El réferi abandonará su puesto antes de tiempo. La sorpresiva renuncia de Roberto Azevêdo como director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) envía un mensaje claro sobre la urgencia de una reconfiguración en las reglas del juego, en especial por dos países que no están dispuestos a ceder ni a respetar los compromisos adquiridos: Estados Unidos y China.
El mayor problema es que la disputa entre las dos naciones más poderosas les ha costado tanto a consumidores, empresas, como agricultores. Desde que comenzó la guerra en febrero de 2018 hasta noviembre de 2019, solo los estadounidenses han pagado 46 mil millones de dólares adicionales en impuestos, de acuerdo con datos de Tariffs Hurt the Heartland.
Y aunque la OMC ha hecho un llamado para que se detenga el fuego cruzado, los esfuerzos son inútiles porque el organismo está atado de manos, debido a que el presidente Donald Trump mandó a la lona al Órgano de Apelación, responsable de resolver las disputas comerciales, por la renuencia a nombrar a nuevos jueces para integrar el panel, cuya función depende de siete miembros permanentes.
En promedio, 70 por ciento de los casos que atiende la OMC son revisados por este órgano, pero al no estar en funciones desde el 11 de diciembre del año pasado el sistema no puede garantizar el correcto funcionamiento del sistema mundial.
Desde la fundación de la OMC el comercio ha repuntado de manera exponencial. El valor de las mercancías que se movieron en 1995 fue de 5.22 billones de dólares, cifra que para el cierre de 2018 (último dato disponible) superó los 19.65 billones de dólares.
Aun cuando Estados Unidos es uno de los países más beneficiados por la organización, el inquilino de la Casa Blanca ha arremetido en diversas ocasiones en su contra y la retórica proteccionista deteriora el ya delicado estado del comercio global, algo en lo que China también contribuye en los contragolpes que da.
José Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN), considera que la salida anticipada de Roberto Azevêdo manda un mensaje negativo, en momentos en que se avecina un desplome histórico del comercio mundial por la actual pandemia.
“La salida de su actual director podría interpretarse como una consecuencia de que los países no quieren seguir las reglas establecidas y prefieren el nacionalismo económico al libre comercio”, detalla el académico de la UNAM.
El próximo elegido para dirigir la OMC
El 14 de mayo, Roberto Azevêdo comunicó en una reunión informal de jefes de delegación que tenía la intención de renunciar el 31 de agosto de 2020, un año antes de que su mandato expire.
Aunque aún es prematuro para saber quién o de qué nacionalidad podría ser la persona que ocupe el puesto del brasileño el nombre de Arancha González Laya, actual ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España encabeza la lista de las preferencias, de acuerdo con el semanario económico alemán WirtschaftsWoche (WiWo).
La funcionaria de 51 años no es lejana a la mesa de negociación de la OMC, ya que se desempeñó como Jefa de Gabinete del director general de la organización Pascal Lamy, de 2005 a 2013. Durante su mandato tuvo un papel activo en el lanzamiento de la iniciativa de Ayuda para el Comercio y fungió como representante de Lamy en el G-20.
Si la española resultara electa se convertiría en la primera mujer en presidir el organismo internacional en toda su historia, pues desde su fundación nueve hombres lo han dirigido.
Sin embargo, en días pasados la ministra declaró en una entrevista que se sentía halagada de que su nombre perfilara, pero en este momento estaba comprometida con su actual puesto.
Otras posturas se inclinan más a candidatos africanos, como Amina Mohamed, ministra de Deportes de Kenia y exembajadora de su país en la OMC; Yonov Frederick Agah, de nacionalidad nigeriana y subdirector de la OMC; o el embajador de Benin en la ONU Eloi Laourou.
Para el académico José Ignacio Martínez Cortés la elección del sucesor de Roberto Azevêdo no tendrá que ver necesariamente con el género o la nacionalidad, sino con la capacidad, pues dirigir el organismo más importante en materia comercial es una tarea nada sencilla.
“Quien llegue deberá contar con una visión clara por los vientos proteccionistas que soplan, pero sobre todo la OMC requiere de alguien que tenga un liderazgo internacional para hacer frente a esta situación”.