El discurso de Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), era el evento más esperado de Jackson Hole, un panel de conferencias que organiza anualmente la Reserva Federal de Kansas y reúne a los banqueros centrales de más alto perfil. Su intervención no decepcionó, al menos en el sentido de que el mensaje ya era esperado.
A pesar de que Yellen preparó el terreno para un alza en la tasa de interés de referencia para la siguiente reunión de la Fed en septiembre, los mercados aún se mantienen escépticos en relación a la tendencia alcista en la tasa de fondos federales.
La presidenta de la Fed fue categórica: “A la luz del continuo desempeño sólido del mercado laboral, de nuestra perspectiva de actividad económica y de inflación, creo que el caso para un incremento en la tasa de fondos federales se ha fortalecido en los meses recientes”.
Sin embargo, la probabilidad de un alza en los tipos de interés, medida a través de las posiciones de inversionistas en el mercado de futuros de la tasa de fondos federales, se mantuvo prácticamente sin cambio. Tras el discurso de Yellen, la probabilidad de un alza en la reunión de septiembre se ubicó en 24 por ciento, mientras que la probabilidad para la reunión de diciembre se calculó en 57 por
ciento.
La divergencia entre las proyecciones del rumbo de la política monetaria de los miembros de la Fed y del mercado se ha vuelto evidente después de que el banco central elevó la tasa de interés de referencia en diciembre en 25 puntos base, la primer alza en casi una década.
A inicios del 2016, la mediana de las proyecciones de los miembros de la Fed estimaba cuatro incrementos en la tasa de interés de 25 puntos base. En cambio, el escenario más factible para el mercado era el de apenas un alza en todo el año.
Cambio de rumbo
Esto modificó el rumbo planeado de la política monetaria. En lo que va del año se han celebrado cinco reuniones del Comité de Mercado Abierto de la Fed. En ninguna de ellas se ha optado por un alza en los tipos de interés.
No obstante, ante la ausencia de la volatilidad financiera que fue característica del 2015, el discurso del banco central ha empezado a cambiar. En la práctica, la Fed se ha abocado a mantener la estabilidad financiera global dado que, después de la crisis, los cambios en la política monetaria de
Estados Unidos se han convertido en el principal conductor de los mercados financieros y de la economía global en menor medida.
La semana pasada, Stanley Fischer, el vicepresidente de la Fed, refirió que la economía estadounidense se estaba acercando a los objetivos de estabilidad de precios y de pleno empleo del banco central.
El discurso de Yellen en Jackson Hole se ubicó en la misma tesitura y confirmó este punto de inflexión en la política monetaria: “ A pesar de que el crecimiento económico no ha sido acelerado, ha sido suficiente para generar mejoras en el mercado laboral”.
Se ‘cura en salud’
Aunque Janet Yellen mantuvo un tono optimista, advirtió que la decisión de septiembre aún no podría darse por sentada.
“Nuestras decisiones siempre dependen del grado en el que los datos continúen confirmando nuestra perspectiva”.
El consenso de analistas coincide en que la Fed se “cura en salud” para evitar un cambio drástico de las expectativas en caso de que la decisión de septiembre sea contraria al discurso de Jackson Hole.
Lo anterior pone de relieve el escepticismo de los mercados hacia los pronósticos de la Fed. El banco central ha sido incapaz de situar a los agentes económicos en la misma línea de sus proyecciones.
Narayana Kocherlakota, un ex funcionario del banco central, sostiene que el amplio intervalo de la última predicción de los miembros de la Fed deja ver que éstas han dejado de ser confiables para el mercado.
Yellen señaló que el banco central estima que existe una probabilidad de 70 por ciento de que la tasa de fondos federales se ubique entre cero y 3.25 por ciento para finales del 2017.
“La razón por la que el rango es tan amplio se debe a que la economía es irrumpida frecuentemente por choques y raramente evoluciona como se ha previsto”.
Las minutas de la última decisión de política monetaria del Banco de México, uno de los bancos centrales más dependientes y reactivos a las decisiones de la Fed, refieren que las autoridades monetarias mexicanas esperan que la tasa de interés de referencia de Estados Unidos se ubique entre 0.50 por ciento y 0.75 por ciento para el cierre del próximo año.
Asimismo, la migración masiva de capital hacia activos emergentes en el último mes es otra prueba de que el mercado desestima el discurso de normalización gradual de la Fed, dada la alta sensibilidad de esta clase de activos
El banco UBS emitió una advertencia de que este auge emergente no obedecía a una mejora en los fundamentales de las economías en desarrollo, sino a la política acomodaticia de la Fed y otros bancos centrales.
De igual forma, esta semana, Citigroup emitió un reporte en que calificaba a los mercados como “complacientes”, de modo que los máximos históricos que registran los mercados de bonos y de acciones, así como los bajos niveles recientes de volatilidad, no se pueden explicar sin la influencia de la política laxa de los bancos centrales.
Los reportes de ambos bancos concluyen que las apuestas que ha situado el mercado revelan una marcada divergencia entre la trayectoria esperada de la política monetaria de la Fed y de los agentes económicos.