La fusión de 44 mil millones de dólares entre las dos cementeras más grandes del mundo está en peligro. El acuerdo entre la firma suiza Holcim y la francesa Lafarge, suscrito en abril de 2014, se tambalea y podría volver a reconfigurar al mercado global de cemento.
Los reguladores de competencia alrededor del mundo han significado el mayor riesgo para el desarrollo de la fusión. Sin embargo, la amenaza actual se encuentra en un cambio de postura de Holcim.
La apreciación del franco suizo frente al euro y los últimos reportes empresariales de Holcim y Lafarge han propiciado un fortalecimiento de la posición accionaria de la cementera suiza frente a la de su contraparte francesa.
Holcim expresó mediante un comunicado que la fusión no podría continuar bajo las condiciones estipuladas originalmente.
El “acuerdo entre iguales” pactado establecía un intercambio de acciones con un radio de uno a uno, la división del consejo de administración de la nueva firma con siete asientos para cada empresa, así como la designación de Bruno Lafonte, director general de Lafarge, como el director de la recién formada compañía.
Las demandas de Holcim exigen cambios en asuntos de gobernanza, en la designación del director general y en la relación del canje de acciones.
Lafarge respondió que la compañía continúa comprometida con el proyecto y está abierta a un cambio en la relación del intercambio accionario, mas no en otras demandas.
El portal Reuters publicó que Lafarge busca la continuación de la fusión, pero no a cualquier costo. El miedo de la firma francesa yace en la transformación de un acuerdo entre iguales en una adquisición barata.
El próximo 13 de abril se celebrará la junta general anual de accionistas de Holcim.
Guerra de precios
El comunicado de Holcim establece que continuará negociando de buena fe para concretar la creación de la firma cementera más grande del mundo. No obstante, analistas argumentan que la divergencia de las posturas y la rigidez de las posiciones públicas de las firmas pone en entredicho la fusión.
Analistas expresan que el fin del acuerdo llevaría a Holcim, Lafarge y Cemex a enfrentarse en una guerra de precios. La concentración de la industria sería diluida en detrimento de las firmas.
Además, Lafarge y Holcim pondrían fin a su programa de venta de activos globales, emprendida para convencer a los reguladores antimonopolio de aprobar la fusión.