Niño Dios: Tradición a prueba del tiempo
Cada año millones de casas en México reciben al Niño Dios con nueva ropa gracias a los padrinos que pagan por ello. Esta costumbre tiene siglos de existir y el valor que representa como negocio es muy rentable
Nayeli Meza OrozcoSe visten niños Dios. Es la leyenda que más sobresale en las cartulinas de colores fosforescentes colocadas afuera de los locales de la calle Talavera en pleno corazón del Centro Histórico. En esta época del año se dan cita miles de madrinas y padrinos con un solo objetivo: conseguir la vestimenta ideal para su ahijado. Dependiendo del tamaño del niño Dios y el modelo de la ropa elegida será lo que pagarán, en cuyo caso suele ser por un monto de entre 70 y 500 pesos. Las prendas se venden por pieza o en un paquete que contiene un fondo, calzón, capa, vestido y accesorios acorde a su advocación.
A pesar del tiempo, la costumbre de vestir al Niño Dios para la Festividad de la Virgen de Candelaria sigue vigente gracias a la fe de los 111 millones de mexicanos que conforman la población católica, de acuerdo con el Anuario Pontificio 2019.
Durante las festividades del 2 de febrero de este año, la Canacope ServyTur Ciudad de México estima que la oferta de servicios en los comercios dedicados al giro relacionado de la reparación y elaboración de los atuendos impulsará en un 200 por ciento las ventas.
Tan solo en la capital del país existen cerca de 2 mil 864 mercerías establecidas de manera formal, mientras que mil 297 se relacionan con la venta de telas. Sin embargo, mantener en pie un negocio que se transforma cada año no es fácil y Saúl Uribe Lanzagorta lo sabe bien. Desde hace 45 años él y su familia manejan Niños Uribe y, aunque se han consolidado como la principal empresa mexicana en la fabricación de vestimentas y accesorios, reconoce que se enfrentan a algunos desafíos relacionados con la brecha generacional.
“El mundo ha cambiado mucho y en la actualidad existen diversas religiones con un credo positivo, pero los católicos van a la baja porque las personas ya son más cibernéticas. Se han perdido las tradiciones de poner el Nacimiento, las posadas y arrullar al Niño Dios”, dice Saúl Uribe Lanzagorta, mejor conocido por ser el sastre del Niño Dios.
El empresario considera que su motivación no fue heredada y que solo radica en una visión espiritual nata. Por ello busca mantener viva la tradición entre las nuevas generaciones y asegura que una forma de hacerlo es con la creación de un triángulo cultural religioso turístico que abarcaría la Basílica de Guadalupe, la Catedral Metropolitana y el Museo Nacional del Niño Dios, proyecto que quiere ejecutar en el mediano plazo y del que ya se encuentra en conversaciones.
El enemigo invisible para vestir al Niño Dios
La calle Talavera es conocida por ser la meca de la vestimenta religiosa y prueba de ello es la Romería Internacional del Niño Dios que se realiza cada año en las calles aledañas con motivo del Día de la Candelaria y en la que participan aproximadamente mil 700 vendedores de distintas partes del país.
Aunque muchos de los locales que se establecen en las calles durante esta fecha no forman parte de la economía formal, para el sastre del Niño Dios es más importante que se fortalezca el mercado nacional y todos los que son parte del negocio ayuden a enriquecer la cultura.
“Prefiero un vendedor de artículos religiosos que una persona que robe y haga daño en la calle. El mundo nos da para todos. Yo estoy establecido, pero hace muchos años también salí de esas filas”, dice el dueño de la red de ocho tiendas que se dedica solo a la vestimenta del Niño Dios.
La actividad artesanal en México se enfrenta a varios obstáculos, pero el mayor de ellos es el incremento de la presencia de mercancía china que compite de manera desigual.
Las artesanías, que pueden ser desde una pieza hasta una prensa, tienen un peso importante en la contribución del Producto Interno Bruto (PIB) cultural. Cifras del Inegi revelan que este sector aporta aproximadamente 18.6 por ciento, equivalente a 123.32 millones de pesos.
La desvalorización de lo ‘Made in México’ ha provocado un deterioro en las ventas de los productores locales y la religión no está exenta de esta situación.
Saúl Uribe Lanzagorta considera que el productor chino es muy inteligente y hábil para hacer negocios, ya que en México busca qué es lo que más se consume para mandarlo a fabricar y venderlo a un menor precio.
En 1975 el sastre abrió la cortina de Niños Uribe y desde aproximadamente 25 años se enfrenta a la competencia del dragón asiático, pero eso no lo desmotiva a seguir trabajando y a pensar en nuevas ideas para que las madrinas y padrinos encuentren la vestimenta ideal de sus ahijados durante el 2 de febrero.
“Tu mente tiene que ser creativa, pero debe estar adelantada a los hechos y mientras el sastre del Niño Dios esté vivo, el Corredor de Talavera seguirá y la mercancía china no entrará porque eso representaría quitarle el trabajo a los artesanos mexicanos”.