Tasas altas, agresivas pero necesarias para contener la inflación en Latinoamérica

La política monetaria establecida por varios bancos centrales de la región ha tenido éxito en contener la inflación, sin embargo es probable que esto impacte al crecimiento económico
María Fernanda Navarro María Fernanda Navarro Publicado el
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Los países latinoamericanos deberán mantener una política monetaria agresiva aunque eso signifique la desaceleración económica de la región.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) apunta a la necesidad de que América Latina y el Caribe reduzcan la inflación pero para contener los impactos de las medidas adoptadas para lograr ese objetivo es necesario priorizar políticas fiscales que lleguen a los más pobres.

Sin embargo, estas medidas no serán sencillas debido a que los países de la región cuentan con limitados recursos fiscales, señala el reporte “Preparar el Terreno Macroeconómico para un Crecimiento Renovado”, del BID.

Bajo este contexto, el BID pronostica que para 2023 el crecimiento económico de la región alcance el uno por ciento, una proyección que refleja un menor crecimiento mundial y el aumento de las tasas de interés.

El reporte explica que debido a choques externos como el conflicto armado entre Rusia y Ucrania y el aumento en los costos de los commodities, además de otros elementos internos como los estímulos fiscales otorgados durante los meses más álgidos de la pandemia por COVID-19, la inflación en la región durante 2022 alcanzó el nivel más alto en los últimos 14 años y diversos análisis advierten que la inflación volverá a las metas de los bancos centrales hasta finales de 2024.

Con más precisión, el BID calcula que la tasa de inflación anual en el país medio en la región llegó a 9.6 por ciento en julio de 2022, en comparación con el 6.3 por ciento que alcanzó el valor más alto en el año 2021.

En el caso de México, por ejemplo, durante 2022 se registró el aumento de precios a productos y servicios más elevado en 22 años con un incremento de  7.82 por ciento y fueron los costos de los alimentos y los productos los que encabezaron la “problemática”.

Brasil cerró el 2022 con un aumento en el costo de los productos y servicios de 5.79 por ciento anual y Argentina registró la tasa de inflación más alta desde 1991 con 94.8 por ciento.

El BID señala que la inflación de los alimentos para el país mediano llegó al 14 por ciento, la inflación de los precios al consumidor a nueve por ciento.

“El hecho de que los precios de los alimentos aumentaron más que los precios generales al consumidor y los precios core refleja el impacto relativamente más fuerte de las restricciones en la cadena de suministro en el precio de los alimentos, que ejerce una mayor presión en los hogares más pobres, que son los que gastan una mayor parte de su ingreso en alimentación”, explica el reporte.

Respuesta contundente

Para tratar de contrarrestar el impacto de la inflación, los bancos centrales en la región aumentaron las tasas de interés que, en algunos casos, cumplieron su objetivo y propiciaron una desaceleración de la inflación en el cuarto trimestre de 2022.

Este enfoque se conoce como política monetaria restrictiva, que se enfoca en reducir la cantidad de dinero del país con el objetivo de contener la inflación, aunque con ello se corre el riesgo de frenar el crecimiento económico, a la que comúnmente se le llama “tono hawkish o de halcón” que se adopta cuando se aumenta las tasas de interés.

El reporte destaca que “la magnitud de las reacciones de los bancos centrales de América Latina y el Caribe contrasta con las respuestas de los bancos centrales en el grupo de países del G7. Este último también aumentó las tasas, pero a un ritmo menor”.

Por mencionar un ejemplo, el Banco de México aumentó hasta en 14 veces consecutivas desde junio de 2021 hasta febrero de 2023 la tasa de interés y la llevó de cuatro a 11 por ciento.

Política fiscal, crucial

Para que esta política monetaria implementada en varios países de la región sea eficaz es necesario que se acompañe de una política fiscal coherente, señala el BID.

“Los déficits fiscales más bajos y una reducción correspondiente del riesgo de crédito soberano son necesarios para mejorar la eficacia de la política monetaria. Los diferenciales de riesgo más bajos disminuyen las tasas neutrales de interés utilizadas por los bancos centrales en sus funciones de política monetaria.  A medida que disminuye la tasa de interés neutral, los bancos centrales tienen más espacio para reducir sus tasas de política”, apunta.

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