Contra todo pronóstico, el precio del barril de petróleo sigue cayendo y afectando las finanzas públicas de los países exportadores de crudo.
La semana pasada la Mezcla Mexicana volvió a caer hasta los 37.5 dólares por barril, un valor muy cercano al mínimo del año que fue de 37.36 dólares que se registró en en enero.
Lo anterior va en contra de todos los pronósticos de analistas que esperaban que para estos momento el precio se hubiera recuperado para ubicarse alrededor de los 60 dólares por barril.
El barril de West Texas Intermediate también cayó más abajo de los 40 dólares por primera vez en seis años. Desde su pico en junio, los precios petroleros alrededor del mundo han caído casi un 35 por ciento debido a que los productores continúan inundado al mercado de crudo.
La caída del precio del petróleo comenzó el año pasado cuando, ante el exceso de oferta en el mercado, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) anunció que continuaría con sus altos niveles de producción. Con esto, el líder de la organización, Araba Saudita, pretende sacar del mercado a las empresas de shale que operan con márgenes de utilidad relativamente bajos.
A pesar de que la táctica funcionó y varios productores de shale se han visto obligados a recortar inversiones e incluso dejar de operar, otros países siguen inundando el mercado con crudo.
Ahora los pronósticos de producción para los países no miembros de la OPEP ascienda a un millón de barriles diarios, alrededor de 200 mil barriles más de los que esperaba hace un mes.
La situación refleja la pérdida de influencia que la OPEP ha sufrido. Mientras que en 1979 el cártel controlaba más del 50 por ciento de la producción global, dándole amplio poder para fijar precios, hoy en día su participación es de aproximadamente 40 por ciento.
¿Y Pemex?
Los problemas para la empresa productiva del Estado llegan de varios frentes. Además del desplome de los precios internacionales del petróleo, Pemex debe lidiar con recortes presupuestales y la necesidad de competir por primera vez con empresas extranjeras.
Sin embargo, el mayor obstáculo hasta el momento reside en que la petrolera no encuentra una solución para reducir su gasto laboral.
La empresa petrolera es calificada por expertos en la industria como demasiado grande e ineficiente debido, en gran parte, a que sus trabajadores sindicalizados gozan de tantos privilegios que es prácticamente imposible despedirlos.
Hasta el momento los directivos de Pemex continúan negociando con el contrato colectivo de trabajo con el sindicato, pero no se prevé un buen desenlace.