Todo está a la venta

“Hay cosas que el dinero no puede comprar, pero estos días no muchas”, dice el profesor de Harvard, Michael Sandel, en su último libro: “Lo que el dinero no puede comprar, los límites morales de los mercados”.

Sandel, cuyas clases virtuales tienen en promedio 3 millones de visitas por episodio, argumenta que el mercado se ha introducido en aspectos de la vida cotidiana antes inimaginables.

“Hay cosas que el dinero no puede comprar, pero estos días no muchas”, dice el profesor de Harvard, Michael Sandel, en su último libro: “Lo que el dinero no puede comprar, los límites morales de los mercados”.

Sandel, cuyas clases virtuales tienen en promedio 3 millones de visitas por episodio, argumenta que el mercado se ha introducido en aspectos de la vida cotidiana antes inimaginables.

Hemos pasado de una economía de mercado a una sociedad de mercado, según el profesor.
La diferencia radica en que ya no se usa al mercado como una herramienta para lograr mayor bienestar, sino que en una sociedad de mercado, todo está a la venta.

“Un lugar donde los valores de mercado alcanzan todas las esferas de la vida”, dice Sandel en una entrevista con el Fondo Monetario Internacional.

En la vida cotidiana

Un ejemplo de ello que ilustra el profesor es en la educación.

En algunos lugares de Estados Unidos, las escuelas están remunerando a los estudiantes con incentivos monetarios.

Ofreciendo hasta 2 dólares por libro que leen, pretenden que los niños lean más.

Sin embargo, el énfasis en la recompensa monetaria, argumenta Sandel, puede acabar por afectar a los niños pues los valores que la educación pretende inculcar en ellos, como el conocimiento o las ganas de seguir aprendiendo, se pueden ver desplazadas por el valor de ganar dinero.

La permisividad del mercado en la vida diaria tampoco es democrática.

Debido a que el mercado está presente en más y más lugares, aquellos con dinero pueden comprar mejores condiciones en cosas que están moralmente diseñadas para ser democráticas por naturaleza.

Sandel da el ejemplo de la línea de espera en un parque de diversiones.

El principio detrás de esta fila es que el primero que llega es el primero que puede disfrutar del juego, un concepto abstractamente democrático.

Sin embargo, hoy en día en muchos parques de diversión en Estados Unidos se puede comprar un boleto más caro que le da al usuario el derecho de ir al principio de la fila.

Esto pone en ventaja a los que tienen dinero sobre los que no y erosiona el sentido democrático de que todos somos iguales.

En una sociedad de mercado, el dinero se vuelve primordial para poder vivir tu vida. Todo esta a la venta.

Uno puede vender su cabeza para publicidad por 700 dólares, su cuerpo para experimentos por 7 mil, su sudor, pelo, sangre o hasta arriesgar su vida luchando en una guerra por mil dólares al día.

Esta crítica no se debe confundir con una crítica al capitalismo, dice Sandel. El mercado ha sido, y será, la herramienta más eficiente para lograr muchas cosas, sin embargo no está hecha para regir todos los aspectos de la vida, ni reemplazar a otros sistemas que funcionaban en un ámbito moral o democrático.

Te puede interesar