Significa “ahora” en italiano, es Ora.tv, el nuevo proyecto del multimillonario Carlos Slim.
Es una televisora, pero en el sentido nuevo de la palabra, pues se necesita una conexión a Internet para ver sus programas ya que se transmitirán solo en línea desde sus sedes de Los Ángeles y Nueva York.
El canal financiado por Slim se concentra en jóvenes menores a 35 años, cosa que parece contradictoria al contratar como presentador a Larry King, el mítico veterano de 78 años.
Sin embargo, el formato y los invitados podrían interesarle a su mercado objetivo.
La primera entrevista, de media hora, se hizo con Seth Macfarlane, el creador de “Family Guy”, una caricatura popular entre la juventud estadounidense.
En subsecuentes espacios, King entrevista al actor Mathew McConaughey y Meghan McCain, blogger e hija del que fuera candidato a la presidencia de Estados Unidos contra Barack Obama.
A diferencia de lo que hacía en CNN, los programas son casuales y entretenidos, con un aire de juventud que difícilmente imaginarías del veterano entrevistador.
Además de contar con una reconocida personalidad al frente, Slim contrató a Jon Housman, quién se desempeñaba en News Corporation como presidente de periodismo digital.
A primera vista, parece un experimento de parte de Slim y una apuesta por transformar a la televisión en el mundo.
Si funciona, Slim tendrá un nuevo modelo de televisión en sus manos, uno que reduce significativamente los costos y provee de programas bajo demanda específica de los usuarios.
Aprovecha mercado
También hay un jugoso mercado de publicidad por Internet que está creciendo. El equipo de Slim hizo una importante alianza con Hulu, una empresa que provee contenido por Internet de muchas de las más grandes televisoras de Estados Unidos.
En vez de esperar a que Ora.tv gane fama, y sin gastar millones de dólares en publicidad, el canal se insertó directamente en el mercado más grande de televidentes en línea.
Este nuevo negocio no hará mucho por elevar el valor neto de Slim, pero es un experimento que vale la pena seguir de cerca.
