La calle dejó de ser una opción para los food trucks. Los vacíos legales que existen para su regulación en México obligó a los propietarios de los camiones de comida a mirar hacia otro mercado: los eventos privados.
Sin embargo, la entrada a estos espacios también trajo consigo diversos desafíos, como los altos costos para poder vender alimentos en festivales musicales o deportivos, estándares de calidad más elevados y una mayor profesionalización de los jugadores de la industria.
A pesar de las complicaciones, Fernando Reyes Lomelí, presidente de la asociación civil Food Trucks DF, considera que México es un terreno fértil, pues desde 2012, cuando comenzaron a circular las primeras unidades en el país, el sector busca consolidarse.
“Al inicio se percibía a los food trucks como una moda pasajera, pero llegamos para quedarnos. Con el paso del tiempo nos convertimos en una industria bien organizada, aunque nos hemos tenido que adaptar a otra clase de espacios y formatos por el tema de la regulación”, comenta.
En la actualidad, existen más de mil unidades y tan solo en la capital del país hay 300 camiones de comida, los cuales generan 35 mil empleos de manera total, de acuerdo con estimaciones de la Asociación Mexicana de Food Trucks.
La industria de alimentos móviles continúa creciendo en los centros urbanos de Estados Unidos, México y algunos países de América Latina apoyada de una fuerte demanda y el deseo de los consumidores por encontrar ofertas de alimentos convenientes y diversificados.
De manera oficial en México no existen cifras que cuantifiquen las ganancias que se obtienen, pero en el mercado estadounidense los camiones de comida obtienen un ingreso cada año que asciende a mil 200 millones de dólares, y la industria experimentó un aumento del 12.4 por ciento en los últimos cinco años.
En el limbo legal
La batalla, que durante muchos años emprendieron los food truckers para que se les otorgaran permisos para poder circular en las calles de la Ciudad de México, llegó a su fin en algunos casos. Uno de ellos es El Dorado, que comenzó como un negocio sobre ruedas y tiempo después apostó por establecerse en un lugar bajo el formato de restaurante.
Oscar Cardoso, capitán en El Dorado, comenta que, a la fecha, mantienen el camión el cual lo utilizan para ofrecer servicio en eventos de entretenimiento y a la par atienden a los comensales en las mesas del restaurante ubicado en Avenida Patriotismo.
“El tema es complejo porque la regulación en calle no existe y los que estábamos en esa lucha por lograr que existiera nos cansamos. El verdadero negocio de la industria está en los eventos privados, a pesar de las especificaciones técnicas, por eso muchos se inclinaron hacia ese lado, ya que tienen más garantías”, precisa.
La carencia de un marco normativo se suma a otros factores de peso, como la competencia desleal, la corrupción y la violencia.
Al no contar con ninguna protección, los propietarios de los camiones de comida están expuestos a sufrir robos de sus unidades y también a que se les pidan sobornos para que puedan circular.
Aproximadamente 12 por ciento de las pequeñas y medianas empresas (pymes) dan sobornos, en tanto que 75 por ciento de los negocios quiebran durante el segundo año de vida, según las últimas cifras disponibles por el Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem).
“No somos puestos de la calle y por eso buscamos marcar una diferencia con normas de calidad e higiene. La regulación todavía es un freno y por eso seguiremos trabajando y peleando por ello, aunque confiamos en que más adelante nos pinte un buen camino”, expresa el presidente de Food Trucks DF.
Conquistar millennials
La cocina móvil seguirá existiendo gracias a que las nuevas generaciones la mantendrán viva. El motivo: está hecha a la medida de sus gustos y es fácil de llegar a ella.
Aunque el poder adquisitivo que posee esta población es 21 por ciento menor al de sus abuelos o padres, el cambio de pensamiento hacia una alimentación más saludable es una de sus prioridades.
Si a esta ecuación se le agregan festivales de música o deportivos da como resultado un futuro asegurado para la industria. La clave está en que los food trucks cuentan con una buena estrategia de marketing y su menú conquista no sólo a sus estómagos, también a su vista por lo llamativos que pueden ser los camiones.
Aun cuando Oscar Cardoso perdió el interés de regresar a la calle, se mantiene optimista sobre el potencial que existe en los eventos privados, sobre todo, porque suelen ser los lugares donde los millennials comparten experiencias con sus amigos.
“Esta generación tiene gustos muy bien definidos, entonces es más fácil que el negocio crezca cuando sabes a qué clase de paladar le estás cocinando. Detrás de ellos vienen otros jóvenes que exigen servicios personalizados y hacia allá tenemos que enfocar nuestros esfuerzos como sector”.