“Abrimos o morimos”. Es el grito de guerra de trabajadores de restaurantes en la capital y otros puntos del país que enfrentan la extinción de estos negocios debido a las restricciones establecidas para tratar de contener los contagios de COVID-19.
Se trata de una situación desesperada sobre todo para los pequeños y medianos empresarios de la industria que en 2019 aportó el 15.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) turístico en México y generó 2.7 millones de empleos directos, misma que no sobrevivirá con la venta de comida con servicio a domicilio.
Por ello algunos dueños de negocios se han planteado desafiar los cierres establecidos por las autoridades, salir a las calles a operar y protestar con cacerolazos afuera de sus locales todas las tardes hasta que se levanten las restricciones.
Ayer, por ejemplo, locales del Centro Histórico de la Ciudad de México y un famoso restaurante de mariscos ubicado en la colonia Polanco empezaron a dar servicio en el lugar, lo que provocó que en el caso de este último recibiera un apercibimiento por parte de las autoridades de la alcaldía de Miguel Hidalgo.
“Ya no podemos más, desde el inicio de la pandemia en la zona metropolitana del Valle de México se han cerrado 13 mil 500 establecimientos, este último cierre de tres semanas, provocó que hubiera un 10 por ciento adicional de recorte de personal. Detrás de estos números hay familias, padres de familia que hoy sobreviven desesperados porque no saben cómo llevar el sustento a sus familiares, seis de cada 10 restaurantes son familiares”, explica Sergio Flores, integrante del grupo de trabajadores de restauranteros que se manifestaron ayer para exigir la reapertura de sus negocios.
De acuerdo con cálculos de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados (CANIRAC) al cierre del año se habrán perdido 300 mil trabajos debido a los efectos de la contingencia sanitaria, además de que por cada cien pesos que ingresaban en 2019, actualmente registran 40 pesos.
Durante el primer semestre del 2020, los restaurantes de la Ciudad de México bajaron sus cortinillas por más tres meses, además de las últimas dos semanas de diciembre y las dos primeras del 2021, toda vez que se restringe la venta de alimentos en los locales cuando el Semáforo COVID-19 de la entidad marque rojo.
Reducir el aforo de los clientes a 30 por ciento de su capacidad, seguido de la adquisición de equipo de protección para su personal y la restricción de su horario de atención hasta las 22 horas todos los días, fueron las medidas de adaptación más costosas para los dueños de restaurantes, de acuerdo con el estudio “Resiliencia de la Industria Restaurantera en Tiempos de COVID-19”.
“Los restaurantes ya acabaron con sus ahorros; incluso, parte de estos fueron utilizados para adecuarlos con medidas sanitarias y de protección para los colaboradores, proveedores y clientes. Gracias a esas medidas de higiene y a un aforo limitado, es que los restaurantes no somos fuente de contagio”, señala Mireya García.
Piso disparejo restaurantes y comercio informal
Entre las acciones que plantean los restauranteros está la de salir a la calle para preparar y vender sus alimentos, después de todo el comercio informal, incluida la venta de comida, sigue operando, advierten.
Además de la renta, salarios a sus trabajadores, servicios como luz y agua y el pago de deuda a sus proveedores, los restaurantes formales tienen que cumplir con el pago de cuotas patronales, por lo que muchos han tenido que recurrir a deudas para seguir sosteniendo sus negocios, todo sin contar con apoyo de los gobiernos locales o el federal.
Semanas después de que en la Ciudad de México se estableció por segunda ocasión el nivel máximo de alerta COVID-19 con el Semáforo Rojo, el Gobierno capitalino señaló que apoyaría a cien mil trabajadores del sector que se quedaron sin ingresos durante la época decembrina con un pago único de dos mil 200 pesos.
Sin embargo, líderes de la industria han señalado en diversas ocasiones que los apoyos son insuficientes, tanto para los trabajadores como para los dueños de los negocios que, insisten, no pueden sostener estas empresas con el sistema de entrega a domicilio.
En tanto que ayer por la noche, la Secretaría de Economía emitió un comunicado afirmando que se integraría un “canal de comunicación” con la Unidad de Desarrollo Productivo y la Canirac para encontrar soluciones de apoyo al sector.