Hijo de un afamado amigo de Pablo Picasso y coleccionista de arte, Nicolás siempre ha desdeñado lo usual. Desde sus años escolares mostró una peculiar manera de pensar.
Creciendo en Paris, se rehusaba a aprender inglés por ser “el idioma del imperialismo”, y escribía en su tiempo libre constituciones “utópicas”. Leía fervientemente a Jean-Paul Sartre, inclinándose a la izquierda.
De regreso a los negocios
Eduardo Flores