Suena el teléfono, son las tres de la mañana, contestas y escuchas amenazas de una persona que no conoces. Intentas explicar que se ha equivocado de número, pero de nada sirve.
El acoso se prolonga. El teléfono suena día y noche, siempre la misma persona. Ahora intimida a tus familiares y amigos, pero no tienes manera de saber quién te molesta y denunciarlo.
No se trata de una extorsión del crimen organizado, es un despacho de cobranza que intenta recuperar el dinero de un adeudo que no es tuyo.
Alejandro Dabdoub