Ya pasadas las elecciones en Estados Unidos, es hora de trabajar. No se puede esperar ni un momento.
El riesgo más grande para la economía del mundo, al menos en el corto plazo, está en muchos sentidos bajo la responsabilidad de la Casa Blanca.
Se llama “precipicio fiscal” y ya tiene semanas en las noticias del vecino país, aunque se han pospuesto las decisiones difíciles hasta hoy.
El origen del problema
Más que un solo problema, el precipicio está formado por una mezcla de diversas medidas fiscales que están por caducar el próximo 31 de diciembre, y que podrían desencadenar otra crisis.
Los famosos recortes de George W. Bush terminarán incrementando los impuestos repentinamente para millones de personas.
Vencen también una serie de medidas de emergencia que la administración de Barack Obama pasó a finales del 2010 para impulsar la recuperación de la economía.
Entre estas, unas “vacaciones” impositivas que le costaron a los contribuyentes aproximadamente 95 mil millones de dólares y una extensión del seguro de desempleo.
Se le suman una serie de impuestos y provisiones nuevas para ayudar a la implementación de la nueva ley de salud que Obama logró aprobar.
Considerando que la ley tiene miles de páginas, se espera que estos nuevos impuestos sean difíciles de entender y pagar.
Pero no todo son impuestos. Probablemente el factor más preocupante del precipicio para muchos son los temidos recortes de gastos.
En el 2011, ante un Congreso amargamente dividido ante la creciente deuda, se llegó a una solución temporal: aplazar la decisión hasta el 31 de diciembre.
Los legisladores de ambos partidos aceptaron una ley que incrementaba el techo de la deuda temporalmente para que el gobierno pudiera funcionar, pero a cambio se estipulaba que si para el fin de año no había cambios en el nivel de gasto, los recortes sucederían automáticamente.
Los recortes estarían divididos entre gastos en seguridad social y de defensa, con el fin de presionar a ambos partidos a llegar a un acuerdo.
El problema es que poco han podido reformar los legisladores y los recortes son excesivamente punitivos. De la noche a la mañana, millones de dólares se recortarían indiscriminadamente en servicios como hospitales, escuelas y las fuerzas armadas.
La factura total de todos estos cambios es de 607 mil millones de dólares, pero por la forma en la que sucedería, el golpe a la economía podría ser mucho mayor.
Según algunos análisis, el precipicio fiscal podría costarle entre uno y cuatro puntos porcentuales de crecimiento y un millón de empleos a la economía estadounidense.
Considerando que se espera un crecimiento de 2 por ciento en el 2013, de cumplirse, el precipicio podría llevar a la economía mundial directamente a otra recesión.
Miedo en los negocios
Algunos van más allá, notando el efecto devastador que el simple hecho de tener un precipicio tiene en la confianza de los inversionistas. Por ejemplo, los últimos datos no son muy alentadores. Entre julio y septiembre la inversión de negocios cayó 1.3 por ciento.
La explicación es que los negocios temen realizar inversiones si no saben cuántos ni qué tipo de impuestos tendrán que pagar el año próximo.
Hay evidencia también de que las personas están tomando decisiones similares.
Las tasas de ahorro de hogares han estado incrementando moderadamente, un escenario raro porque las tasas de interés están en niveles bajos.
Un estudio del Fondo Monetario Internacional menciona que por cada dólar más en impuestos o menos en gastos, costará 1.7 dólares a la economía.
Esto porque se estima que reducir el déficit en tiempos donde la tasa de interés es muy baja, como es actualmente el caso, deja al banco central sin espacio para reducir más la tasa con el fin de nivelar el golpe fiscal.
Otros son más escépticos, diversos analistas asumen que el mercado ya ha descontado la posibilidad de que no se llegue a ningún acuerdo.
Y claro, siempre cabrá la posibilidad que los legisladores tengan algún as bajo la manga, como simplemente decretar nuevas leyes a favor de más deuda.
Sin embargo, la mayoría de los analistas espera un precipicio menos dañino de entre 105 y 385 miles de millones de dólares.
Entre menor, mejor. Lo sabio sería esperar a una recuperación más vigorosa para pensar en recortar gasto.
Pero una cosa es cierta, la falta de acuerdos en Washington ya no puede continuar. La primera sesión del Congreso será el 13 de noviembre, pero las negociaciones detrás de la puerta no pueden esperar más.
Temor en México…
El precipicio fiscal debe preocupar a los mexicanos por obvias razones. Estados Unidos continúa siendo el principal socio comercial y su salud económica tiene importantes repercusiones en la nuestra.
Según un boletín del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, el CIEP, más del 75 por ciento de las exportaciones no petroleras de México van a su vecino del norte. El impacto de una caída de ingreso del hogar, a través de mayores impuestos, podría afectar negativamente a las exportaciones.
Así mismo, se esperan mercados más volátiles durante la discusión en el Congreso estadounidense del precipicio fiscal.
Por su parte, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, estuvo sonando las campanas en la reunión del G20 que se llevó a cabo en la Ciudad de México, pronunciando que se trata de un tema que, si bien deben solucionar los estadounidenses, tiene repercusiones a nivel mundial.