Durante años, el británico James McCormick amasó su fortuna vendiendo un producto bastante particular: un “detector” de bombas llamado ADE 651.
Durante casi 10 años, McCormick le vendió más de 7 mil unidades de sus productos a agencias de seguridad, como la policía de Hong Kong, las Naciones Unidas y el gobierno de Irak, por precios que alcanzaban los 40 mil dólares.
Tan solo en Irak, entre 2008 y 2010, McCormick vendió alrededor de 6 mil dispositivos, obteniendo por lo menos 38 millones de dólares.
Rolando Hinojosa