Las sonrisas se borraron pronto. Bastaron 48 horas para que México y Estados Unidos se confrontaran de nuevo por el tema laboral del T-MEC.
La iniciativa de ley H.R. 5430 enviada por la administración del presidente Donald Trump a la Cámara de Representantes provocó indignación y confusión entre los representantes del gobierno mexicano, pues, en palabras del subsecretario para América del Norte, Jesús Seade, eso no fue parte de lo que se acordó en el protocolo modificatorio al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) firmado la semana pasada.
El tema que suscitó la polémica fue que Washington planeaba enviar a cinco inspectores para monitorear la aplicación de las leyes laborales mexicanas, aun cuando esto iba en contra de lo negociado.
Seade aclaró que México no aceptará el incumplimiento de lo pactado y se mantendrá la creación de paneles binacionales que darán asistencia técnica, pero no realizarán labores de inspección.
Por su parte Robert Lighthizer informó mediante una carta digirida al funcionario mexicano que se respetarán todas las leyes mexicanas y se trabajará para garantizar que el acuerdo entre en vigor lo antes posible.
Para José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), hubo cierta sobrerreacción por la forma en cómo se dio a conocer el tema, ya que el principal canal de comunicación fueron las redes sociales, en lugar de una vía no tan mediática.
“En términos generales hay una regulación laboral que México tendrá que observar porque hay elementos que sí son delicados, sin embargo, al darse a conocer los detalles de ambas partes no era un tema que debió haber generado tal controversia”, precisa el economista.
Gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el comercio de México con Estados Unidos y Canadá creció más de seis veces entre 1993 y el 2018 al pasar de 91 mil millones de dólares en 1993 a 599 mil millones de dólares al cierre del año pasado.
Único negociador
Una de las medidas que más se cuestionó es que el gobierno mexicano envió a un solo representante para negociar el protocolo modificatorio al T-MEC, mientras que sus socios estaban respaldados por comitivas más robustas.
Jesús Seade fue el hombre encargado de representar al país azteca y hasta hace unos días el subsecretario para América del Norte era el personaje más aplaudido por los gobiernos de los tres países y por la cúpula empresarial de México, gracias a que logró destrabar temas clave que permitieron limar asperezas con el socio al otro lado de la frontera.
No obstante, durante el fin de semana pasado el rumbo cambió luego de que se diera a entender que el funcionario de alto nivel había pecado de confianza provocando que la Casa Blanca lo engañara.
Aunque Seade negó que en el acuerdo hubiera “letras chiquitas” y durante su comparecencia ante el Senado de la República la semana pasada aseguró que no existía un riesgo en lo que se firmó, la realidad fue otra cuando Estados Unidos intentó cambiar la jugada en materia laboral.
Fuentes cercanas a la Secretaría de Economía que pidieron no ser citadas comentaron que el presidente Andrés Manuel López Obrador puso toda la confianza en un solo hombre por los conocimientos que tiene sobre la materia y para no “gastar de más”, en línea con la política de austeridad.
Una decisión que consideran no fue la más acertada dado el nivel de negociación que se requería para este asunto, pues los acuerdos laborales y comerciales son delicados.
Aclaración necesaria, requerida, y categórica. La Ley de Implementación dice: los Agregados ayudarán al cumplimiento. ¿Apoyando a STPS como ésta solicitó, o haciendo de Inspectores? Respuesta categórica: NO lo segundo. Y MX, se les informó, NO aceptará incumplimiento de esto. https://t.co/hlQ68XsBpu
— Jesús Seade (@JesusSeade) December 16, 2019
Ratificación del T-MEC Amenaza latente
Mientras el presidente Donald Trump se encuentre en la antesala de las elecciones del 2020 su discurso en contra de su vecino no se suavizará, pues la retórica antiMéxico fue uno de los pilares que le permitió llegar a la Casa Blanca.
A días de que se conozca si el mandatario se enfrentará a un juicio político o no, su nivel de popularidad se ubica en su máximo nivel apoyado de buenos indicadores económicos: 43 por ciento de los votantes registrados aprueban su trabajo, mientras que 52 porcentaje lo desaprueban, de acuerdo con una encuesta nacional elaborada por la Universidad Quinnipiac.
“Una tasa de desempleo más baja en 50 años junto con acciones que alcanzan niveles récord se suman a una visión optimista de la economía y los votantes se sienten optimistas sobre sus propias finanzas personales”, dice Mary Snow, analista de encuestas de la Universidad de Quinnipiac.
Aproximadamente 73 por ciento de los encuestados por la Universidad de Quinnipiac describen la economía como excelente o buena, mientras que el 25 por ciento dice que no es tan buena o mala.
Si el resultado de la votación en la Cámara de Representantes no le favorece a Trump se convertiría en el tercer presidente en la historia de Estados Unidos en enfrentar este proceso, pero si los argumentos de los demócratas no son suficientes, el mandatario saldría fortalecido, hecho que le daría un impulso importante en las urnas en noviembre del próximo año.
En este sentido, José Luis de la Cruz comenta que el gobierno mexicano debe ser muy cauteloso mientras que el T-MEC no esté ratificado por todos los involucrados, de lo contrario México será el más expuesto.
“No es conveniente que México tenga un solo negociador porque mientras no esté aprobado en Estados Unidos y Canadá se experimentarán sobresaltos que pueden costarle muy caro al país”.