Meten orden en los bancos

A  poco más de cinco años de la caída de Lehman Brothers, el sistema financiero estadounidense, y por ende el mundial, se ha visto en la necesidad de prestar más atención a los incentivos con los que se manejan las instituciones financieras para evitar lo que llegó a suceder en ese entonces.

Rolando Hinojosa Rolando Hinojosa Publicado el
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Los bancos estadounidenses deberán evitar las apuestas arriesgadas, como las que algunos de ellos realizaron antes de quebrar o ser absorbidos por otros menos vulnerables
"(Bajo la regla Volcker) un operador financiero necesitaría tener a su lado a un abogado y a un psiquiatra para determinar sus intenciones cada vez que quisiera hacer algo"
Jamie DimonDirector ejecutivo de JPMorgan Chase
"No debería suponerse que una liquidez cada vez mayor traiga un beneficio público. En algún punto, la gran liquidez, o la percepción de esta, puede fomentar más operaciones especulativas”
Paul VolckerExpresidente de la Reserva Federal de EU
http://www.youtube.com/watch?v=r5tX2HxiusA

A  poco más de cinco años de la caída de Lehman Brothers, el sistema financiero estadounidense, y por ende el mundial, se ha visto en la necesidad de prestar más atención a los incentivos con los que se manejan las instituciones financieras para evitar lo que llegó a suceder en ese entonces.

Según reportes de The Wall Street Journal, las cinco principales instituciones reguladoras del sector financiero en Estados Unidos, la Reserva Federal, la Corporación Federal de Seguros de Depósitos, la Oficina del Contralor de la Moneda, la Comisión de Bolsa y Valores, y la Comisión de Comercio de Futuros de Mercancías, han decidido adoptar una serie de reglamentos con los cuales esperan marcar una nueva era de supervisión bancaria, todo bajo la llamada regla Volcker.

Con dichas regulaciones se espera una mayor prudencia por parte de las instituciones financieras respecto a las operaciones financieras por cuenta de clientes y restringir los acuerdos de compensación que incentiven al comercio de activos riesgosos.

Es decir, se busca hacer que los bancos se concentren en las operaciones de sus clientes, en vez de apostar con sus propios recursos en operaciones riesgosas, las cuales ponen en peligro a la institución, a sus clientes y al sistema financiero.

En pocas palabras, ahora los bancos estadounidenses deberán evitar las apuestas arriesgadas, como las que algunos de ellos realizaron antes de quebrar o ser absorbidos por otros menos vulnerables. 

Algunos ejemplos de esto son la compra de Merrill Lynch por parte de Bank of America, la absorción de Wachovia por Wells Fargo, entre otros. Incluso Barclays consideró comprar a Lehman, pero solo si Hank Paulson, secretario del Tesoro en ese momento, les daba ciertas garantías, lo cual no sucedió.

Sin embargo, aunque las agencias reguladoras han votado para adoptar la nueva regulación, esta entrará en vigor hasta el 2015. Con esto, también se pretende que las instituciones realicen un reporte sobre el análisis histórico de la demanda de sus clientes, lo que le dirá a los reguladores qué tipo de comercio se ha venido realizando. 

De esta forma así podrá evitarse que las apuestas de los bancos pongan en peligro a toda una economía.

La iniciativa muestra que los reguladores estadounidenses se han percatado de que las reglas del juego que han establecido no son suficientes para tener un sistema financiero que impulse a la economía de su país y que no la ponga en riesgo.

Por el lado de los banqueros, se habla de que dicha regla podría perjudicar la liquidez del sistema, debido a la restricción que establecería en sus operaciones. Además, una regulación así podría perjudicar la recuperación económica al llevar a una baja en la actividad bancaria. Aun con todas estas regulaciones, se les permitió a los bancos poder comerciar con deuda soberana extranjera y la exención en la prohibición de cuenta propia de valores del Tesoro de Estados Unidos.

El origen de la regla Volcker

La crisis del 2008 dio lugar a bancos lo suficientemente grandes para no dejarlos quebrar, por las implicaciones económicas que traería, pero también lo suficientemente grandes como para que una entidad no pudiera rescatarlos. 

Eso lo entienden muy bien los estadounidenses, ya que el gobierno, tan solo en el 2008, se gastó 700 mil millones de dólares comprando activos “basura” para rescatar bancos de la quiebra inminente.

Estos activos basura fueron muy vistos en la crisis hipotecaria estadounidense, los cuales estaban sustentados en deudas que eran vendidas a los llamados NINJAS (No income, no job, no assets). Es decir, gente que no tenía con qué pagar una casa o cualquier activo, pero a quienes los bancos de cualquier forma otorgaban préstamos. 

Esto obedecía a que los agentes de dichas instituciones solo buscaban ganar sus bonos, a pesar de que se estaba atentando contra la estabilidad financiera de sus empresas.

Documentales y reportes posteriores han mostrado que los principales operarios de grandes instituciones de Wall Street tomaron grandes riesgos para obtener ganancias a corto plazo durante la crisis del 2008, esto a sabiendas de que algo podría explotar en el futuro. 

Este punto lo retoma la regla propuesta por Paul Volcker, expresidente de la Reserva Federal, al buscar desincentivar las operaciones de cuenta propia, que pueden poner en riesgo a dichas instituciones.

La oposición bancaria

A pesar de que la aplicación de la regla Volcker se acerca cada vez más a convertirse en realidad, los grandes bancos estadounidenses no han cesado de dar pelea a la regulación, utilizando sus grandes poderes de cabildeo para intentar descarrilar la implementación de la regla dentro de la Ley Dodd-Frank del 2010.

Uno de los principales argumentos de los bancos es que resultará imposible distinguir entre las operaciones de cuenta propia de un banco y aquellas que realiza en beneficio de sus clientes. Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan Chase, incluso dijo este año, en entrevista con CNBC, que si la regla Volcker entra en efecto los operadores bancarios necesitarían un psiquiatra y un abogado a su lado en todo momento para asegurarse de no estar rompiendo la ley.

Pero en respuesta a estas críticas, Paul Volcker ha dicho que reconocer las malas prácticas “es como la pornografía. Lo reconoces cuando lo ves”.

Además, los reguladores han indicado que en lugar de lanzar una prohibición amplia, han buscado definir situaciones específicas y crear las excepciones necesarias. Esto, por supuesto, ha resultado en un texto cada vez más grande, que en su versión actual consiste en 850 páginas de preámbulo y 71 páginas de cuerpo.

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