Lenta, ¿pero segura?
La espera ha sido larga. Han pasado 41 meses sin que se resuelva el problema de desempleo que aqueja a la economía estadounidense.
Antes de la crisis, en su pico más alto, había 138 millones de trabajos en Estados Unidos. Hoy, en lo que matemáticamente se define como recuperación, hay apenas 131 millones.
Y lo más preocupante, para los que no tienen trabajo, la recuperación es más lenta que cualquier otra en las cifras oficiales.
Las crisis siempre han sido dolorosas, pero las más modernas se han caracterizado por caídas y recuperaciones mucho más lentas.
Eduardo Flores
La espera ha sido larga. Han pasado 41 meses sin que se resuelva el problema de desempleo que aqueja a la economía estadounidense.
Antes de la crisis, en su pico más alto, había 138 millones de trabajos en Estados Unidos. Hoy, en lo que matemáticamente se define como recuperación, hay apenas 131 millones.
Y lo más preocupante, para los que no tienen trabajo, la recuperación es más lenta que cualquier otra en las cifras oficiales.
Las crisis siempre han sido dolorosas, pero las más modernas se han caracterizado por caídas y recuperaciones mucho más lentas.
A pesar de lo que todos percibimos como una vida más ajetreada, en comparación con las crisis de antaño, las nuevas suceden a paso de tortuga.
Por ejemplo, la primera recesión en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se comenzaron a recabar datos confiables, tardó 12 meses para alcanzar su punto más bajo en empleos y solo 7 meses en regresar a su nivel anterior.
En 1981, la estanflación tardó 15 meses en alcanzar el fondo y 20 meses en alcanzar sus niveles de empleo anteriores.
En cambio, la gran recesión del 2008 fue derramando empleos lenta y dolorosamente. El fondo de la caída en empleos se dio hasta los 25 meses, y la recuperación va para largo.
De continuarse creando empleos al mismo ritmo que el último reporte publicado por el Buró de Estadísticas Laborales, es decir 69 mil al mes, y bajo las mismas condiciones de mercado, los norteamericanos tendrán que esperar 99 meses para retornar al nivel de empleo anterior.
Inclusive bajo el escenario más esperanzador de 200 mil empleos al mes, los trabajos llegarían a su nivel de costumbre solo hasta los 34 meses.
Estabilizadores y barreras
Las razones de estas crisis lentas pueden ser muchas.
Por supuesto que la profundidad y la fuente de los problemas tienen algo que ver. Debido a la burbuja de precios, la recesión del 2008 golpeó fuertemente al sector inmobiliario, mismo que es intensivo en mano de obra.
Aunque se pierda dinero comparable, no es lo mismo, en términos de empleo, una crisis inmobiliaria que una de tecnología.
Hay otras barreras comunes a la vida moderna. Los trabajos son cada vez más especializados, por lo que empatar trabajos con habilidades se han vuelto una verdadera confusión para los reclutadores de los pocos trabajos que sí hay.
La amplia gama de carreras universitarias, que van desde experto en manejo de boliches hasta filosofía canadiense, son difíciles de aplicar en trabajos diversos.
Por ello, incluso habiendo trabajos disponibles, la especialización moderna hace difícil la movilidad laboral.
Además, una serie de políticas públicas también pueden estar detrás de la lentitud de recuperación.
La rigidez de empleos que caracterizaba a las economías de antes hacía más fuertes las caídas, pero también más cortas.
Los ‘cómodos’ desempleados
Hoy también son comunes los seguros de desempleo privados o públicos, que alteran la urgencia para adaptarse a nuevos trabajos.
Ningún desempleado tiene el incentivo para invertir tiempo o dinero en aprender nuevas habilidades que se buscan en el mercado laboral si tiene la certidumbre de que al menos tendrá comida en la mesa.
La baja tasa de interés, que es síntoma de la crisis, tampoco ayuda.
Es difícil convencer a alguien de trabajar si sus ahorros no generaran muchos intereses y por lo tanto mayor consumo en el futuro.
Por si fuera poco, las presiones políticas y fiscales que exprimen a los gobiernos de hoy los hace más susceptibles a cortar empleos rápidamente.
De hecho, los últimos meses el gobierno federal y los estatales en Estados Unidos han recortado consistentemente empleos, afectando todavía más al mercado laboral.
¿Rápido y furioso o lento y suave?
Para México, las condiciones que se viven en Estados Unidos todavía no están dadas. Las tasas de interés todavía son relativamente altas y la rigidez laboral es una característica de la economía mexicana.
Las habilidades todavía no son tan especializadas y los seguros de desempleo son casi inexistentes. El mexicano común todavía tiene que trabajar para comer.
En este sentido, todos los candidatos presidenciales se han pronunciado por una cobertura mayor en seguros de desempleo.
Sin embargo, el problema es que todavía hay poco consenso en cuanto a qué tipo de crisis, si aceptamos que estas siempre habrán, es más deseable.
Una caída lenta y controlada presumiblemente ahorra mucho sufrimiento a trabajadores, pues los programas de desempleo previenen que pierdan todo su patrimonio en poco tiempo.
Sin embargo, un desempleo terco, como el que hoy vive Estados Unidos, puede llegar a convertirse en un dolor de cabeza permanente.
A las personas que están mucho tiempo sin trabajar se les dificulta todavía más conseguir empleo, propagando un círculo vicioso que termina por reflejarse en tasas de desempleo que son altas y cambian poco, como ha sucedido en Europa.
Por lo pronto, como en otras recesiones, los analistas ya han hecho sus apuestas en cuanto a la recuperación que seguirá el empleo en nuestro vecino del norte.
Esta puede venir en forma de “V”, es decir, una caída rápida seguida de una recuperación igual de veloz; en forma de U, en donde a la caída le sigue una meseta en el fondo y después una recuperación.
O en “L”, situación en la que el empleo se estanca por un periodo largo de tiempo en el fondo.
Es claro que los adeptos a la teoría de “v” ya perdieron su oportunidad, queda solo esperar si habrá aumento de empleo en los próximos meses o si el estancamiento en empleos llegará a definir la gran recesión del 2008.
Para México esto es de interés, pues bien sabemos que si el vecino está mal, nosotros estaremos peor.
Las crisis lentas son causadas por condiciones de mercado y políticas públicas adoptadas en las grandes economías del mundo.