Pandemia al interior de Pemex al descubierto
El aumento de casos positivos y decesos de COVID-19 en Petróleos Mexicanos pone en evidencia el problema que enfrenta la petrolera para garantizar la protección de sus trabajadores
Nayeli Meza OrozcoPemex vive su propia crisis sanitaria. El COVID-19 no solo afectó las finanzas de la empresa, también provocó que al interior de sus intalaciones miles de trabajadores estén en riesgo de contagiarse.
Y aunque la petrolera activó protocolos, el número de casos positivos y decesos va en aumento sin una estrategia clara para frenar el brote.
Al corte de ayer, la compañía reportó 10 mil 282 casos sospechos y se han realizado 4 mil 803 pruebas, de las cuales se descartaron 2 mil 018 casos.
El total de pacientes positivos suma 2 mil 785, de los cuales 1,701 fueron dados de alta; 453 continúan en aislamiento domiciliario; 118 se encuentran en hospitalización en un pabellón aislado y 25 están en terapia intensiva.
A la fecha, se han registrado 142 defunciones de trabajadores en activo, 181 jubilados, 160 familiares y cinco externos. En total 488 trabajadores de Pemex perdieron la vida por el COVID-19.
Reporte Índigo conversó con algunos colaboradores de la empresa y el sentimiento en común es el enojo, por la falta de atención de las autoridades encabezadas por Octavio Romero Oropeza, director general de Pemex.
Medidas insuficientes al interior de Pemex
La empresa estableció medidas sanitarias con el objetivo de atender la contingencia y proteger la integridad de todos sus derechohabientes.
En hospitales y clínicas se aplicaron protocolos preventivos para proteger al personal médico y se les capacitó sobre cómo reaccionar cuando se atendieran a pacientes positivos.
Históricamente la atención en los hospitales de Pemex ha sido catalogada una de las mejores en todo el mundo, a la altura de centros privados en Estados Unidos.
De hecho, el gasto de salud de la petrolera per cápita por derechohabiente supera los 13 mil pesos, mientras que en el ISSSTE es de 5 mil pesos, en tanto que en el IMSS es de poco más de 4 mil pesos promedio por afiliado.
La población derechohabiente de la empresa es de aproximadamente 750 mil personas que se distribuyen entre trabajadores activos, jubilados y familiares.
Sin embargo, la pandemia reconfiguró el sistema de atención y aun cuando se implementaron mecanismos, el personal médico no cuenta con el equipo de protección necesario y también carece de insumos básicos para sanitizar los espacios donde se trata a pacientes con COVID-19.
Claudia, quien es enfermera del Hospital Regional de Pemex de la ciudad de Villahermosa, Tabasco, comenta que llevan meses pidiendo al gobierno que atienda los problemas que enfrentan, pero sus llamados son ignorados.
“En marzo ocurrió lo del fármaco contaminado en el que lamentablemente perdieron la vida varias personas, después se inundó porque una tubería de aguas negras colpasó y eso que dimos aviso desde antes y ahora estamos trabajando con el mínimo material. Nos acusan de no querer colaborar, pero ellos no ven que muchas de las que estamos aquí somos el único sustento de nuestras familias y ¿si nos contagiamos quién nos va a ayudar? pues nadie”, comenta la empleada quien también prefiere ocultar su identidad.
Efecto en cadena
Desde mediados de abril la empresa publica el reporte diario sobre el estado de salud de trabajadores y derechohabientes de Pemex afectados por COVID-19.
Pero en el documento no se especifica si el personal activo proviene de refinerías, buques o plataformas de los que han sido bajados a tierra por presentar síntomas.
Tampoco se sabe en qué hospitales ocurren los decesos ni en cuál de sus instalaciones se presenta el mayor número de contagios. Asimismo, se desconoce cuántos profesionistas del cuerpo médico perdieron la vida desempeñando su labor en los centros de salud bajo el mando de Pemex.
El riesgo de contagio adentro en las instalaciones es alto, sobre todo por sus cadenas de valor y el nivel de interacción entre estas.
Ulises, un trabajador de la empresa, asegura que en las últimas dos semanas muchos choferes y personal administrativo que intervienen en las terminales de almacenamiento y despacho han dado positivo y el panorama hacia adelante luce desafiante, sobre todo porque la empresa no es transparente con sus cifras y eso impide dimensionar el verdadero tamaño de la crisis.
“Es una situación complicada porque al salir de las terminales el chofer interactúa con el cliente gasolinero y también los jefes que asignan los viajes ya salieron contagiados. Todos estamos expuestos”.