En 2021, si dos integrantes de una familia de cuatro personas perciben por su trabajo hasta un salario mínimo tienen la capacidad de cubrir sus necesidades alimentarias, pero difícilmente podrán hacerlo con aspectos esenciales como vivienda digna, salud, comunicaciones, transporte o cuidado infantil; por ello, continuar por la senda del incremento de esta percepción sigue siendo muy necesario.
Sin embargo, el panorama económico de este final de año y las previsiones para inicios de 2022 generan preocupaciones ante un incremento pronunciado del minisalario por el posible efecto que podría tener en las empresas del país que han tenido que enfrentar los crecientes costos de operación tras la pandemia.
“Tenemos un mercado laboral bastante laxo, un aumento en el salario mínimo fuerte no sería muy acomodaticio para las empresas, porque tienen una oferta laboral muy grande y tienen que ajustar los salarios; si bien la economía se recuperó este año, el crecimiento económico será mucho menor para el siguiente.
Por lo tanto, subir mucho el salario mínimo en un contexto en el que las empresas no percibirán incrementos fuertes en su ingreso es un riesgo”, considera Marcelo Delajara, director del Programa de Crecimiento Económico y Mercado Laboral en el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
La tarde de ayer se informó que la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) acordó un incremento de 22 por ciento del salario mínimo, por lo que pasaría de 141.70 a 172.87 pesos diarios en el caso del minisalario general y de 213.39 a 260.34 pesos en el caso del que se establece en la Zona Libre de la Frontera Norte.
Con esta fijación del salario mínimo vigente para 2022, el incremento total a esta percepción en lo que va de la gestión de Andrés Manuel López Obrador es de 65 por ciento, un aspecto de esta administración que ha sido calificado como positivo.
Para decidir el incremento al salario mínimo, la Conasami toma en cuenta un aumento por fijación, que para el 2022 será de nueve por ciento, más el Monto de Recuperación Económica (MIR), que será de 16.90 pesos en general y 25.45 en la Zona Libre de la Frontera Norte.
Desde la perspectiva del integrante del CEEY, para el siguiente año había margen de maniobra para evitar un incremento muy alto en el MIR.
“Me parece que hay que ser un poco más moderado con el MIR debido a las circunstancias que estamos viviendo este año, no hay que parar con el programa de recuperación del salario mínimo, el tema es cómo hacerlo para que en estas circunstancias no tenga un efecto negativo”, explica.
El Monto de RecuperaciónEconómica (MIR) se aplicó por primera vez en la fijación de los salarios mínimos vigentes en 2017.
Es un mecanismo cuya finalidad es la recuperación del poder adquisitivo de los salarios mínimos y una cantidad absoluta en pesos, que no se utiliza como referente para fijar otros salarios vigentes, como los contractuales, federales, estatales, ni municipales.
Durante muchos años el salario mínimo se mantuvo “artificialmente bajo” con argumentos como que un aumento sustancial impactaría en la disminución del empleo y un disparo en la inflación, pero actualmente está demostrado que dichos fenómenos no ocurren, advierte Axel Eduardo González, investigador de análisis en la organización México ¿Cómo vamos?
“Es un hecho que la recuperación económica que veremos para el próximo año es incipiente, hay proyecciones económicas desde el cuatro, hasta análisis reservados de dos por ciento”, señala.
Pobreza laboral constante
En México se calcula que 14 millones nueve mil 186 personas ganan hasta un salario mínimo, es decir, cuatro mil 251 pesos mensuales en 2021. Esta cifra de trabajadores que perciben el minisalario es 1.7 por ciento más que los registrados con estas percepciones el mismo mes de octubre del año pasado, de acuerdo con datos del INEGI.
Sin embargo, con estas percepciones los trabajadores no pueden adquirir una canasta alimentaria para todos los miembros de su hogar, una situación denominada pobreza laboral.
“Antes del ajuste de 2018 con el salario mínimo no se podía comprar una canasta básica alimentaria, esto se ha venido corrigiendo, pero ese tema sigue siendo uno de los mayores retos porque hemos observado pobreza laboral. Previo a la pandemia, se observaba en la pobreza laboral una tendencia a la baja, en el primer trimestre del 2020 fue de 36.6 por ciento; pero ya para el tercer trimestre de ese año el porcentaje paso a 46 por ciento, después se observó otra vez una tendencia a la baja hasta el tercer trimestre de 2021 en el que se midió en 40.7 por ciento”, señala.
El especialista dice que la inercia de la recuperación económica no está siendo suficiente para ajustar los niveles de pobreza laboral, lo que es preocupante.