Todos son iguales
En el marco del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, tanto Luis Videgaray, secretario de Hacienda y Crédito Público, como Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, han enfatizado una esperanza.
Ésta es que los inversionistas, que han castigado de forma amplia a los mercados emergentes como México, distingan los sólidos fundamentos macroeconómicos del país y decidan mantener aquí su dinero, frenando la fuga de capital y la depreciación del peso.
Rolando Hinojosa
En el marco del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, tanto Luis Videgaray, secretario de Hacienda y Crédito Público, como Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, han enfatizado una esperanza.
Ésta es que los inversionistas, que han castigado de forma amplia a los mercados emergentes como México, distingan los sólidos fundamentos macroeconómicos del país y decidan mantener aquí su dinero, frenando la fuga de capital y la depreciación del peso.
Sin embargo un estudio reciente realizado por el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) sugiere que en su mayoría los inversionistas no diferencian a los emergentes de esta forma, ya que basan sus decisiones en el comportamiento de índices de referencia (benchmarks, en inglés) que agrupan de forma amplia el desempeño de estos países.
En ese sentido debería resultar ampliamente preocupante que el índice de mercados emergentes MSCI, uno de los más seguidos del mundo, haya caído 27 por ciento en el último año. Este declive puede motivar mayores fugas de capital, presionando el índice hacia abajo y llevando a fugas posteriores en una espiral negativa.
Riesgo indiferente
El análisis del BIS se basa en el comportamiento de las permutas de incumplimiento de pagos (credit default swaps, en inglés) correspondientes a los bonos de 18 diferentes mercados emergentes.
En teoría, mientras más riesgosa sea la inversión mayor tiene que ser el pago demandado por los inversionistas para justificarla.
Los autores del reporte destacan que, entre 2009 y 2014, 63.86 por ciento de la variación en estas primas de riesgo se debió meramente a que los países pertenecían a la categoría de emergentes.
En cambio, fundamentos económicos como la relación deuda-producto interno bruto de un país, o sus desbalances fiscales o financieros, sólo contaron un 8.69 por ciento dentro de la variación.
En otras palabras, “cuando los inversionistas globales invierten en los mercados emergentes, en lugar de escogerlos basándose en fundamentos específicos de cada país, parece que simplemente replican los portafolios benchmark, cuyos constituyentes difícilmente cambian a través del tiempo”.
Retirada masiva
Marlene Amstad, Eli Remolona y Jimmy Shek, analistas del departamento monetario y económico del BIS, opinan que el movimiento en masa de las primas de riesgo de los mercados emergentes, en línea con el comportamiento de los benchmarks, se ve impulsado por dos factores.
Uno de ellos es el ascenso de las inversiones basadas directamente en el seguimiento de benchmarks, como sucede en el caso de los fondos negociables (ETFs, por sus siglas en inglés) diseñados para replicar el comportamiento de un índice de referencia.
“La importancia de la designación de mercados emergentes (…) sugiere que el comportamiento de seguimiento de índices en los inversionistas se ha convertido en una fuerza poderosa en los mercados globales de bonos”, escriben los autores.
Por otro lado, la dominancia financiera de grandes administradoras de activos como BlackRock y Vanguard, lograda en el periodo posterior a la crisis del 2008, ya que estos inversionistas institucionales tienden a mover grandes cantidades de dinero siguiendo el comportamiento de sus propios benchmarks, sin una diferenciación activa entre diferentes mercados emergentes.
“Estamos viendo evidencia de rendición (retiradas al mayoreo ante la pérdida de esperanza) en los inversionistas institucionales”, dijo Charles Collyns, economista en el Instituto de Finanzas Internacionales, en entrevista con el diario The New York Times.
México sólido
Aunque la estabilidad macroeconómica, epicentro de la política económica mexicana, ha sido relegada a segundo plano por los mercados financieros, la economía real da señas de su relevancia.
En un contexto marcado por la desaceleración global, patente en las constantes reducciones de las perspectivas de crecimiento del Fondo Monetario Internacional (FMI), se prevé que la economía de México se expanda 2.6 por ciento en el 2016.
Esto significa un fuerte contraste con sus contrapartes emergentes, particularmente en Latinoamérica. De acuerdo al FMI, el producto interno bruto de la región se contraerá 0.3 por ciento este año. Ésta será la primera vez, desde la crisis de deuda latinoamericana de los ochenta, en que la región experimentará dos años consecutivos de recesión.
Aquella crisis dio origen a la “década perdida” de América Latina, la cual surgió a raíz del deterioro de los fundamentos macroeconómicos de las principales economías de la región.
Años después, México optó por un modelo de estabilidad y exportación de manufacturas, mientras que países como Brasil apostaron a la exportación de materias primas y al financiamiento del gasto público con altos niveles de déficit.
Ahora, con la caída del precio de las materias primas y el alza de tasas de interés en Estados Unidos, los resultados de dos modelos opuestos saltan a la vista.