que los activos denominados en pesos se han convertido en un barómetro de riesgo para los inversionistas. La depreciación del peso frente al dólar responde en gran medida a su condición de instrumento de cobertura en los portafolios de inversionistas.

 

Ante la reciente turbulencia en los mercados financieros, la condición de liquidez del peso y el deterioro de los indicadores de deuda y déficit fiscal del país se conjugan para dar lugar a una pérdida de valor exacerbada de la moneda mexicana en relación al dólar.

 

Entre la noche del 8 de noviembre y el 9 de noviembre, conforme la tendencia electoral comenzó a favorecer a Trump, el tipo de cambio osciló entre el rango de los 18.16 pesos por dólar a los 20.78 pesos por dólar, un máximo histórico.

 

Este año, dos de las tres mayores firmas calificadoras redujeron la perspectiva de calificación crediticia de la deuda soberna mexicana en un escalón. Pese a que la tendencia de crecimiento del déficit y la deuda pública datan desde el 2009, fue hasta este momento en que las autoridades de política económica ejercieron acciones concretas.

 

La Secretaria de Hacienda y Crédito Público determinó un programa de consolidación de las finanzas públicas, abocado a registrar un superávit fiscal primario en el 2017. Lo anterior implica la ejecución de un recorte al gasto público de casi 240 mil millones de pesos para el siguiente año.

 

Aunque esta política pretende enviar una señal de estabilidad al mercado, la medida reduce las posibilidades de utilizar una política de estímulo fiscal en caso de que se desencadene una recesión en el corto plazo,  un escenario que aún es previsto por economistas como Paul Krugman, Premio Nobel de Economía de 2008.

 

Por otra parte, el factor de apertura comercial se ha transformado en un canal de riesgo para México. 

 

La determinación de aranceles significativos a los productos de exportación mexicanos paralizaría a un sector de la economía que se ha caracterizado por su dinamismo y competitividad.

 

Pocos analistas prevén que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte pueda ser desmantelado. No obstante, el cambio en las expectativas de inversión y el comportamiento de los mercados financieros marcan el primer acto de la nueva tragedia mexicana.

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